Federico

 

Cuenta Ilu Ros en el prólogo de Federico, su maravillosa novela gráfica sobre Lorca recientemente publicada por Lumen, que ha buscado ser fiel a la vida del poeta, pero que se toma algunas licencias. “La noche que mataron a Federico García Lorca no había luna. Yo, que capitaneo este libro, me he permitido dibujársela, porque el colmo de aquella monstruosidad es que ni siquiera ella estuviera para acompañarlo", escribe. 


La fascinación que despierta Lorca es tal que no paran de publicarse libros sobre él. Su figura y su obra son tan maravillosas que es comprensible que el poeta granadino sea una fuente constante de inspiración. Es lógico y deseable que haya tantas publicaciones sobre él y, precisamente por eso, no es sencillo encontrar un ángulo o un enfoque original desde el que acercarse a él. Ilu Ros, desde luego, lo consigue, y este libro pasa a ser desde ya uno de los más preciados de mi biblioteca. Las ilustraciones son preciosas y es muy acertada la forma en la que se cuenta la vida de Lorca, ya que da voz a sus familiares y amigos, recoge testimonios, declaraciones, poemas, fragmentos de sus obras y también cartas del poeta.

Desde su infancia, en la que idea obras de teatro en casa, hasta su asesinato, por ser poeta, homosexual y comprometido con la República. Es muy poético el pasaje en el que se cuenta que a Lorca le acarició un rayo de niño. De él se cuenta que desde niño tenía "una habilidad para la mentira que trasluce su ingenio para poetizar la verdad”. Su llegada a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, es clave en su vida. "Madrid, cada vez que lo veo me gusta más, por la despreocupación que aquí reina", le cuenta Lorca a su padre en una carta. Luego llegaría su relación con Dalí; su viaje a Nueva York, de asombro en asombro, o su estancia en Cuba, que definió como los meses más felices de su vida. 

En orden cronológico, hasta un tercer acto angustioso en el que se cuentan los días que restan hasta el fatal desenlace, el libro recorre la vida de Lorca y su crecimiento como poeta y creador. Son preciosos los testimonios de la gente que quiso a Lorca, en los que explican por qué era tan especial. Me quedo con algunos de estos testimonios. Ángel Del Río dijo que “en el universo de Federico, la realidad y la poesía funciona como dos enredaderas que van atrapándolo todo”. 

Al parecer, el poeta era muy expresivo con las manos al hablar. Ramón Gómez de la Serna "decía que el secreto de su expresividad residía en sus manos. Cuando la palabra salía de su boca, él la cogía con las manos y la modulaba jugando con ella como sí está fuese un acordeón. Pero no sólo sus manos eran especiales, también su voz, de la que Su hermana Isabel dijo “era como un arrullo que me llevaba a otros mundos maravillosos”. Federico, de Ilu Ros, consigue acercar al lector a la fascinante vida y obra de Lorca, de quien Jorge Guillén dijo que “cuando se estaba con Federico, no hacía ni frío ni calor: hacía Federico”. En este maravilloso libro ilustrado hace Federico. 

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