Películas, series y libros para el Orgullo

 

Hay una escena muy reveladora en It's a sin, la conmovedora e impactante serie de HBO que muestra la vida de un grupo de homosexuales en Londres en el momento del comienzo de la epidemia de VIH. El primer encargo que le hacen a uno de los protagonistas cuando entra a trabajar en una biblioteca es identificar y retirar todos los libros que fomenten la homosexualidad. El joven le cuenta a su jefe que ha leído todos los clásicos, todas las grandes novelas, y que no encuentra en Shakespeare, Dickens y compañía ni un solo personaje homosexual. La ausencia de representación de las personas LGTB en la literatura, el cine y las series ha sido hasta hace no tanto la tónica general. Ahora que esto empieza a cambiar, los retrógrados van de sobresalto en sobresalto, porque cuando menos se lo esperan, ay, se les cruza un gay o una lesbiana en su serie de Netflix. Y, encima, tienen historias interesantes y bien contadas, no son personajes secundarios de los que hacer gracietas y burla. Había, hay todavía, muchas historias no contadas y es de celebrar que empiecen a llegar al cine y la literatura. Como estamos en la semana del Orgullo, hoy es un buen día como otro cualquiera para recordar algunas de las mejores películas, series y libros que avanzan en representación de personas LGTB. 
La citada It's a sin es, desde luego, muy recomendable, igual que 120 pulsaciones por minutos, que tiene también como trasfondo la lucha contra el VIH y su estigma. Tiene un tono muy diferente, pero complementario, Heartstopper, la serie de Netflix basada en los cómics homónimos de Alice Oseman que ha sido la sensación de este año. Una serie alegre y vitalista, porque es importante contar las dificultades a las que todavía hoy se enfrenta una persona LGTB, pero también lo es que encuentre en la pantalla historias de personas como ella que disfrutan y son felices. En esta encantadora serie vemos el comienzo de una historia de amor de dos chicos, pero también otra de dos chicas y la historia de una joven trans. Es una serie fabulosa que tendrá además dos nuevas temporadas. Otra sensación de este año ha sido Ser o no ser, de RTVE Play, una serie preciosa sobre un joven trans. Altamente recomendable. Atresplayer, por su parte, estrenó hace unos meses La edad de la ira, la adaptación al formato miniserie de la exitosa novela de Nando López. 

También está basado en un libro, en este caso de Becky AlbertalliLove, Simon, una película que fue pionera hace unos años al convertirse en la primera comedia romántica adolescente con un protagonista gay de un gran estudio estadounidense. El éxito del filme dio pie a la serie Love, Victor, que en su primera temporada contó el descubrimiento de la orientación sexual de su protagonista y en la segunda exploró las dificultades a las que se enfrenta tras salir del armario en su casa o en su equipo de baloncesto. La serie acaba de estrenar su tercera y última temporada en Disney Plus

Aunque es muy reciente, se puede considerar en gran medida a Love, Simon un clásico en la representación de las personas LGTBI en el cine, como lo son, desde luego, entre otros, Mi nombre es Harvey Milk, sobre el primer político estadounidense abiertamente gay; La vida de Adèle, que cuenta con honestidad la relación entre dos chicas; Call me by your name, una película excelente basada igualmente en un libro, que tuvo continuación hace dos años, o Moonlight, la primera película con un protagonista homosexual que ganó el Oscar a mejor película. 

Una película que recomiendo siempre y con la que me emociono cada vez que la veo es la británica Pride, basada la historia real de un grupo de personas LGTBI que apoyó a los mineros en huelga contra los recortes del gobierno de Margaret Thatcher. Formidable. Aunque lejos de la calidad de aquella, otra película basada en hechos reales que es interesante por su recreación de aquel contexto es Stonewall, ambientada en las revueltas de 1969 en Nueva York que supusieron el origen del Orgullo. 

Tampoco pueden faltar en este artículo varios documentales que abordan varios aspectos de la realidad de las personas LGTBI hoy en día y que pueden verse en distintas plataformas. Entre otros, Transhood, sobre los jóvenes trans en EEUU (HBO Max); The best day of my life, ambientado en el Orgullo mundial celebrado en Madrid en 2017, que nos muestra cómo viven su homosexualidad personas de países donde está perseguida y que vinieron a Madrid esos días, Nosotrxs somos, la magnífica serie documental sobre la historia del movimiento LGTBi en España que puede verse en RTVE Play, o La generación silenciosa, que rinde homenaje a las personas LGTBI que sufrieron la discriminación y el odio durante el franquismo, que se puede ver en Filmin

Libros hay muchos y seguro que, al igual que pasa con las series y las películas, se me olvidarán unos cuantos. Entre los que más me han impactado últimamente está Cómo luchamos por nuestras vidas, de Saeed Jones, en el que el autor relata su infancia como un niño gay y negro en el sur de los Estados Unidos. Tiene un enorme valor testimonial Y Leo Classen habló, que recoge el primer testimonio de un triángulo rosa, es decir, un preso en un campo de concentración nazi llevado allí por su orientación sexual. 

De los riesgos de las aberrantes terapias de conversión, esa atrocidad de gente llena de odio que dice que puede curar la homosexualidad, pero que es incapaz de curarse su homofobia, han dado cuenta Garrand Conley en Boy erased (Identidad borrada) y, más recientemente, Iván León, en Oh, ¡feliz culpa!

Gracias a una amiga llegué a un clásico de la literatura LGTBI en España, El viaje de Marcos, de Óscar Hernández Campano, quien publicó una secuela de esta novela el año pasado, la estupenda Cincuenta años no son nada. Muy recomendables, igual que lo es Para acabar con Eddy Bellegueule, en el que Édouard Louis debutó en la literatura con un relato desgarrador de su infancia y adolescencia como joven gay en un pueblo del que tuvo que escapar para poder ser él mismo. La literatura, el cine y las series empiezan a contar esas historias tanto tiempo silenciadas y, gracias a su representación, muchas personas se sienten un poco menos solas, un poco más esperanzadas. 

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