14 artículos para celebrar 14 años del blog

 

Tal día como hoy hace 14 años empecé a escribir este blog. Casi 3.500 artículos después, esta bitácora sigue siendo mi lugar feliz, mi refugio, el patio de mi recreo, un espacio de absoluta libertad. El blog continúa siendo el sitio donde construir recuerdos con palabras, donde recordarme a mí mismo aquellas películas, libros, obras de teatro, conciertos, vivencias, viajes o reflexiones que dan sentido a la vida. Hace un par de años, cuando el blog cumplió doce, hice memoria y hablé de la evolución de este espacio en ese tiempo. Hoy, quiero celebrar el 14 cumpleaños con 14 artículos especiales para mí de todo este tiempo. No es una lista exhaustiva, pero al hacer este ejercicio, he recordado varios artículos de forma automática. Alguno ha quedado fuera, a la espera de mejor ocasión. 

Muchas gracias por estar ahí. 

Aquí están esos 14 artículos para festejar el cumpleaños, por orden cronológico. 


Inolvidable
(19 de septiembre de 2010)

Ayer subí a la Bola del Mundo para vivir la etapa decisiva de la Vuelta Ciclista a España y disfruté como un niño la mañana del seis de enero. Por ello hoy hablaré de este épico y extraordinario deporte desde otro punto de vista, casi desde dentro, desde muy cerca de todo lo que pasó ayer en la etapa inolvidable de ayer en la que Mosquera se llevó el triunfo parcial, pero en la que no pudo arrebatarle el maillot de líder a Vincenzo Nibali, digno vencedor de la carrera que hoy tendrá su homenaje en las calles de Madrid.



Yo confieso
(26 de junio de 2013)
"La capacidad de fascinar al lector, de admirarlo por la inteligencia que contiene o por la belleza que genera" (p. 635). Esas son las cualidades que un libro debe tener para gozar del privilegio de la relectura, según las palabras que Jaume Cabré pone en la boca de Isaiah Berlin en su excepcional novela Yo confieso. Bien, pues estas dos virtudes, además de otras muchas, las tiene el libro de este escritor catalán que fue reconocido como el mejor de 2011 por la revista literaria El Cultural. Fue una reseña sobre esta obra en la citada publicación la que me hizo interesarme por el libro. Nunca se lo agradeceré bastante.


Boyhood
(5 de octubre de 2014)
A quienes nos gusta leer las críticas de las películas antes de ir a verlas se nos presenta un problema cuando los expertos cinematográficos son unánimes sobre la calidad de una cinta. Es fácil que las altas expectativas no se cumplan y a la vez es complicado procurar llegar al cine con la mente libre de prejuicios o ideas preconcebidas sobre la película. Es el caso de Boyhood, un filme elogiado y elevado a los altares del séptimo arte, ahora sé que de forma justa. El proyecto atrae por cómo se rodó: durante varias semanas de doce años seguidos con los mismos actores. El niño protagonista, ese al que vemos con seis años al comienzo del filme, termina yendo hacia la universidad. La cinta enamora por cómo capta el paso del tiempo, cautiva por la historia que cuenta y conmueve como sólo puede hacerlo la vida misma. 



Mi primer Sant Jordi
(24 de abril de 2015)
Hace tiempo leí a alguien, siento no recordar ni quién ni dónde lo dijo, explicando que envidiaba a aquellas personas que aún no han leído los grandes clásicos, a los que aún no conocen esta o aquella sinfonía, a todos los que tienen por descubrir las obras maestras del séptimo arte... Porque nada hay equiparable a la primera vez. En ese sentido, todos somos envidiables porque hay muchos autores, obras o películas por descubrir, de esas que parecerán escritas o rodadas para nosotros y de las que tal vez ni siquiera hemos oído hablar, o quizá de las que llevamos mucho tiempo queriendo conocer. Esa sensación única del que descubre, del aventurero en tierra inexplorada, esa primera vez sentí ayer en Sant Jordi, la fiesta de los libros y la rosa, de las letras y los sentimientos, de la cultura y el amor, en Barcelona


“César & Cleopatra”, en Mérida
(27 de julio de 2015)
Hace más de dos mil años, el emperador Octavio ordenó construir en la antigua Augusta Emerita un formidable teatro que, desde hace 61 años, acoge el Festival de Teatro Clásico de Mérida. En este espacio mágico resuenan las voces de civilizaciones pasadas, de pueblos extinguidos, de tradiciones que han llegado a nuestros días. En este escenario, iluminado por la luna y las luciérnagas que cruzan por el teatro ocasionalmente, se viven espléndidas noches de verano en la hoy capital extremeña. Noches de cultura, de revivir el pasado interpretando clásicos o proyectándolo al presente con versiones libérrimas y originales de esas que tal vez incomoden a los puristas pero que atraen a toda clase de público y sirve para darle una visión moderna a historias y personajes inmortales. 


Camino de Santiago
(6 de septiembre de 2015)
Buen camino. Es la frase más escuchada y repetida a lo largo del camino de Santiago. Unas palabras de saludo, de aliento, de reconocimiento, de solidaridad. Buen camino, dicen todos los peregrinos a quienes se cruzan con ellos en esta senda rumbo a la ciudad compostelana, cada cual con sus propias motivaciones, todos esperanzados en disfrutar de la ruta, ya que como reza un cartel en el trayecto entre Sarria y Portomarín, es el camino y no la meta lo que cambia nuestras vidas. Buen camino, dicen los lugareños al ver pasar a esos peregrinos por una senda recorrida por miles de personas desde hace siglos, sabedores de la grandiosidad de este camino, de todo lo que significa en su conjunto y, sobre todo, individualmente para cada persona que decide emprender la marcha. Es ese buen ambiente entre los caminantes, el saludo, la permanente disposición a ayudar y a animar a quien avanza más débil, más fatigado, lo que más conmueve y fascina del camino de Santiago, quizá por la falta de costumbre de gozar de esta actitud en nuestra vida diaria. 


Buenos Aires
(29 de noviembre de 2016)
Federico García Lorca visitó Buenos Aires en 1933, invitado por la Asociación de Amigos del Arte, con la intención de quedarse unas pocas semanas. El poeta granadino se enamoró de la capital argentina y estuvo allí desde octubre del 33 hasta marzo del 34, hospedado en la habitación 704 del Hotel Castelar, donde hoy, cada miércoles, se celebran visitas guiadas para recordar, en esa estancia donde soñó y vibró con los aires porteños el genial poeta, sus pasos por la ciudad. "Buenos Aires tiene algo vivo y personal; algo lleno de dramático latido. Yo sé que existe una nostalgia de la Argentina de la cual no quiero librarme", escribió Lorca. Sus huellas en la ciudad están por todos lados, como el café Tortoni, uno de tantos cafés literarios de Buenos Aires, hermoso, que expone dentro una imagen del poeta, al igual que de otros muchos escritores. Un espacio bellísimo repleto de placas en la entrada, como la que reza "viejo Tortoni, refugio fiel de la amistad junto al pocillo de café" o esa otra de Arturo Berenguer Carisomo, en la que recuerda "el querido Tortoni, que tantas veces dio hospedaje a grandes artistas, a mí -tan modesto-, para escribir en sus mesas de oro". El café Tortoni se fundó, en el 825 de la Avenida de Mayo donde aún se encuentra, en el año 1858. 


Madrid, libre y orgullosa
(2 de julio de 2017)
Madrid fue una fiesta. Todos los años por esta fechas lo es, pero ayer un poco más. Más gente, más acentos, más colores, más besos, más amor, más diversidad. Madrid cumplió con nota con la organización de la fiesta europea y mundial del Orgullo. Un verso del catalán Joaquín Bartrina mil veces citado describe bien una de las características más propias de los españoles, nuestro muy desarrollado sentido de la autocrítica. "Oyendo hablar a un hombre, fácil es / acertar dónde vio la luz del sol; / si os alaba Inglaterra, será inglés, / si os habla mal de Prusia, es un francés, / y si habla mal de España, es español". En esta línea, otros versos muy conocidos de Gil de Biedma sentencian que "de todas las historias de la Historia, sin duda la más triste es la España porque termina mal". Y sin embargo, a veces, aunque nos empeñemos, los españoles no tenemos razones para hablar mal de nosotros mismos, porque nuestra historia acaba bien. Muy bien. Hay veces en las que sólo podemos sentir un legítimo orgullo. Por ejemplo, cuando España fue abanderada de libertad hace una década, aprobando el matrimonio homosexual. O ayer, cuando la fiesta del World Pride se adueñó de Madrid, tiñendo la ciudad de la bandera arcoíris, convirtiendo la capital en una especie de oasis de libertad y diversidad. 


Gracias por hacer historia
(9 de marzo de 2018)
8 de marzo de 2018. Todos recordaremos este día histórico. Desde ayer, creo un poco más en la humanidad. Todos sabemos dónde estábamos y qué hacíamos en las contadas fechas históricas que hemos podido vivir. Así que, cuando me pregunten por este 8 de marzo de 2018 dentro de unos años, diré que fue un día emocionante, en el que una oleada feminista recorrió las calles de ciudades y pueblos de España y de todo el mundo. Sin duda, recordaremos este día en el que pararon millones de mujeres, hartas de la desigualdad. Diré que fue un día en el que nadie pudo dejar de oír, por taponados de machismo que tenga sus oídos, el clamor por la igualdad. Comenzó el día con un tren más lleno de lo habitual. Porque cuando ellas paran, para el mundo. Porque en el transporte público también se notó su ausencia, para lanzar un necesario mensaje, al fin, urgente, inaplazable.


París, siempre París
(24 de octubre de 2019)
El retraso en el avión de vuelta desde París me permitió empezar a leer en el aeropuerto El colgajo, de Philippe Lançon (gracias, Easyjet). En sus primeras páginas, el autor cita una frase de Noche de Reyes, la comedia de Shakespeare, en la que se define a los amantes como “inconstantes, caprichosos en todas sus acciones salvo en guardar la imagen de aquella criatura a la que aman". Al leerla, pienso en que ésa es exactamente la única relación que concibo con París. Ser su amante, ser caprichoso en todo, menos en guardar la imagen de la capital francesa, esa criatura a la que tanto adoramos, a la que sólo se puede adorar con devoción ciega. 


Sabina y Serrat incendian Madrid
(21 de enero de 2020)
“Siempre hay un fuego que se enciende en Madrid”, canta Sabina en Yo me bajo en Atocha, ese gran himno a la ciudad del cantante jienense. Anoche el autor de ésta y otras memorables canciones incendió Madrid junto a Serrat, subiendo unos cuantos grados la temperatura de la capital en medio de un temporal de viento y frío, con un concierto de cerca de tres horas en el Wizink Center, el Palacio de toda la vida. Creo que el disco de la gira Dos pájaros de un tiro, de Sabina y Serrat, es el único que he rayado en mi vida hasta hacerlo inaudible de tanto escucharlo. Lo escuché tantas veces que llegué a memorizar cada aplauso del público, cada grito de los espectadores, cada nota, cada palabra de ánimo de los artistas al pueblo enardecido y embriagado con su arte. Nunca antes y nunca después he tenido tanto cariño a un disco, nunca he pasado tantas horas con unas mismas canciones, que escuchaba una y otra vez, casi de forma obsesiva. Anoche recordé aquellas horas felices en compañía de los dos maestros y sumé a la lista de todo lo que les debo haber vivido uno de los mejores conciertos de mi vida.



Los días raros
(13 de marzo de 2020)
Se suele decir que sólo empezamos a valorar algo de verdad cuando lo perdemos y eso es justo lo que está pasando estos días con la normalidad, con nuestra vida cotidiana. Ahora que todos vemos alterada en mayor o menor medida nuestra rutina, esa forma de vida que damos por hecha, entendemos lo importante que es. No faltan las referencias culturales, que siempre están ahí, que siempre ofrecen asideros y ejemplos, donde siempre pasó todo antes que en la vida real. Hay quien compara esta situación con un capítulo de Black Mirror o con una película de ciencia ficción. Muchos, salvando las distancias, recordamos hoy La peste, esa inmensa novela de Albert Camus, y pensamos que vivimos, como aquella canción de Vetusta Morla, en Los días raros.


Reencuentro con el Prado
(13 de julio de 2020)
Cuando todo se tambalea alrededor y manda la incertidumbre, es reconfortante volver a lo inmutable. Nada mejor que regresar a lo que lleva siglos fascinando a millones de personas para poner pie a tierra, para encontrar alguna certeza en medio de tantas dudas. Nada como volver a los clásicos para tomar perspectiva. Han pasado guerras, pandemias, hambrunas y toda clase de tragedias, pero las obras maestras que alberga el Prado siguen ahí, ofreciendo un espacio de serenidad y belleza, un oasis en tiempos de pandemia.


Encuentro con Édouard Louis
(4 de noviembre de 2021)
Lo primero que hice al terminar el encuentro con Édouard Louis organizado por el Institut Français de Madrid el martes fue ponerme a tomar notas en el móvil como si no hubiera un mañana. No quería olvidar ninguna de las ideas y reflexiones de la hora y media previa, un festín intelectual, una tarde apasionante. En 2015, fui uno de los miles de lectores conmovidos en todo el mundo con la primera obra del autor, Para acabar con Eddy Bellegueule, en la que contaba el asfixiante entorno homófobo que sufrió en su infancia y adolescencia en un pueblo del norte de Francia, lo que le obligó a salir de allí y cambiar hasta de nombre para seguir vivo. Esa obra, ahora llevada al teatro, que se representará en La Abadía por La Joven Compañía hasta el día 14 de noviembre, es la que ha traído a Louis hasta España y nos ha permitido escucharlo, con su tono pausado y sereno, pero también apasionado y vibrante.


¡Gracias por estar ahí!

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