2021 toca a su fin y, de nuevo, despediré el año en el blog con una serie de artículos sobre las mejores series, películas, obras de teatro y libros que he disfrutado este año. Por aquello de que aún tengo cierto miedo a las grandes multitudes, este año volverá a faltar el artículo de los mejores conciertos. Ojalá en 2022 pueda volver a estar presente. Empiezo con las series, pues. Uno se toma muy en serio estas listas, aunque no deja de ser un ejercicio entretenido, sin más. No he dudado a la hora de elegir la serie con la que quiero empezar: Love, Victor. Puede no ser la mejor que he visto, si me pongo a analizar de forma fría y objetiva las cualidades de las distintas series que más me han gustado este año, pero sí es la que más me ha emocionado, la que más feliz me ha hecho.
La serie, que se inspira en Love, Simon, película a su vez basada en la novela Yo Simon, homo sapiens, de Becky Albertalli, llegó a España en febrero de este año, gracias a Disney Plus. En la primera temporada se cuenta la llegada de Victor Salazar (Michael Cimino) al mismo instituto en el que Simon, en la película madre de esta serie, salió del armario tiempo atrás. Victor tiene dudas sobre su orientación sexual, que terminan despejándose cuando conoce a Benji (George Sear). En la segunda temporada, una vez que Victor ha dado el paso de contarle a su familia quién es de verdad, la serie gana en madurez y aborda cuestiones como la homofobia en el mundo del deporte, la falta de tolerancia hacia las personas LGTBI de cierta forma de entender la religión o el hecho de que el viaje de una personaje no heterosexual no termina en la salida del armario, sino que sigue siendo una batalla constante.
Creo que, en gran medida, Love, Victor me gusta y emociona tanto porque es una serie que me habría encantado ver de adolescente. Pero entonces no existían series así. Sólo quien ha crecido con historias en las que sí se siente plenamente representado puede despreciar el valor de la representación y la necesidad de encontrar referentes en la pantalla. Ver a personas como tú, encontrar otras historias, otras voces, otras realidades. Es una serie encantadora que ya graba su tercera temporada, que presumiblemente se estrenará en junio, en el mes del Orgullo, como las dos temporadas anteriores. No me la perderé.
Ni rastro de diversidad tiene Peaky Blinders, que igualmente me ha fascinado, porque no son incompatibles distintos tipos de historias, como pretender algunos adalides de la incorrección política que recelan de toda aquella historia diversa o que representa a minorías, porque eso les provoca urticaria. Una de las mejores series que he visto nunca. Sigue las desventuras de una banda criminal en la Inglaterra de los años 20 del siglo pasado. El patriarca del clan, Thomas Shelby (Cillian Murphpy), es un personaje con un carisma soberbio. A lo largo de sus cinco temporadas (el próximo año se estrenará la sexta y última en Netflix), la serie se va volviendo más y más oscura, más madura. Es una proeza que una serie no sólo no pierda calidad a medida que avanzan las temporadas, sino que consiga ser todavía más redonda, más impecable. Una barbaridad de serie.
No es de este año, pero yo sí la he visto en 2021, y me ha parecido excepcional The Americans. Otra serie que consigue mantener el pulso narrativo y el interés el espectador a lo largo de las temporadas. Una pareja de espías soviéticos infiltrados en Estados Unidos en los años 80, con una doble vida de grises encargados de una agencia de viajes, que tienen como vecino a un agente del FBI que, precisamente, persigue a los espías soviétivos. Una joya.
Otra serie que empecé a ver mucho después de su estreno es The Crown, que cuenta la historia de la reina Isabel II. La serie ha alcanzado tal popularidad que ha llegado a reabrir heridas y a dañar la imagen de parte de la familia real británica, sobre todo, desde que apareció en la serie la princesa Diana. El próximo año se estrenará una nueva temporada y es de las que no perderé por nada del mundo. También tendrá nueva temporada en 2022 Billions, que perderá a uno de sus protagonistas. La serie, cuyo rodaje quedó interrumpido por culpa de la pandemia, comparte con las anteriores la virtud de seguir siendo fiel a sí misma y de no perder calidad por más que pasen las temporadas.
Varias de las series que más me han gustado este año tienen en común su brevedad, que son de una sola temporada y, en algunos casos, miniseries de pocos capítulos. Me impactó It's a sin, que cuenta la historia de un grupo de amigos en Londres en los años en los que estalló la epidemia de sida, que la sociedad bienpensante del momento recibió como un castigo divino para prostitutas, drogadictos y homosexuales. Una historia dramática, pero llena de vitalidad.
También cuenta con una única temporada Dime quién soy, basada en la novela de Julia Navarro. La serie, protagonizada por Irene Escolar, recrea de forma muy fiel la historia de la novela, que recorre la historia del siglo XX de España a Argentina, pasando por Rusia, Francia, Reino Unido o Polonia. Impecable. Otro registro bien diferente tienen otras cuatro series producidas por Movistar, como aquella, que me han gustado especialmente este año: Lola, una maravillosa serie documental sobre Lola Flores; Reyes de la noche, una comedia muy atractiva que se inspira en la rivalidad en las noches de la radio de los 90 entre José María García y José Ramón de la Morena, que por alguna razón poco clara no tendrá finalmente segunda temporada; Hierro, que termina con su segunda tanda de episodios, con una Candeña Peña en estado de gracia, y La Fortuna, la primera serie de Alejandro Amenábar, que no tuvo especiales buenas críticas, pero que a mí me encantó. Una historia de aventuras clásica, al más puro estilo Tintín, basada en una historia real.
Mañana, las mejores películas que he visto en 2021.
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