Madrid, libre y orgullosa



Madrid fue una fiesta. Todos los años por esta fechas lo es, pero ayer un poco más. Más gente, más acentos, más colores, más besos, más amor, más diversidad. Madrid cumplió con nota con la organización de la fiesta europea y mundial del Orgullo. Un verso del catalán Joaquín Bartrina mil veces citado describe bien una de las características más propias de los españoles, nuestro muy desarrollado sentido de la autocrítica. "Oyendo hablar a un hombre, fácil es / acertar dónde vio la luz del sol; / si os alaba Inglaterra, será inglés, / si os habla mal de Prusia, es un francés, / y si habla mal de España, es español". En esta línea, otros versos muy conocidos de Gil de Biedma sentencian que "de todas las historias de la Historia, sin duda la más triste es la España porque termina mal". Y sin embargo, a veces, aunque nos empeñemos, los españoles no tenemos razones para hablar mal de nosotros mismos, porque nuestra historia acaba bien. Muy bien. Hay veces en las que sólo podemos sentir un legítimo orgullo. Por ejemplo, cuando España fue abanderada de libertad hace una década, aprobando el matrimonio homosexual. O ayer, cuando la fiesta del World Pride se adueñó de Madrid, tiñendo la ciudad de la bandera arcoíris, convirtiendo la capital en una especie de oasis de libertad y diversidad

Madrid fue una fiesta, sí. Sería absurdo y contraproducente pensar que por lo visto ayer todo el camino en pos de la igualdad se ha recorrido. Queda mucho aún, muchísimo. Pero también sería inútil no recrearnos, aunque sólo sea un poco, por todo lo que se ha avanzado, porque ayer Madrid fuera capital mundial del Orgullo. Había muchas imágenes hermosas miraras donde miraras. Grupos de jóvenes celebrando la vida y la diversidad, personas venidas de fuera, de otras regiones y de otros países, espacio para la reivindicación y la protesta. Pero quizá de todas esas imágenes me quedaría con dos. Por un lado, la de tantas y tantas parejas heterosexuales que llevaron a sus hijos al Orgullo, para educarlos en libertad, para que vean desde niños que el mundo a su alrededor es muy rico, muy diverso, muy variado, y que deben respetarlo y disfrutarlo. Y, por otro lado, las imágenes de personas mayores en la manifestación, que llevaban en sus ojos un brillo especial, el de quien ve su ciudad acogiéndolas tal y como son, tras tantos años de insultos, de miedo, de armarios, de miradas de desprecio. Imposible no emocionarse al ver parejas de hombres o mujeres maduras, que tardaron tanto en poder casarse, en verse reconocidos como pareja, en poder pasear de la mano por la calle libremente, con quienes la sociedad tiene una deuda tan inmensa que en días como ayer empieza a saldar un poco. 

Con frecuencia se ofrece una imagen estereotipada del Orgullo en los medios. Por supuesto, hay personas disfrazadas de romanos, de marineros, de militares. Y olé por ellos. Pero si algo queda claro en la manifestación y posterior marcha del Orgullo es que aquí cabe todo el mundo. Y que, por supuesto, lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales no casan con ningún estereotipo, porque las personas son eso, personas, no etiquetas andando. En la manifestación, a ritmo de mil batucadas, se escucharon gritos de protesta. "No desfilamos, nos manifestamos". Se marchó por Madrid para pedir derechos LGTB en todo el mundo. Fue especialmente emotiva la presencia de Amnistía Internacional, con voluntarios que llevaban carteles anunciando que se manifestaban por todos esos países donde la homosexualidad está castigada por ley, como un delito, como si sentir y amar diferente fuera peligroso y repudiable. 

El Orgullo se ha convertido en una fiesta de todo el mundo, con la que Madrid se identifica, en la que encuentra en el espejo su mejor cara, la de ciudad acogedora que no pregunta a nadie de dónde es, con quién se acuesta o a quién ama. Madrid es el Orgullo porque la ciudad entera se convierte en una gran verbena, en una fiesta al aire libre en torno a la reivindicación de los derechos y la diversidad. El Orgullo permite a Madrid ser más intensamente lo que es todo el año, una ciudad abierta a todos. Y nunca luce Madrid tan hermosa como estos días de finales de junio. 

Personalmente, las marcas me sobran un poco, especialmente en la manifestación. Y también hay protestas contra la mercantilización del Orgullo. "Mi orgullo no es tu negocio", leemos escrito a rotulador en unas coronas de Burger King con el arcoíris en la marcha. Con todo, aunque para las empresas sea una forma de márketing, qué importante es que lo socialmente reconocido, lo que da buena imagen, sea mostrarse próximo a la fiesta del Orgullo. Incluso eso es un avance. Qué gran paso adelante desde los tiempos, no tan remotos, en los que no había gais en la publicidad, ni en general en la televisión, salvo para reír las gracias de chistes rancios sobre mariquitas. Porque a veces cuesta creer que hace no tanto la sociedad reía esos chistes y miraba la homosexualidad con rechazo. La sociedad española ha avanzado kilómetros de igualdad en muy poco tiempo. No debemos caer en la complacencia, porque siguen las agresiones, la homofobia y la incomprensión en demasiadas mentes. Pero lo avanzado en las últimas décadas debe servirnos de impulso en esta lucha diaria e irrenunciable por la igualdad. 

Ayer, aunque sólo sea por un día, aunque sigamos escuchando comentarios del odio ("esto está plagado de mariscas", decía un hombre con desprecio por el paseo del Prado), aunque haya quien pida muy serio la celebración del orgullo heterosexual (lo tendrían difícil para encontrar una fecha conmemorativa de alguna discriminación a alguien por ser heterosexual), aunque quede tanto todavía para alcanzar la igualdad real, ayer sólo había gestos para la esperanza en todas partes. Tantos jóvenes arropados por la bandera arcoíris. Tanta fiesta alrededor de un día que pide derechos para todos. Una ciudad volcada en torno a una minoría por tanto tiempo perseguida y silenciada. Todos los principales partidos políticos arropando la marcha, incluido el que se manifestó en su día contra el matrimonio homosexual. Hasta la casa real mostrando su apoyo al Orgullo a través de su cuenta de Twitter. Ayer, aunque sólo sea por un día, aunque sepamos bien que persisten muchas desigualdades e injusticias, uno sólo veía victorias por todas partes, espacios conquistados, avances impensables hace no tanto. 

Ayer, aunque uno huye de cualquier patrioterismo y piensa que toda bandera no es más que un trozo de tela, no era difícil sentir un legítimo sentimiento de orgullo por mi ciudad y mi país, y una emoción especial ante la bandera arcoíris. Qué noche la de aquel día. Qué jornada de fiesta y diversidad. Qué libre y orgullosa, Madrid. Qué maravilla. 

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