La generación silenciosa


Cada año en la manifestación del Orgullo me emociona ver a parejas de personas mayores. No es difícil imaginar lo que pasará por su mente al ver una ciudad volcada con una fiesta que reivindica la libertad de ser uno mismo y vivir en consecuencia, esa libertad que les negaron durante tanto tiempo. La sociedad en su conjunto tiene una deuda impagable con estas personas. Desde luego, la tenemos quienes hoy gozamos de derechos y libertades por las que ellas lucharon en tiempos mucho más oscuros. Si podemos ir de la mano de nuestra pareja por la calle o casarnos es, en cierta medida, gracias a que esas personas empezaron a labrar el camino que hoy recorremos. Por eso, escuchar sus testimonios, sus vivencias y recuerdos, es algo cautivador y necesario. Es lo que nos ofrece el documental La generación silenciosa, de Ferran Navarro-Beltrán, que se puede ver en Filmin. 


El documental consigue concentrar en poco más de una hora las declaraciones de muchas personas LGTBI que sufrieron la opresión, la discriminación y el silencio impuesto durante el franquismo. Sin voz en off, guiado por los testimonios de estas personas, el documental aborda cuestiones como el peso de la religión, la presión de la familia, las escuelas o la persecución policial en aquellos tiempos, pero también reflexiones sobre el momento actual, en el que hay derechos reconocidos que parecían impensables hace décadas, como el matrimonio homosexual, pero en el que existe el riesgo de caer en la complacencia, de pensar que ya está todo hecho, algo que desgraciadamente desmienten las agresiones y los actos de LGTBIfobia que conocemos casi a diario. 

Estaría horas escuchando a estas personas. Sus historias, muy duras, son también admirables y muy inspiradoras. Una de ellas recuerda aquel famoso verso para decir que vienen de un silencio antiguo y muy largo. Hay testimonios muy impactantes, desde la mujer transexual que era detenida por la policía casi cada fin de semana hasta la pareja de mujeres que llevan 50 años juntas y se casaron hace seis. Una de ellas cuenta que, de joven, al no sentirse atraída por ningún chico, pensó que debía meterse a monja. Cuando las dos empezaron a vivir juntas ni siquiera conocían el término "lesbiana". 

Otro de los testimonios más impactantes es el de un hombre al que su familia decidió curar de la homosexualidad como fuera, costara lo que costara. Lo llevaron a una terapia de electroshock, que consistía en alternar en una pantalla imágenes de mujeres desnudas con otras de hombres en bañador. Cuando salían ellas, no ocurría nada, pero cuando aparecían ellos sufría descargas eléctricas. Así de burdo, espantoso y cruel. Cuenta este hombre que aquella experiencia le sirvió para aclarar cualquier duda que pudiera tener sobre su orientación sexual. Por supuesto, era homosexual.

Las diferentes personas que intervienen en el documental comparten recuerdos sobre los bares de ambiente de la época en Barcelona, únicos lugares seguros para ellos, y también recuerdan la falta absoluta de representación en los medios y en la cultura. Aparecen imágenes del primer debate en televisión sobre la homosexualidad, en La Clave, en la que su propio presentador reconoce que hasta entonces era un tema tabú. 

Emocionan las imágenes de la primera marcha del Orgullo en las calles de Barcelona, tras la creación del Frente de Liberación Gay de Cataluña, pionero en la lucha por los derechos de las personas LGTBI. Aquella marcha, que desbordó todas las previsiones de los organizadores, contó con el impulso en primera línea de las mujeres trans, y tuvo lemas en defensa de la libertad sexual y en contra de las leyes que todavía entonces criminalizaban la homosexualidad. 

Todos los participantes en el documental comparten su emoción cuando se aprobó la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, aunque también inciden en la idea de que no podemos caer en la autocomplacencia. Hablan con miedo del repunte de las agresiones y los discursos de odio. También reflexionan sobre la juventud actual y sobre cómo es la vejez de las personas LGTBI. Sobre esto último, alertan del riesgo de que algunas de estas personas se vean obligadas a volver a meterse en el armario en los últimos años de su vida, por miedo al rechazo o por falta de conocimiento y de sensibilidad en estos centros, por ejemplo, con las personas trans. En cuanto a la juventud, las reflexiones de estas personas de la generación silenciosa que nos abrieron el camino van desde la envidia sana por todo lo que hoy se puede disfrutar y en su época era imposible siquiera imaginar hasta la inquietud por la existencia aún de discriminaciones en determinados entornos que no toleran a todo aquel que no se salga de la norma, de lo que en su cabeza es normal. 

La generación silenciosa, en fin, es un documental extraordinario, un necesario ejercicio de memoria, para saber de dónde venimos y para tener claro adónde no volveremos, aunque haya quienes desde determinados partidos políticos lo pretendan

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