Los mejores libros que he leído en 2021

 

Contaba Almudena Grandes que cuando de niña tenía alguna contrariedad en el colegio, como que no la eligieran para hacer de angelito en la función navideña, le daba bastante igual, porque ella sabía que al volver a casa viajaría a una isla desierta, sería la última superviviente de una especie en extensión, subiría a la luna o bajaría hasta el centro de la tierra. La literatura, en efecto, permite vivir otras vidas, ir más allá de la rutina. Este artículo de los mejores libros que he leído en 2021 es mi preferido cada año, porque me permite recordar tantos buenos momentos vividos los últimos doce meses en compañía de un buen libro. El primero que viene a la cabeza es El baile de las locas, de Victoria Mas, editado en España por Salamandra. 


Aquel libro nos traslada al París de 1885 y se basa en una historia real, el baile anual que organizaba el hospital de la Salpêtrière, en el que la alta sociedad parisina se juntaba por una vez con las internas del centro, mujeres con problemas de salud mental, en ocasiones, pero también muchas mujeres incómodas, rebeldes, libres, adelantadas a su tiempo. Es una novela maravillosa, que funciona como retrato de aquel tiempo y también como narración de las historias íntimas de sus protagonistas. La espiritualidad, la incomodidad de la sociedad para convivir con personas de una sensibilidad diferente, los daños del machismo opresor... De todo eso va la novela. "Mitad manicomio, mitad presión, la Salpêtrière acogía todo aquello que París no sabía manejar: los enfermos y las mujeres", leemos en un pasaje de esta novela extraordinaria. 

Varias de las obras que más me han gustado este año comparten un enfoque autobiográfico y testimonial. Es el caso, por ejemplo, de Cómo luchamos por nuestras vidas (editado por Dos Bigotes), en el que el poeta Saeed Jones relata las dificultades de su infancia y adolescente como un joven gay y negro en el sur de Estados Unidos. Muy impactante. 

En Si la muerte te quita algo, devuélvelo, que edita Sexto Piso, la también poeta Naja Marie Aidt escribe sobre la muerte de su hijo Carl Emile con apenas 25 años. Un relato muy duro, en el que la autora pone a prueba el propio lenguaje, porque las palabras no llegan a expresar lo indecible. Es una novela muy delicada, llena de sensibilidad, igual que el intimista Diario de una soledad, de May Sarton (Gallo Nero). La autora supera una depresión y relata su vida a lo largo de un año, en el que persigue la soledad y la repudia, a partes iguales, consciente de que necesita tener contacto con otras personas, pero sólo lo justo, sólo para poder apreciar de verdad esos encuentros después, en el silencio de su casa.  “La vida sería muy árida sin esas interrupciones que nos nutren y enloquecen, pero sólo soy capaz de degustarlas por entero cuando estoy aquí sola, y la casa y yo reanudamos nuestras antiguas conversaciones”, escribe. 

Vivian Gornick comparte reflexiones y vivencias con su ligereza inteligente en Mirarse de frente, editado por Sexto Piso. El feminismo, la literatura, el amor, la amistad, las pequeñas anécdotas de la vida, sus recuerdos lejanos... Todo adquiere otra dimensión en manos de la autora estadounidense. Un recuerdo del pasado, el de la muerte de una compañera de colegio, es precisamente el leitmotiv de Gema, el regreso de Milena Busquets tras la soberbia También esto pasará. Ambas, editadas por Anagrama. 
El libro del que más se ha debatido este año es, sin duda, Feria, de Ana Iris Simón. En la obra, editada por Círculo de Tiza, la autora recuerda su infancia con una cierta nostalgia, y de paso habla de cómo ha cambiado España estos últimos años, de la familia, de los afectos, de la maternidad... Es una obra muy interesante y muy bien escrita que, a la vista está, ha logrado además despertar mil y un debates. Lástima que, en ocasiones, esos debates caigan en el politiqueo barato. Los detractores de la autora critican hasta el extremo cada artículo que publica, mientras que sus defensores, en ocasiones, desde posiciones ideológicas que Simón no parece compartir precisamente, se toman a pecho cada crítica a la escritora. El libro, que es de lo que va esto, me encantó. 

Termino con la literatura testimonial con cuatro libros de distintos tiempos y tonos, que poco tienen que ver entre sí. En Y Leo Classen habló, la editorial Egales ofrece el primer testimonio por escrito de un triángulo rosa en los campos de concentración nazis. Son escritos breves, pero muy impactantes, de un valor enorme, porque con frecuencia la memoria de las víctimas LGTBI del nazismo ha quedado silenciada, por el estigma y el miedo al rechazo. 

Mucho más alegre es Madrid, el monumental libro que Andrés Trapiello dedica a la capital, editado por Destino. "Madrid es una ciudad estrepitosa y bizarra (por decirlo con dos italianismos) y, si se le pilla el punto, fascinante", escribe. En Encuentros con libros (Acantilado), descubrimos al Stefan Zweig lector, quien dedicó uno de sus libros a Montaigne, el padre del ensayo, y que es otra de las obras que más me han gustado este año.  

Del pasado, al presente, porque Ana Wiener firma en Valle inquietante (Libros del Asteroide) un contundente y descarnado retrato de lo que esconde el muy chic, moderno y disruptivo mundo de las empresas de Internet, a las que todos se quieren parecer, pero que tienen un lado un tanto oscuro. 

Este año he leído menos ensayos que el anterior, pero muchos de los que he leído me han encantado. La música. Una historia subversiva, de Ted Gioia (Turner), es apasionante, porque muestra cómo la música más rompedora termina siendo legitimada y asimilada por la sociedad. Es de esos libros que te hacen cambiar la forma de ver una parte de la vida, igual que Los espejismos de la certeza, de Siri Hustvedt, en el que la autora explica que "la duda es una virtud de la inteligencia". 

Leí casi de seguido Odorama, de Federico Kusko, que es una historia cultural del olor, y Cromorama, de Riccardo Falcinelli, que se centra en cómo el color transforma nuestra visión del mundo. Ambos, editados por Taurus. Ambos fascinantes. 

También disfruté mucho con Teenage: la invención de la juventud, un libro monumental de Jon Savage que es deslumbrante y que lo tiene todo, por su extensión y su amplia bibliografía, para abrumar al lector, pero que mantiene un tono didáctico en todo momento. Una joya. No puede faltar en la lista de los mejores libros que he leído en 2021 Mujer tenías que ser, editado por Catarata, en el que María Martín Barranco argumenta y pone ejemplos concretos de la importancia del lenguaje inclusivo y de cómo el lenguaje de una sociedad machista es tremendamente machista. 

Las manos de mi madre, de Karmele Jaio, se editó hace años y en euskera, pero ahora Booket, el sello de bolsillo de Planeta, lo ha reeditado en español. Es una de las novelas que más me han conmovido este año. La enfermedad de la madre de la protagonista lleva a ésta a indagar en el pasado de su progenitora y, de paso, a revisar sus prioridades vitales, inmersa como está la vida acelerada de una redacción de periódico. El regreso de un novio que desapareció hace años en los tiempos de ETA en Euskadi completa un relato fascinante. 

Aunque con un tono y un protagonismo bien distinto, el terrorismo etarra aparece también en Tomas Nevinson, la última novela de Javier Marías, en la que el autor demuestra que sigue en plena forma. La novela, editada por Alfaguara, alcanza las cotas de hondura a la que nos tiene acostumbrados el autor. 

Otro escritor que no falla es Eduardo Mendoza, que este año culminó su trilogía remotamente autobiográfica en el que recorre el siglo XX, con Transbordo en Moscú. Las aventuras de Rufo Batalla terminan con el fin del siglo. Ante el siglo XX, su actitud es muy mendoziana: "por supuesto, todo seguirá igual, pero en la época que se avecinaba, yo sería un simple huésped, quizá porque siempre me ha costado menos entender las idea que entender a las personas". 

De este 2021 libresco recordaré también Federico, de Ilu Ros, editado por Lumen, una novela gráfica en la que la autora se acerca a la figura inmortal y siempre inspiradora de Lorca. Es un libro precioso, de los de guardar cerquita para volver a él una y otra vez. Otro grande de la literatura universal, William Shakespeare, es un personaje secundario de la magnífica Hamnet, novela en la que Maggie O'Farrell toma como punto de partida la muerte de Hamnet, hijo del genial dramaturgo, cinco años antes de que éste estrenara su obra Hamlet. El libro, editado por Libros del Asteroide, es otro de los imprescindibles del año. 

Este año también me ha conmovido la continuación de la historia de El viaje de Marcos, de Óscar Hernández Campano, con la notable Cincuenta años no son nada, de la editorial Egales, que refleja todo lo avanzado en diversidad y en libertad de las personas LGTBI, pero también las amenazas que siguen presentes. 

Dos de los mejores descubrimientos del año para mí han sido París era mujer, de Andrea Weiss, que nos permite viajar al París de los años 20, escrito en femenino, a través de la historia de mujeres fascinantes, y La vida lenta, de Abdelá Taia (Cabaret Voltaire), que se centra en el París actual, concretamente, después de los atentados de 2015, que agravaron el miedo y el rechazo al diferente de la parte de la población y dañaron la convivencia. 

Precisamente los atentados de París de 2015 provocaron un fuerte impacto en Emmanuel Carrère, quien quería escribir un librito ligero sobre el yoga y terminó publicando Yoga, una obra en la que relata su última caída a los infiernos, sin poder hablar de su separación, por un acuerdo judicial firmado con su expareja. Puro Carrère. El libro se va construyendo a medida que el lector lee, con la autobiografía como la materia prima para levantar un fascinante relato lleno de literatura

Termino con dos de mis autoras preferidas. En 2021 he seguido leyendo a mi venerada Carmen Martín Gaite, de la que me ha gustado especialmente El cuarto de atrás, donde la autora compartió a través de un trasunto de ella misma sus reflexiones sobre la vida y la literatura. 

En Algo que quería contarte, editado por Lumen, se reúnen 13 relatos de Alice Munro, tan cautivadores como nos tiene acostumbrados. "No creo en el desánimo, la vida es demasiado corta", le hace decir la autora, Premio Nobel, a una de las protagonistas de esos relatos. No parece mala actitud para despedir el 2021 y afrontar un nuevo año. Siempre con un buen libro cerca. 

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