Billions. Final T5

 

La pandemia de Covid-19 provocó el parón del rodaje de muchas películas y series. Fue el caso de Billions, la serie de Showtime, que en España se puede ver en Movistar. El rodaje de su quinta temporada se tuvo que interrumpir por culpa del virus y quedaron pendientes cinco capítulos, que se estrenaron hace unos meses. He disfrutado mucho estos episodios. De hecho, me han servido para recordar qué extraordinaria serie es Billions, a pesar de que en el comienzo y desarrollo de esta quinta temporada había atisbado algún que otro síntoma de agotamiento. Nada de eso hay en la traca final, en la que la serie vuelve a su más pura esencia. 
La serie continúa por donde lo dejamos, con Bobby Axelrod (Damian Lewis) enfrentado a Michael Prince (Corey Stoll), su nuevo gran enemigo. La serie, que nació para contar la enemistad del fiscal general Chuch Rhoades (Paul Giamatti) con el tiburón financiero Axelrod, ha ido creciendo y enredándose, de tal forma que ahora hay nuevos enemigos y aliados, nuevas batallas. La serie, ya digo, mantiene el encanto con el que nació, esa lucha de egos y ambiciones, en la que no hay buenos, sino malos y muy malos, en la que a casi ningún personaje le mueve un sentimiento honesto. 

Uno de los grandes aciertos de la serie ha sido, precisamente, saber introducir nuevos personajes que abrieran tramas y aportaran más complejidad a la historia contada. La relación entre Axelrod y Taylor Mason (Asia Kate Dillon), por ejemplo, ha permitido a Billions ganar en intensidad e interés, porque es una relación de amor-odio, de maestro y pupilo, en la que ambos se respetan y admiran, pero que conduce una y otra vez a la desconfianza y al enfrentamiento. La entrada en acción del nuevo inversor rival, a quien da vida Corey Stoll, también ha hecho crecer a la serie. Además, aquí viene un pequeño spoiler, de la personalidad y el carisma de este personaje dependerá en gran medida la continuidad de la serie, obligada a reinventarse a partir de la sexta temporada, ya que Damian Lewis ha abandonado el proyecto. 

Billions se ha ido reinventando, ha logrado ser cada vez más coral y siempre se ha encargado de que los personajes secundarios tuvieran suficiente atractivo. Ahí está, por ejemplo, Wendy (Magie Siff), ex del fiscal general, muy próxima a Axelrod, que continúa siendo uno de los mejores personajes, de los más ricos y complejos, con esa mezcla de sofistifación, inteligencia, sarcasmo y ambición. Mientras los grandes puntales de la serie sigan en pie, y ahí ocupa un papel central su guión, con esas mil referencias culturales de las que uno pilla apenas el 10%, los diálogos ingeniosos y los giros sorprendentes, con trampas, revanchas y conspiraciones constantes entre unos personajes y otros, con traiciones y deslealtades, Billions podrá seguir adelante, incluso sin uno de sus dos protagonistas. No es, desde luego, de esas series que, llegadas a cierta altura, dan la sensación de que ya no tienen nada más que contar. Y eso es lo mejor que puede decirse de un proyecto que alcanzará ya su sexta tanda de episodios. 

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