Teenage: La invención de la juventud (1875-1945)

 

78 páginas de bibliografía comentada, 27 páginas de índice analítico y más de 500 páginas de contenido tiene Teenage, la invención de la juventud 1875-1945, de Jon Savage. Aunque puedan parecerlo, no son cifras disuasorias en absoluto. Esta abrumadora documentación del autor se nota al leer el ensayo, pero para bien, ya que es una obra repleta de información y referencias, sí, pero también muy ágil, que se lee con constante interés y que no se olvida en ningún momento del lector. El autor no inunda al lector con su erudición sobre el tema estudiado, sino que lo aborda poniendo ejemplos concretos y narrando historias atractivas que hilvanan la apasionante cuestión de la invención de la juventud, abordada desde distintos ángulos, con especial atención a la cultura de masas. Es un ensayo deslumbrante de principio a fin, con clara vocación didáctica y muy entretenido. 


El prólogo, escrito por Servando Rocha, empieza con una cita de un manifiesto de Alejandro Lerroux en 1906: “jóvenes bárbaros de hoy: entrad a saco en la civilización decadente y miserable de este país sin ventura”, y también cita al poeta William Blake, quien escribió: “o creas tu propio sistema o el sistema te destruye”. De alguna forma, sienta las bases de lo que el lector encontrará en adelante, la invención de la juventud como un grupo de edad entre la infancia y la edad adulta, algo que no existió siempre, en absoluto. Como cuenta Savage, fue en 1944 cuando empezó a usarse el término teenager en Estados Unidos para definir a las personas entre 14 y 18 años, que pasaría a ser un grupo objetivo con interés comercial para la publicidad. 

Uno de los mayores atractivos del ensayo, que tiene muchos, es la relación que establece el autor entre distintas obras culturales y el avance de la sociedad, porque la literatura siempre refleja de una forma u otra la sociedad en la que se creó. Por ejemplo, en el prólogo cita como obras proféticas El maravilloso mago de Oz y Peter Pan, de los que cuenta detalles jugosos a lo largo del ensayo. 

La obra comienza en 1875 con las historias bien distintas de dos adolescentes, entonces, no llamados así, porque aún no se había inventado la juventud: Marie Bashkirtseff, una joven de una familia acomodada en Niza que se siente artista y está enferma de tuberculosis, lo que le hace vivir muy rápida e intensamente, como reflejó en su diario que fue un éxito de ventas, y Jesse Pomeroy, encarcelado en Massachussets tras haber sido declarado culpable de asesinato. Mató a un niño y, como leía novelas de aventuras, dime novels, hubo quien buscó una explicación a sus atrocidades en esa afición. Más parece que tuvo que ver su padre alcohólico y violento. 

Circulan  por las páginas, entre otros, Rimbaud y la comuna de París (1871), y Oscar Wilde, que sufrió una reacción puritana y fue condenado por su homosexualidad.La condena a Wilde detuvo el modernismo británico en seco. Love’s Coming Of Age, la exploración de Edward Carpenter de las relaciones entre el feminismo y la homosexualidad, fue enterrada nada más publicarse, en 1896, la pionera Sexual Inversion, de Havelock Ellis, que ofrecía casos reales de desviaciones sexuales púberes, fue prohibida un año después”, leemos. Este libro también recoge la historia de las mujeres y de las minorías. 

El autor refleja las condiciones de vida de los jóvenes a finales del siglo XIX, nada fáciles, ya que muchos niños y adolescentes tuvieron que buscarse la vida y se organizaron en bandas. El ensayo habla, por ejemplo, el trabajo de Jacob Riis, fotógrafo de Nueva York que retrata a jóvenes de la calle para demostrar que “las condiciones degradadas provocaban vidas degradadas”. También reflexiona sobre el enfoque sensacionalista de los medios, que exageraron las amenazas de la violencia juvenil y no se pararon a pensar en cuáles podían ser las causas de que tantos jóvenes estuvieran solos deambulando por las calles. De hecho, se cuenta que el término holligan es un apellido irlandés que se utilizó para definir a los miembros de las bandas juveniles callejeras en el Reino Unido.

Fue el psicólogo G. Stanley Hall quien inventó el término adolescencia, mucho antes de que se generalizara su uso. Es uno de los grandes hitos abordados en el libro. Otro de ellos es el de Peter Pan. Conocemos la historia de Peter Llewelyn Davies, el tercero de los cinco hermanos que inspiró Peter Pan, la obra de J. M. Barrie. Él escribió años después la historia familiar en un manuscrito titulado La morgue, donde considera que el autor les ha robado el alma. 

Después llegó la creación de grupos juveniles como los scouts, creado por Baden-Powell junto al editor de prensa C. Arthur Pearson, que publicó la revista The Scout, o el grupo Wandervogel en Alemania, que  en alemán significa “pájaro errante” y fue un grupo de excursionistas jóvenes. Esos grupos sirvieron en parte para canalizar las ganas de vivir de los jóvenes, como también lo hizo el cine, al que en el comienzo del siglo XX se acusó de ser una mala influencia para los jóvenes y de causar altercados. Por entonces, entre una cuarta parte y la mitad de los espectadores del cine eran jóvenes. También se escribió en los medios que las salas de baile ponían en riesgo la moralidad. Precisamente la música juega un rol protagonista en este libro, ya que fue un símbolo de las ansias de libertad de los jóvenes y de su reacción ante el autoritarismo paternal. 

El espacio de tiempo estudiado en el libro recoge las dos guerras mundiales, en las que se alistaron millones de jóvenes. De la I Guerra Mundial, lo más destacado son los libros publicados por jóvenes alistados que desmitificaban la guerra y combatían su romantización. Tras la guerra llegó una explosión creadora, con ejemplos tan relevantes como el dadaísmo, nacido en Zúrich, a donde llegaron personas de todo el mundo para refugiarse en un lugar neutral en plan contienda, o el jazz, que nació en Nueva Orleans. Su nombre procede de jass, una palabra africana para las relaciones sexuales. El género llegó a Europa tras la guerra y fascinó a los jóvenes.

Pero aquella contienda también causó un fuerte descontento juvenil que aprovecharon los movimientos radicales para atraer a los jóvenes. El hedonismo de los locos años 20 duró poco y antecedía a la II Guerra Mundial y al auge del fascismo. A finales de 1933, cerca de 3,5 millones de jóvenes formaban parte de las Juventudes hitlerianas, mientras que en Estados Unidos un cuarto de millón de jóvenes son vagabundos tras la Gran Depresión. Volvieron entonces los ataques moralistas al cine. “El fracaso del país parecía reflejarse en la conducta de sus jóvenes y, en lugar de atacar la causa, los moralistas decidieron apuntar a los síntomas”, leemos. Poco después llegó el New Deal de Roosevelt, que redujo el paro y aplacó las tensiones sociales.

La música volvió a ser determinante en la toma de conciencia de los jóvenes, en su necesidad de marcar distancias con sus mayores. Y llegó el swing, que lo cambió todo. “Con el swing, el tempo de la vida se aceleró y, a partir de 1937, dio paso a todo un mundo adolescente con su propio lenguaje, sus revistas, sus modas y sus héroes”, leemos. Conocemos la historia de grupos de jóvenes alemanes que se negaban a afiliarse a las juventudes hitlerianas y eran aficionados al swing. Los nazis llegaron a prohibir ese género musical. En la Francia ocupada nació el movimiento de los zazús, muy ligado al jazz. Aquellos jóvenes idolatraban la cultura estadounidense. “Lamentábamos la desaparición del león de la Metro tanto como la de un amigo”, recordó un miembro del grupo, en alusión a la censura de las películas de EEUU.

Una gran parte de la juventud alemana estuvo al lado del nazismo, sí, pero también hubo jóvenes que se jugaron la vida, y en muchos casos la perdieron, al mostrar su rechazo a Hitler. Por ejemplo, Helmuth Hübeber, un joven alemán detenido y condenado a muerte por escuchar la BBC y distribuir folletos contra los nazis, o la organización de jóvenes, la Rosa Blanca, que recordaba en uno de sus folletos que "cada pueblo se merece el gobierno que tolera”, en pleno nazismo. Teenage: La invención de la juventud (1875-1945) es, en fin, un fascinante repaso de aquel decisivo periodo histórico que contuvo dos guerras mundiales, el surgimiento de grandes movimientos artísticos y musicales y el nacimiento de la juventud tal y como la conocemos hoy. 

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