Historias lamentables

 

Contó Borja Cobeaga hace unos años en un coloquio en el cine de verano de La Bombilla que el éxito arrollador de Ocho apellidos vascos le permitió darse el capricho de rodar Negociador, esa comedia imposible y genial sobre las negociaciones del gobierno con ETA. He recordado aquello al ver Historias lamentables, la primera película de Javier Fesser tras Campeones. Salvando las distancias, imagino que el exitazo de su anterior película le ha allanado el camino a Fesser para poder estrenar ahora en Amazon este maravilloso delirio, una comedia libérrima, que es más atractiva cuando más surrealista se vuelve

La película está compuesta por cuatro historias, independientes pero conectadas de alguna forma. Estos filmes suelen correr el riesgo de ser irregulares, por el interés dispar de los relatos. Aquí no ocurre eso. Es una opinión muy personal, pero cada historia me divirtió más que la anterior. Hay escenas absolutamente hilarantes, con una mezcla magistral de humor absurdo, grandes dosis de ironía, cierta sátira social y mucha humanidad. Eso y un elenco de intérpretes no muy conocidos, por lo general, que bordan cada papel. Ya sabíamos que entre sus muchas virtudes está la gran dirección de actores de Fesser. Aquí ofrece un auténtico recital. Cada intérprete está perfecto en su papel. Todos lo bordan. 

No destriparé los relatos que componen la película, claro. Sólo unos apuntes cortos. La primera de las historias nos sitúa en una cena de empresa que sirve de despedida y homenaje al dueño de una empresa de transporte, El Rayo. Su hijo, por alguna razón, aparece en el escenario disfrazado de superhéroe, o algo así. A partir de ahí, cada cosa que sucede es más inenarrable que lo anterior. Después llega el turno de El señor de la playa, un hombre metódico y rígido hasta niveles enfermizos que todos los años toma una foto del amanecer desde la playa. Siempre desde el mismo rincón. Siempre puntual a su cita. Digamos que se le tuerce el día un poco, con un encuentro casual. 

Tras esa historia llega otra especialmente atrevida, casi diríamos que provocadora, a ratos. Muy salvaje. Una mujer amargada y herida, dañada por la vida, a la que el banco le amenaza con quitarle la casa y a quien le han cortado la luz y el agua, se encuentra con un hombre negro que le ofrece arreglarle el jardín de su casa. La mujer, que básicamente odia a todo el mundo, en general, y a todos los hombres, en particular, emprende una peripecia curiosa con este hombre, que no está en una situación mucho menos precaria que la suya. Por último, Fesser imagina una agencia que construye excusas para cualquier disyuntiva. Excusas de lo más disparatadas y grandilocuentes, con explosiones y todo. Es el relato que ofrece las escenas más surrealistas y desternillantes de la película. 

Reír siempre viene bien y pocas películas he visto este año que garantice más carcajadas que Historias lamentables, cuyo título juega con esa doble acepción del término ("que merece ser lamentado o es digno de llorarse" y "dicho del estado o del aspecto de una persona o de una cosa: Estropeado, maltrecho"). Fesser sitúa al espectador en la posición del que, en efecto, siente lástima por lo que le ocurre a sus desdichados personajes pero, a la vez, no puede evitar reírse de lo que ve en la pantalla. Una película tan loca, extraña y atrevida que es de lo mejor que nos ha pasado a los amantes del cine en este 2020 pandémico. 

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