Hierro T2

 

La segunda temporada de Hierro, la serie dirigida por Pepe y Jorge Coira y protagonizada por Candela Peña y Darío Grandinetti, es todavía mejor que la primera. Eso significa que es extraordinaria, porque la primera tanda de episodios de la serie, que emite Movistar, era impecable. Estos seis nuevos capítulos, que cierran al parecer de forma definitiva la historia, son portentosos. Una serie prácticamente perfecta, en la que todo funciona: una fotografía extraordinaria, la integración en la trama de tradiciones de la isla de El Hierro que le dan una gran autenticidad, enormes interpretaciones, guiones que ofrecen acción y sorpresas como se espera del género, personajes complejos y muy humanos en sus imperfecciones, manías y temores... Lo dicho, un portento. 
Hierro es la serie más vista en Movistar, lo cual es una gran noticia, porque siempre alegra constatar que la calidad no está reñida con el éxito de audiencia. Fue tan redonda e impecable la primera temporada que la serie podría haber terminado ahí perfectamente pero, intuyo que precisamente por ese gran éxito, se decidió continuar con una segunda tanda. El reto de crear una nueva trama que estuviera a la altura de la anterior era mayúsculo, pero sin duda los creadores de la serie lo han logrado. En muchos aspectos, de hecho, lo mejoran. La segunda temporada cuenta con todas las virtudes de su antecesora, pero todavía más puras, más cristalinas. 

Por supuesto, la serie se sostiene en buena parte en la interpretación de sus dos protagonistas, que vuelven a ofrecer sendas lecciones magistrales en estos seis episodios. Candela Peña, magnífica en todo lo que hace, le otorga aún más verdad al personaje de la jueza Candela, que sigue tramitando el caso que investigó en la primera temporada y también tendrá que hacer frente a otro sobre una disputa en la custodia de unas niñas, con las que tiene una vinculación emocional, ya que son sobrinas de la cuidadora de su hijo. Es un personaje apasionante y muy bien construido, igual que el Díaz (Darío Grandinetti), el empresario metido en asuntos turbios con el que la jueza termina encontrándose en cada caso que investiga, a cada paso que da. Como le espeta su hija en un momento de la serie, Díaz tiene tantos secretos que es imposible no tropezar con ellos. 

Candela y Díaz son dos personajes más parecidos de lo que están dispuestos a reconocer. El juego de espejos entre ambos, su relación en la distancia, de reserva pero también de respeto, de cierta intriga y fascinación, vuelve a ser el motor de la serie. O uno de ellos, ya que la nueva historia que se debe investigar, con distintas ramificaciones, es muy potente y aporta nuevos alicientes a la serie. Hierro ya demostró en su temporada anterior cómo a veces la mejor forma de contar una historia universal es hacerlo desde un escenario muy local, en este caso, la isla de El Hierro. En esta segunda temporada vuelve a integrar las tradiciones de la isla y sus peculiaridades, pero además cuenta una historia más íntima, más pequeña, al menos en apariencia, esa disputa por la custodia de unas menores, sin que pierda interés en ningún momento, todo lo contrario. 

Ya al final de la serie escuchamos a Díaz decirle a su hija que no se puede esconder de la vida, minutos antes de que Candela pronuncie una de esas frases solemnes del personaje: "hay veces en que la vida se pone muy cabrona, pero tú vas a poder con esto". En el fondo, Díaz y Candela, Candela y Díaz, tienen muchas diferencias, pero comparten un cierto código ético, una cierta mirada. Se atraen tanto como se repelen, se necesitan tanto como están deseando perderse de vista, se respetan y se desprecian a ratos. Hierro, en fin, es una serie madura, inteligente, entretenida y rodada de forma exquisita. Si la perfección en una serie existe debe de parecerse mucho a esto. 

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