Las mejores películas que he visto en 2022

 

Quienes me conocen o leen el blog, que viene a ser un poco lo mismo, saben que jamás catalogo a las películas por su procedencia. Que una película sea española no significa automáticamente que sea buena o mala, la nacionalidad de los creadores de una película no es un género en sí mismo, no dice nada sobre el contenido. Así que yo hablo de cine en general, aunque tenga más afinidad por algunas latitudes o me sienta más interpelado por unas historias o por otras. Si digo que el 2022 ha sido un año histórico para el cine español lo hago desde un lugar bien alejado del reduccionismo que habla de forma un tanto genérica del cine español como un todo, porque si algo demuestra este portentoso año es que eso que llamamos cine español es una realidad muy diversa y llena de talento. Lo de este año no se repite a menudo, ya que directoras y directores españoles han estrenado en 2022 auténticas joyas, un puñado de películas llamadas a mantenerse en la memoria de todo buen amante del cine. 

La primera película de este artículo, claro, no puede ser otra más que Alcarràs, de Carla Simón. Empezaba mi crónica de la película así: "no quiero exagerar, pero Alcarràs, de Carla Simón, es una de las mejores películas que he visto en mi vida". Sigo sin querer exagerar, pero sigo pensando lo mismo. La directora, que ya deslumbró en su opera prima, Verano 1993, construye ahora una película milagrosa que desborda autenticidad en cada plano. Rodada con actores no profesionales, muestra las distintas formas de reaccionar de los miembros de una familia ante la amenaza que se cierne sobre la extensión de melocotoneros que llevan trabajando décadas y donde ahora se proyecta la instalación de placas solares. Todo en la película es prodigioso. 

Entre las grandes películas españolas estrenadas este año también ocupa un lugar especial Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa, una película sobre la maternidad y los distintos roles que jugamos dentro de la familia con la que es imposible no emocionarse. Las interpretaciones de Laia Costa y Susi Sánchez son de esas que dejan huella. 

Otras dos de las mejores películas del año comparten la presencia de intérpretes franceses. Son As Bestas, de Rodrigo Sorogoyen, y Un año, una noche, de Isaki Lacuesta. Esta última, realmente impactante y que cuenta con una belleza desconcertante y con una aproximación honesta e impresionista a la historia narrada, se basa en el libro Paz, amor y death metal, en el que Ramón González, superviviente al atentado terrorista en la sala Bataclan de París en noviembre de 2015, cuenta aquella experiencia. La película, interpretada con maestría por Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant, es extraordinaria. As Bestas, por su parte, es la enésima demostración de que la dupla creativa que forman Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña es quizá la más talentosa y fructífera de los últimos tiempos en nuestro país. Construyen una historia de violencia, desgarros y mundos enfrentados en dos actos bien diferenciados. 

Otra película sensacional que se ha estrenado este año, aunque estuvo poco tiempo en cines, porque enseguida pasó a la plataforma de Amazon es Argentina, 1985. Su director, Santiago Mitre, ya había mostrado en trabajos previos su querencia por el cine político, pero hasta ahora había jugado con hechos ficticios. Aquí se decide a abordar el juicio a la dictadura militar argentina en 1985, desde el punto de vista del fiscal Julio Strassera (Ricardo Darín) y su ayudante Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), quienes se enfrentaron a toda clase de amenazas, pero que siguieron adelante para hacer historia. Fue la primera vez que un país democrático juzgaba a los responsables de una dictadura. La película, además de didáctica y reivindicativa, es muy entretenida. 

Sin duda, La peor persona del mundo es otra película imprescindible en este artículo que, recuerdo, va de las mejores películas que he visto en 2022, por lo que no tienen que ser necesariamente películas estrenadas este año. Esta cinta, candidata noruega en la última edición de los Oscar, me gustó por muy distintos motivos. A través de la historia de Julie (Renate Reinsve), la película, que no juzga nunca a sus personajes, aborda la permanente insatisfacción, la nostalgia, el amor, las dudas en las relaciones personales o el feminismo, entre otros temas. Es una película de su tiempo, con mucha hondura y nada sentenciosa. Un filme excelente. 

La literatura suele ser fuente de inspiración muy provechosa para el cine y prueba de ello son res películas que están entre las que más he disfrutado este año: Las ilusiones perdidas, Guermantes y El tiempo perdido. Por partes. Las ilusiones perdidas, de Xavier Giannoli, adaptación de la novela de Balzac, arrasó en los premios Cesar del cine francés en 2021. Es una película portentosa que establece paralelismos entre el periodismo de los gacetilleros del París del siglo XIX y el momento actual de los bulos y las fake-news. Casi dos horas y media que se siguen sin parpadear. De un ritmo más pausado es Guermantes, un proyecto peculiar que se puede ver en Filmin, ese refugio cinéfilo. A la tropa de la Comedie Française el confinamiento por el Covid le pilló en plenos ensayos de El mundo de Guermantes, basada en la obra de Proust. en lugar de irse a su casa, decidieron rodar esta película, que juega entre la realidad y la ficción, un sublime juego metateatral. Precisamente para hablar de En busca del tiempo perdido, la obra colosal de Proust, se reúne desde hace años un grupo de lectores en un bar de Buenos Aires. El documental El tiempo perdido, de Marían Álvarez, que también está en Filmin, muestra las lecturas y los debates sobre esa obra en este grupo de lectores y, sobre todo, lectoras. Una maravillosa rareza. 

Tal vez para quienes no sean sabineros, Sintiéndolo mucho, el documental que ha rodado durante más de una década Fernando León de Aranoa siguiendo al autor de tantas canciones inmortales sea un poco excesivo, pero para quienes veneramos a Sabina está sí o sí entre las mejores películas del año. Sin discusión alguna. Un retrato del hombre detrás del artista, que muestra los momentos de gloria, sí, pero también los miedos, el pánico escénico antes de salir del escenario, las dudas y las noches de juerga. Muy sabinero. Irresistible. 

El acusado, de Yvan Attal, reflexiona sobre el consentimiento, un tema de plena actualidad, a través de una historia muy impactante. Chavalas, de Carla Rodríguez Colas, habla de algo que no suele tratar el cine y lo hace con mucho talento y desparpajo. No le falta ni de lo uno ni de lo otro a la última película de Jonás Trueba, Tenéis que venir a verla, una historia mínima y muy breve sobre la amistad y el paso del tiempo que de algún modo levanta testimonio de un tiempo, el del desconfinamiento, cuando no sabíamos dónde ponernos y quitarnos la mascarilla o si abrazar a un amigo que hacía tiempo que no veíamos. 

A veces el cine nos habla desde la ficción del mundo en el que vivimos y otras veces nos permite viajar atrás en el tiempo, por ejemplo, hacia el gueto de Varsovia y una increíble historia real que sucedió allí y que cuenta Rodrigo Cortés en la excelente El amor en su lugar, o hacia los meses previos de la II Guerra Mundial y los intentos diplomáticos por intentar la contienda en Múnich en vísperas de una guerra, que adquiere un nuevo sentido en tiempos de guerra otra vez en Europa, esta vez en Ucrania tras la invasión rusa. De convivencia y ejemplo de civismo habla El olvido que seremos, la adaptación al cine de Fernando Trueba de la novela homónima en la que Héctor Abad Faciolince habla de su padre, asesinado en 1987 por defender los Derechos Humanos y la justicia social en su país, Colombia. 

Un año más, varias de las mejores películas que he visto en 2022 son documentales. Me impactó mucho Cuatro horas en el Capitolio, que se puede ver en HBO Max, y que muestra el fanatismo de los seguidores de Trump que asaltaron el Capitolio estadounidense para intentar impedir el nombramiento de Joe Biden como presidente. Muy relacionado con éste y con el riesgo para la democracia que supone la extrema derecha está también el documental Posverdad: desinformación y coste de las fake news, que muestra algunos ejemplos espeluznantes de bulos guiados por el sectarismo y el odio al diferente. 

Las personas LGTBI suelen ser objetivo preferente de mucho de ese odio. Dos documentales que me han gustado mucho sobre distintas realidades de personas no heterosexuales han sido Transhood, sobre adolescentes trans; La generación silenciosa, que da voz a quienes nos abrieron el camino, y También hablan, en el que hijos de parejas homosexuales cuentan su vida y que el único odio que reciben es por la intolerancia de los retrógrados que no aceptan su modelo de familia. Precisamente el mayor respeto a las personas LGTBI y el avance en derechos de los últimos años es uno de los puntos positivos que destacan varios de los entrevistados en ¿Qué (diablos) es España?, el documental de Movistar con el que Iñaki Gabilondo se retira definitivamente, o eso dice. Menos amable es la imagen del país que da el documental de canal francoalemán Arte España: el país fracturado, que ahonda en las razones de la polarización y el cainismo español. 

Mañana: Los mejores libros que he leído en 2022. 

Comentarios