Transhood

 

No somos una especia exótica, somos humanos”. Esta frase, pronunciada por una chica trans que participa en el documental Transhood, de Sharon Liese, resume con claridad el estado de la cuestión de las personas trans. Desde distintas trincheras ideológicas, desde luego la de los retrógrados de toda la vida, pero también desde ámbitos que se dicen progresistas y que dicen combatir el patriarcado, estas personas escuchan a diario mensajes de odio e incomprensión. Se debate de su existencia, como si eso fuera objeto de debate. Se cuestiona su identidad permanentemente. Pero resulta que son seres humanos, personas que viven a nuestro lado, gente que existe y siente como nosotros. Es algo que parece muy fácil de entender pero, visto lo visto, hay mucha gente, demasiada, que no termina de comprenderlo. 

Transhood, que puede verse en HBO Max, se grabó durante cinco años en Kansas y sigue el proceso de transición de cuatro menores trans, que en el momento en el que comenzó el rodaje tenían cuatro años (Phoenix), nueve (Avery), doce (Jay) y 15 (Leena). Supongo que quienes no entienden la realidad de las personas trans, ni tienen el menor interés en entenderla, no se acercarán a este documental, y es una pena. No es un documental perfecto, hay cuestiones que no me terminan de convencer, pero permite conocer mucho mejor por lo que pasan cuatro menores trans y sus familias. 

Solemos hablar de la importancia de la representación de distintas realidades en las pantallas, no sólo la de personas cis y heterosexuales. Esto se aplica a la ficción, donde una parte de la población ha estado históricamente infrarrepresentada, y sólo ahora empieza a aparecer más, pero también en el género documental. Porque, efectivamente, no hablamos de una especie exótica, ni es un debate de salón, hablamos de personas que sienten y existen

Hay escenas muy impactantes en Transhood. Por ejemplo, una madre de un chico trans a la que su familia le retira la palabra. O el temor de un chico trans a que su novia lo rechace cuando se entere de que es trans. De hecho, la madre de ella le pide que deje de verlo cuando conoce que Jay es un chico trans. "A veces pienso que no tengo motivos para existir", dice el chico. Asistimos también al comienzo del tratamiento médico para su proceso de transición y los miedos y temores de la familia. También su incomprensión, porque nadie nace enseñado y la realidad de las personas trans es muy poco conocida, así que los padres de estos menores deben aprender a acompañar de la mejor forma posible a sus hijos. 

En el documental también se refleja cómo las noticias que afectan a las personas LGTBI, como los comentario rancios de algunos medios de comunicación, afectan al estado de ánimo de los jóvenes trans. Aquí, por ejemplo, aparece la noticia de un proyecto de ley que persigue que las personas trans sólo puedan entrar en los baños de su género asignado al nacer, el temor ante la llegada de Trump al poder o el enorme impacto de la matanza homófoba en un club de Orlando, que lleva a una de las protagonistas del documental, Avery, a renunciar a ir a una manifestación del Orgullo. "No quiero morir". 

El apoyo, o la falta de él, de las familias es clave para los niños y adolescentes trans. Phoenix, el menor de los protagonistas del documental, que con cuatro años se viste con ropa de niña, pero que después da marcha atrás en este proceso, vive en un entorno en el que la familia de su padre piensa que va a ir al infierno. Su madre cuenta, de forma honesta, que no sabe si está haciendo lo correcto y que no quiere que su otro hijo sea trans. Pasados los años, esa madre termina afirmando que la transexualidad es una enfermedad mental. El padre de la criatura sí le apoya en todo lo que haga, porque no quiere a su hijo o a su hija, sólo quiere a Phoenix, sin más

Una de las protagonistas del documental, Avery, se hizo muy famosa con un vídeo que publicó en el que contaba su historia y una portada de National Geographic centrada en las personas trans. Su historia es una de las más interesantes y de las que más invitan a la reflexión, ya que la joven termina decidiendo abandonar el activismo, porque no quiere seguir bajo el foco mediático. Y es un tema interesante, ya que estamos hablando de menores y esa enorme exposición puede ser sin duda dañina para ella y para el resto de jóvenes que aparecen en el documental. Eso es indudable, del mismo modo que lo es el hecho de que la representación de los menores trans es necesaria. Difícil resolver ese dilema. En cualquier caso, Transhood levanta cuatro valiosos testimonios de la realidad trans, esa que tanto ridiculizan personas con falta de empatía desde distintas trincheras ideológicas. Los derechos de las personas trans son Derechos Humanos. Es sencillo, pero hay quien no lo comprende, así que habrá que seguir repitiéndolo. 

Comentarios