Tenéis que venir a verla

Después de demostrar con Quién lo impide que una película de más de tres horas y media puede hacerse corta, Jonás Trueba demuestra ahora con Tenéis que venir a verla, su último trabajo, que en una película de apenas una hora pueden abordarse muchas cuestiones interesantes, plasmar  un pedacito de vida y levantar testimonio de un momento preciso, el desconfinamiento, y de un estado de ánimo. En definitiva, con toda su filmografía, tan personal, tan excelsa en su imperfección, el director demuestra que lo que importa de una película no es ni su duración ni mucho menos su presupuesto, sino su calidad y su honestidad. Y de ambas andan sobrados los proyectos de Los Ilusos. 
Al estilo de Los exiliados románticos, la última película de Jonás Trueba comienza en otoño de 2020, allá cuando parecía que podíamos dejar atrás la pandemia. Dos parejas de amigos se reencuentran y hablan de la vida, de su amistad, de la casa en la sierra a la que se ha ido a vivir una de las parejas, de música, de libros, del papel del arte en nuestra sociedad... El título de la película, irónica desde el comienzo, desde el cartel mismo, juega con un doble sentido. Por un lado, lo que la pareja que se ha ido a vivir lejos de Madrid le repite insistentemente a la otra, animándoles a ir a ver su casa en la sierra. Por el otro, anima al público a volver a los cines, algo que todavía no todo el mundo ha hecho después de la pandemia. 

Bajo su aparente solemnidad, la película es también bastante irónica. En la librería Ocho y medio, ese templo en la calle más cinéfila de Madrid, enfrente de los Golem, donde se puede ver la película, vemos un cartel del filme firmado por Jonás Trueba y un mensaje suyo que resume bien su concepción del cine y su trabajo: "la duda es fundamental para mí. Si no tengo dudas no merece la pena hacer una película". Los personajes de la película, extraordinariamente bien interpretados por Itsaso Arana, Francesco Carril, Irene Escolar y Vito Sans, charlan también de sus dudas vitales

Las películas de Jonás Trueba tienen todo lo que me gusta del cine. Charlas pausadas, presencia importante de la música, fragmentos de vida, historias sin una trama concreta, en la que no ocurre necesariamente nada, ni falta que hace. Una película pausada, chiquitita, de algún modo inacabada. Y, en esas conversaciones, aparece la evolución de las amistades con el paso del tiempo, el medio ambiente, la decisión de ser padres o no, el lugar donde uno quiere vivir y el tipo de vida que quiere llevar... Y también hay personas que se apasionan hablando de literatura, de un libro que les ha fascinado (¡gracias por esa escena1). Y conversaciones sobre lo humano y lo divino. 

Madrid, siempre presente en las películas de Jonás Trueba, ocupa aquí también un papel central en el filme, porque una de las cuestiones tratadas en el filme es, precisamente, la decisión de una de las dos parejas de irse a vivir a la sierra. Hay una escena muy divertida en la que el personaje de Vito Sanz le cuenta a su pareja, Itsaso Arana, que por mucho que sus amigos canten las bondades de vivir lejos de la capital, a él le gusta esta ciudad, hasta sus bolardos y sus cubos de basura. En Tenéis que venir a verla, como en La virgen de agosto y tantas otras películas de Jonás Trueba, es imposible no sentirse reconocido en muchos de los dilemas y las conversaciones. Una película, en fin, deliciosa, que levanta testimonio de un momento y que, dentro de unos años, nos recordará, por ejemplo, las dudas sobre dónde ponernos la mascarilla y dónde no, sobre los abrazos y la vuelta a la normalidad tras la pandemia. Tenéis que ir a verla. 

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