Mank

 

Van camino de convertirse en un género en sí mismo las películas de calidad, preferiblemente en blanco y negro, y de directores prestigiosos producidas por Netflix con el objetivo de ser aceptado como un igual en Hollywood. Suelen ser, además, producciones en las que los directores cuentan con gran libertad creadora y que posiblemente ningún gran estudio habría producido. La apuesta fuerte de Netflix para los Oscar del próximo año es Mank, de David Fincher, que además es cine dentro del cine, algo que suelen adorar los académicos. Más allá de los denodados esfuerzos de Netflix por adquirir reputación en el mundo del cine, lo cierto es que Mank es una película extraordinaria y eso, al final, es lo único que importa de verdad. 

Forma parte Mark del género, este ya más que asentado y clásico, de películas que hablan de otras películas, de cine sobre el cine, autorreferencial y autocelebratorio, que se vuelve irresistible para todo amante del séptimo arte, aunque sólo si está bien hecho. Y aquí todo funciona a la perfección. Para muchos no deja de resultar paradójico que sea precisamente Netflix el que celebre y homenajee a un mundo del cine que ya no existe, el de los estrenos de las películas en las salas como acontecimientos sociales. Pero, insisto, poco importa quién haya puesto el dinero para producir la película. Lo importante de verdad es que se ha rodado y que es muy difícil encontrarle defecto alguno. 

El título de la película se refiere a Herman Mankiewicz, guionista de Ciudadano Kane, para muchos, la mejor película de la historia del cine, una incuestionable obra de arte. Por si el proyecto tenía ya pocos alicientes, su director es David Fincher, quien además ha rodado la película basándose en un guión que escribió su padre, Jack Fincher, antes de morir. Vemos circular por la pantalla a un joven, brillante y peculiar Orson Welles, director de la película; a Louis B. Mayer, jefe de la influyente Metro Goldwyn Mayer; por supuesto a William Randolph Hearst, el magnate de los medios de comunicación sensacionalistas a quien retrata Ciudadano Kane, o a Joseph Mankiewicz, hermano de Herman, que también fue un guionista destacado del Hollywood clásico. 

La historia transcurre durante el proceso de escritura del guión de Ciudadano Kane. Welles envía a Mank a una casa perdida en medio de la nada y, lo que es peor para él, sin una gota de alcohol, con la pierna escayolada tras sufrir un accidente, con el objetivo de que escriba en dos meses el guión de semejante obra maestra. Y él lo hace, claro. El resultado es historia, como lo es también la animadversión entre ambos, dado que Orson Welles no quería que Mank apareciera en los créditos, pese a que escribió el guión. 

La película es la vez un retrato maravilloso y descarnado del Hollywood de los años 40 y un biopic de Mank. Es una historia con un protagonista incuestionable, el propio Mank, que tiene una personalidad arrolladora. Brillante, deslenguado, alcohólico, desesperante, divertido. Único. Aparece como el auténtico genio detrás de Ciudadano Kane, como un tipo absolutamente fascinante, aunque un tanto autodestructivo y, por momentos, insoportable. La cinta adapta las maneras del cine clásico, no sólo por el blanco y negro, sino por la forma en la que está rodado. Fascina tanto lo que se cuenta, con un guión impecable, como el modo en que se cuenta, con esa fotografía elegante y clásica, cuidada hasta el detalle, como esos créditos que aparecen antes de cada escena como si fueran acotaciones del guión ("interior noche 1934..."). 

Es sin duda la personalidad de Mank, interpretado con su maestría habitual por Gary Oldman, lo que más cautiva de la película, pero no lo único. Siempre es un placer ver al cine hablar del propio cine. También es interesante observar cómo no ha cambiado demasiado en las últimas décadas el debate político en Estados Unidos, y no sólo, así como las relaciones entre el poder político y el mediático. Otro de los méritos de Mank, y no menor, es que tras verla te entran unas ganas irreprimibles de volver a ver Ciudadano Kane, que según leo, está disponible en Amazon Prime Video, en Movistar y en Flix Olé. Puede que las plataformas no sean tan malas para el cine, después de todo. 

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