Si la muerte te quita algo, devuélvelo

 

Si la muerte te quita algo
devuélvelo
devuelve lo
que ese muerto te dio
cuando ese muerto estaba vivo
cuando era tu corazón
devuélveselo q una rosa,
a un continente, a un día de invierno,
a un chiquillo que te observa
desde la noche de de su capucha

Si la muerte te quita algo
devuélvelo
devuelve lo
que ese muerto te dio
cuando estabais los dos bajo la lluvia en la nieve
al sol y ese muerto estaba vivo
y volvía a tu su rostro
queriendo preguntar algo
que no logras recordar y que él
también había olvidado y ya hace
una eternidad
una eternidad ya”.

Naja Marie Aidt escribió este poema sobre la muerte cuando su hijo Carl Emile tenía 16 años y faltaban nueve para que el joven falleciera de forma trágica. La autora plasma el horror de aquella pérdida y la imposibilidad de hablar de lo indecible, de ponerle palabras a semejante desgarro, en el libro Si la muerte te quita algo, devuélvelo, editado en España por Sexto Piso, con traducción de Blanca Ortiz Ostalé. Es una obra conmovedora que, como todo buen libro sobre la pérdida de un ser querido, termina siendo más un libro sobre el amor y la vida que sobre la muerte en sí. 

La estructura del libro es caótica y desordenada. En parte, narra las horas en las que recibió la llamada terrible que lo cambió todo, y los días posteriores de agonía en el hospital. Pero lo hace de forma fragmentada. En medio de esa narración incluye pensamientos, fragmentos de su diario, poemas suyos y de otros autores, pasajes de obras sobre la muerte de algún ser querido, recuerdos de su vida junto a su hijo... "Mi cuerpo sigue sin entender que ya no existes", escribe. 

La autora renuncia en algunos pasajes a los signos de puntuación. "El lenguaje murió con mi hijo", escribe. ¿Cómo contar lo que no puede ser contado? ¿Cómo poner palabras a algo que es tan espantoso, tan indecible? ¿Cómo llamar a lo que no tiene nombre, la muerte de un hijo? No es posible y, sin embargo, la escritura, la literatura, acude al rescate de la autora, es una forma de supervivencia, un modo de recordar a su hijo, de afrontar la pérdida. "Las palabras quedan colgando de las líneas, míseras e insuficientes, las líneas se interrumpen solas abruptamente. El lenguaje, que siempre me ha acompañado y que ha sido mi vida, no puede nada". 

El libro en su conjunto es impactante, realmente conmovedor, pero hay pasajes especialmente emocionantes. Por ejemplo, cuando al vaciar la habituación de su hijo encuentra poemas escritos por él. Ella no sabía que él escribía. O cuando ve lo que su hijo leía antes de morir: “la singular alegría de saber que habías estado leyendo a Whitman los días previos a tu muerte. Que te había dado tiempo a leer a Whitman”. También es muy dolorosa la reconstrucción de las circunstancias de la muerte de su hijo, algo que le resulta a la autora tan insoportable como necesario. Queda, de fondo, la pregunta de si esa muerte se podría haber evitado. Si la muerte te quita algo, devuélvelo es, en fin, una obra exquisita, llena de sensibilidad, en el que se habla de la muerte celebrando la vida del hijo de la autora, al que tantos viajes, poemas y fiestas le quedaban por delante, que se fue tan pronto. Un libro que reflexiona también sobre el poder inmenso de las palabras, incluso para hablar de aquello que no se puede nombrar. Un libro soberbio. 

Comentarios