Campeones

Tenía todas las prevenciones del mundo, y alguna más, con Campeones, la última película de Javier Fesser. Qué inmenso error habría cometido si no hubiera ido al cine a ver este filme tierno, divertido, inteligente y vitalista. Es una joya y agradezco a un par de amigas que me animaran a descubrir esta cinta deliciosa. No son pocos los riesgos que asume el director con este filme, empezando por el de caer en la sensiblería extrema, pero los esquiva todos, para ofrecer una película de esas que dejan huella, de las que marcan de verdad, de las que uno recomienda sin dudar. Es una historia bellísima redondeada con un final fabuloso y poco convencional. 


Marco (Javier Gutiérrez, inmenso en todo lo que hace) es el segundo entrenador del Estudiantes, un técnico de baloncesto profesional y reconocido, que no pasa por su mejor momento. La relación con su mujer está al borde del colapso y lleva tiempo sin hablar con ella. De pronto, por sus errores, se ve sin trabajo y condenado por conducir ebrio a entrenar a un equipo de personas con discapacidad intelectual. Hasta ahí, no mucho más que la historia clásica de ver a una persona desubicada, en un contexto que no es el suyo, perdido, incapaz de soportar ese cambio de vida. Pero pronto la ternura con la que se cuenta la historia cautiva y convierte a Campeones en una película especial, diferente, única. Marco descubre a un grupo de chicos con sus rarezas y manías, como todo el mundo, del que aprenderá más de lo que él les enseñará a ellos. Los chavales no entienden demasiado de baloncesto, pero sí de la vida, de las emociones, de lo que de verdad vale la pena. 

Los componentes del equipo, que no son actores profesionales, bordan sus papeles, desde el hipocondríaco y algo obsesivo que teme padecer todas las enfermedades posibles y que tiene un control exhaustivo de cada vuelo que alcanza a su vista, hasta el empleado de una cocina que es maltratado por un jefe explotador, pasando por otro que es pura ternura y no para de dar y pedir muestras de cariño. Son encantadores y sus actuaciones resultan convincentes y emotivas. El filme avanza, tratando a estos chavales como personas, como se escucha en un momento del filme, que es exactamente lo que son, aunque tantas veces no sean tratados así. 

La mujer de Marco (Athenea Mata) le achaca falta de compromiso. Juntos, gracias el equipo Los amigos, intentarán reconstruir su relación. Javier Gutiérrez y Athenea Mata bordan sus papeles, igual que hacen Luisa Gavasa, quien da vida a la madre de Marco; Juan Garvallo, el responsable del equipo al que llega Marco por la condena judicial; y, sobre todo Luis Bermejo, demostrando hasta qué punto es cierto eso de que no hay papeles pequeños. Los secundarios son decisivos en esta cinta, igual que el grupo de personas con discapacidad intelectual que aportan tanta frescura a la cinta (Alberto Nieto, Roberto Chinchilla, Jesús Vidal, Jesús Lago Solís, Fran Fuentes, José de Luna, Sergio Olmo, Gloria Ramos, Alberto Nieto Fernández, Julio Fernández y Stefan Nieto). 

La otra gran clave del filme es su tono, su maravilloso sentido del humor, los potentes mensajes de fondo que lanza, sus extraordinarios diálogos. Javier Fesser ha logrado casi la cuadratura del círculo. Probablemente de ninguna película se pueda afirmar que es perfecta, que no tiene fallo alguno, que todo funciona como debe hacerlo. Pero algunas se acercan mucho y, sin duda, Campeones es una de ellas. Celebro su formidable éxito en taquilla y no me extraña. Es una joya, casi un milagro. Es el fenómeno cinematográfico del año, lo cual es importante, y sobre todo es una película encantadora, tierna e inolvidable, lo cual importa muchísimo más. 

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