Las mejores películas que he visto en 2020

 

Este año he visto mucho cine, porque es de las cosas que dan sentido a la vida y porque lo necesito siempre, pero lamentablemente, poco en las salas de cine, por culpa de la pandemia. El confinamiento, primero, y el miedo a los espacios cerrados, después, nos ha alejado a muchos temporalmente de los cines, esos lugares donde tan felices hemos sido y a los que estamos deseando volver a disfrutar. Una de las pocas películas que sí pude ver en cines, antes de que el maldito coronavirus entrara en nuestras vidas, fue Sólo nos queda bailar, de Levan Akin. También es una de las películas que más me han conmovido este año. 
Los protagonistas de la película son dos bailarines de danza georgiana, un baile muy tradicional y rudo, que escapa de cualquier atisbo de sensualidad pero que, sin embargo, irradia una belleza y una plasticidad extraordinarias. Es una danza delicada y hermosa, incluso, a su pesar. Y algo similar le sucede a la propia película. Es dura, muy dura en ocasiones, pero está también llena de belleza, no fácil no obvia, nada simplista. Además de ser una película formidable, es un proyecto valiente, porque recibió fuertes presiones de sectores retrógadros de Georgia. El actor protagonista declaró en una entrevista que llegó a rechazar cinco veces el papel por miedo a la presión social. Afortunadamente, el cine y la belleza vencieron para regalarnos una película maravillosa. 

Sólo nos queda bailar muestra una preciosa historia de amor y descubrimiento entre dos personas del mismo sexo, igual que Retrato de una mujer en llamas, cuyo parecido principal y la razón por la que aparece en este artículo es su enorme calidad. La película de Céline Sciamma es conmovedora y se envuelve en la belleza de la pintura, igual que la cinta anterior se funde con la danza georgiana. 

Era una película que me perdí en los cines el año pasado y que tenía muchas ganas de ver, igual que 120 pulsaciones por minuto, de Robin Campillo, que se estrenó en 2017. Es una historia durísima sobre Act Up, una asociación que buscaba en los años 90 concienciar a la sociedad francesa sobre el sida, que arrastraba entonces muchos prejuicios. La película combina su vocación documental, áspera en ocasiones, con una parte más puramente narrativa. Ambas emocionan y remueven al espectador. Una cinta valiente y necesaria, que es combativa y a la vez tierna, muy arriesgada, al borde del abismo, pero que siempre sale a flote porque derrocha verdad. 


Otro tono bien distinto tiene Matthias&Maxime, la primera película que vi en el cine después del confimamiento de primavera. La historia de Xavier Dolan se detiene en una anécdota, un simple beso de dos amigos rodando un corto amateur, que les remueve a ambos. 

También vi en el cine, en unos cines en A Coruña en aquella inolvidable semana de julio, ¿Dónde estás, Bernadette?, la última película de Richard Linklater, protagonizada por Cate Blanchett. Cualquier película del director de Boyhood es una cita obligada, porque siempre aporta una mirada propia, incluso cuando se trata de la adaptación de una novela, como es el caso de la historia de Bernadette, una mujer que se siente un bicho raro en la sociedad, que esquiva a los vecinos cuando se encuentra con ellos en la calle y que busca la menor interacción social posible. Es decir, es una mujer sensata. La película, tal y como yo la leo, tiene algo de alegato contra la normalidad y contra las rígidas convenciones sociales, que se le indigestan a Bernadette. Una película con la ligereza inteligente que caracteriza la obra de Linklater, con la que me reí muchísimo. 


El resto de las mejores películas que he visto este año las he podido disfrutar desde casa, a través de las plataformas. En lugar destacado incluyo a El juicio de los siete de Chicago, la última genialidad de Aaron Sorkin. La película muestra la historia real de siete activistas estadounidenses que fueron juzgados por unos altercados en la Convención del Partido Demócrata en 1968. Aquel proceso, más bien irregular, permite a Sorkin desarrollar su habitual estilo, con diálogos trepidantes y punzantes. 

Otra película magnífica que mira al pasado es Mank, de David Fincher, en la que se cuenta el proceso de escritura del guión de Ciudadano Kane, uno de los mejores filmes de la historia. Con una factura impecable, en blanco y negro, la película se centra en Herman Mankiewicz, el guionista genial, deslenguado, a ratos insoportable y adicto al alcohol al que Orson Welles encargó el guión de la película basada en la vida del magnate de los medios William Randolph Hearts. Entre las virtudes de Mank, que suena como candidata al Oscar, una de las más importantes es que anima a volver a ver Ciudadano Kane, que siempre es una buena idea. 

Termino con seis películas, cada una distinta a la anterior, que sólo tienen en común lo mucho que he disfrutado con ellas. Amazon estrenó hace un mes Historias lamentables, la primera película de Javier Fesser después del éxito de Campeones. Esta vez la película tiene un tono diferente y muestra varios relatos sueltos que tienen en común el patetismo y la vergüenza ajena que provocan los protagonistas. Muy loca, muy divertida, igual que La odisea de los giles, de Sebastián Borenzstein, que cuenta una historia de perdedores que se rebelan, con Ricardo Darín y su hijo, juntos por primera vez en una película. 

En el apartado de películas argentinas exquisitas está también El cuento de las comadrejas, donde Juan José Campanella demuestra que sigue en plena forma. Pude verla a través de las plataformas, igual que Hater, de Jan Komasa, que me sorprendió muy gratamente en Netflix, con una trama turbia y muy realista sobre redes sociales, política y extremismos; Pequeñas mentiras para estar juntos, que es la secuela de la magnífica Pequeñas mentiras sin importancia, no tan redonda como su antecesora, pero sin duda interesante, y Coco, la delicada película de Pixar centrada en la tradición del Día de Muertos en México. Una película enternecedora con el colorido de aquel país y con esa habilidad de Pixar de hacer películas que pueden leerse en distintos niveles. Una delicia. 

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