El peón

 

El peón, de Paco Cerdà, editado por Pepitas de calabaza, es un libro fascinante. Sin un ápice de ficción, con fidelidad rigurosa a los hechos y con un colosal trabajo de documentación detrás, pero también con una creatividad y una originalidad desbordantes a la hora de acercarse a la Historia, el autor de 14 de abril o, más recientemente, Presentes, publicó en el año 2020 este libro deslumbrante que toma como hilo conductor la partida de ajedrez entre Arturo Pomar y Bobby Fischer en Estocolmo el 10 de febrero de 1962.

El libro se estructura en torno a los 77 movimientos de aquella partida de ajedrez entre el que fue niño prodigio y estrella del ajedrez durante el franquismo y el abanderado de Estados Unidos en su duelo con la Unión Soviética en la Guerra Fría. Ya sólo la historia de aquella partida y las vidas de ambos protagonistas habrían bastado para construir un libro interesante, pero Cerdà, lejos de limitarse a hacer una crónica de la partida o a presentar una biografía fragmentada de ambos, que eso también es El peón, desarrolla muchas otras historias de peones de causas políticas en aquel tiempo

La historia de Pomar, que se conoció durante muchos años como “Arturito Pomar”, porque se hizo popular desde muy niño y por ese paternalismo de la época franquista, es asombrosa. Empieza a jugar al ajedrez casi por casualidad, no tiene excesiva formación, pero muestra una habilidad extraordinaria. Participa y destaca en torneos nacionales e internacionales. El franquismo ve pronto la opción de exprimir su figura y utilizarla en su beneficio. La fama decae y se dedica a trabajar, humilde, sencillo, como cartero. 

No es menos apasionante la vida de Bobby Fischer, en especial, su evolución de ser el emblema de Estados Unidos, su ariete contra los grandes jugadores de ajedrez de la URSS en plena Guerra Fría a abrazar un discurso radical antisemita y antiamericano, hasta niveles delirantes que lo llevan a festejar los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. Son especialmente vibrantes las páginas dedicadas a su partida contra el soviético Spassky en Reikiavik

Pero el libro, ya digo, va mucho más allá de la partida entre Pomar y Fischer. Desvela detalles de ese encuentro y de la vida de ambos, pero los intercala con las historias de otros peones, de otras personas cuyas vidas quedaron marcadas por su entrega a una causa política determinada, ya sea el antifranquismo, la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos o las batallas ideológicas constantes durante la Guerra Fría

Muchas de esas historias son impresionantes. En España, entre otras muchas, son historias como la de Julián Grimau, comunista condenado a muerte por el franquismo en 1962, “el último muerto de la Guardia Civil”; Marcos Ana, el preso político de la dictadura franquista que más tiempo pasó en prisión; Diego Martínez Barrio, presidente en el exilio de la II República española en París, nombrado en México el 17 de agosto de 1945; Dionisio Ridruejo, que pasó de de falangista y propagandista franquista a opositor y participante del Contubernio de Múnich, o los habitantes del pueblo catalán Tragó de Noguera, que, como tanta otras localidades durante el franquismo, fueron expulsados de sus casas para inundar el pueblo y construir un embalse. 

Entre las historias de peones estadounidenses incluidas en el libro destaca la de Gary Powers, aviador estadounidense que fue capturado por la Unión Soviética y que protagonizó un intercambio de prisioneros con Rudolf Abel, coronel soviético de la KGB preso en EEUU. O la de Robert F. Williams, autor de un programa desde Radio Habana para la comunidad negra en Estados Unidos. También la de Blanche Posner, activista contra los ensayos nucleares en Estados Unidos, que fue llamada al siniestro Comité de Actividades Antiamericanas, y que formó parte del conocido como Women Strike for Peace (WSP), movimiento de amas de casa. Nombres que se la jugaron para defender causas justas como James Meredith, el primer ciudadano negro que pidió matricularse en la Universidad de Misisipi, o que protagonizaron momentos históricos recordados por todos pero en cuya memoria rara vez aparecen sus nombres, como el de Rudolf Anderson, el piloto de avión espía estadounidense que fue asesinado en la crisis de los misiles tras sobrevolar el espacio aéreo cubano para acreditar con pruebas la presencia de arsenal soviético en la isla. 

El peón, escrito con un estilo ágil, de frase corta y precisa, propio de una crónica periodista, en un vibrante presente como tiempo verbal, es un libro soberbio que rescata episodios históricos poco conocidos, los rostros y los nombres de los peones de la historia. 


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