As bestas

 

Lo de Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña es realmente extraordinario, casi diría que son un caso único. Cuesta encontrar otra dupla de creadores (él, director; ambos, guionistas) en España o en cualquier otro sitio con tantas buenas historias, tanto en cine como en televisión. La regularidad próxima a la excelencia de Sorogoyen y Peña es prodigiosa. En relativo poco tiempo han conseguido por méritos propios ser una garantía de calidad, un aliciente más que suficiente para acudir a las salas de cine con cada nuevo proyecto suyo. Ambos hacen bueno eso de Picasso, que decía que era conveniente que las musas te pillen trabajando.
En cine, tanto cortos como largometrajes, y en televisión, Sorogoyen y Peña han encadenado un buen número de proyectos de mucha calidad. En 2013 estrenaron la perturbadora Stockholm, en la que una historia íntima aparentemente banal terminaba oscureciéndose y ganando en complejidad. Tres años después llegó Que Dios nos perdone, un trhiller con gran pulso narrativo que se ambienta en el verano de 2011 en Madrid, en el que convivían en las calles los manifestantes del 15M y los jóvenes católicos que acudieron a unas jornadas con el papa. En 2018 El reino levantó acta de la corrupción, con una de sus mejores películas, y un año después estrenaron Madre, basada en el exitoso corto homónimo en el que una madre perdía a su hijo, que es una historia distinta, pero también con una gran tensión y ambigüedad. En 2020, Sorogoyen y Peña rodaron la excelente serie Antidisturbios y, después de participar en otras series como Apagón o Historias para no dormir, vuelven ahora al cine con As bestas, estrenada la semana pasada. 

Este largo preámbulo sirve para recordar que Sorogoyen y Peña se han ganado a pulso convertir en un acontecimiento cada nuevo estreno, cada nuevo proyecto. As bestas no hace más que confirmarlo. Es una película muy áspera, muy dura, violenta y tensa. Es un filme soberbio, basado en un suceso real. Ambientado en una aldea gallega y rodada mayoritariamente en gallego y en francés, la película sigue los pasos de Antoine (Denis Ménochet) y Olga (Marina Foïs), una pareja francesa que dejó su vida en la ciudad años atrás para vivir en esta pequeña aldea gallega, en la que viven cuidando su huerto y restaurando casas gratis para intentar repoblar la localidad. Su vida está lejos de ser apacible por una disputa con varios vecinos, en especial, con los hermanos Anta, interpretados por Luis Zahera y Diego Anido. 

La película es un continuo juego de contrarios, que confronta parte opuestas. Los aldeanos que rechazan a los forasteros, que no los reconocen como vecinos porque son de fuera. El clásico desdén hacia lo francés, tan antiguo y rancio. De un lado, quienes llevan trabajando en ese pueblo toda la vida, acostumbrados a hacer las cosas de una forma determinada; del otro, una pareja procedente de la ciudad, defensora de la agricultura ecológica y con una mirada distinta. También distinta formación y distinta cultura. Hasta distinta lengua. Hay igualmente un contraste claro entre lo masculino y lo femenino. 

As bestas es un trhiller, con una tensión psicológica y una violencia más sugerida que mostrada durante buena parte de la película, una violencia ambiental, áspera, dura, amenazante, pero es mucho más que eso. De hecho, la película está dividida en dos partes bien diferenciadas y, su conjunto, hacen de As bestas, por encima de todo, una historia de amor. Una vez más, y esto también es marca de la casa, hay largos planos secuencia con diálogos en los que los personajes se sinceran y comparten sus temores. Se atreve a profundizar, a ir más allá, a abordar contradicciones. Al guión, que es siempre lo más importante en una película, se suma aquí una fotografía portentosa, siempre muy a favor de narrar la historia del mejor modo posible, y también unas interpretaciones excepcionales. En especial, las de Marina Foïs, la auténtica protagonista de la película, y Diego Anido. As bestas se suma a un buen puñado de otras grandes películas en este 2022 extraordinario para el cine español. No será fácil, no, elegir en la temporada de premios.

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