Día de las escritoras

 

Desde hace unos años se celebra a medidos de octubre el Día de las escritoras, que este año se conmemora justo hoy, 19 de octubre. Como todos los "días de" relacionados con la literatura, es una excusa perfecta, como cualquier otra, para hablar de libros y de los que lo crean. En este caso, de las que lo crean. Hace años, a raíz de leer un artículo en el que la autora reflexionaba sobre los pocos libros de autoras que tenía en su librería personal, debatí con un amigo y una amiga sobre esta cuestión. Reconozco que yo no había caído en la cuenta de ello, pero repasé mis libros y, sí, había muchos más autores que autoras, en una desproporción cuyas causas imagino que son múltiples, pero sobre las que es interesante pararse a pensar. Históricamente se ha publicado menos obras de mujeres y en los eventos culturales la presencia de las autoras sigue siendo menor que la de los autores. En todo caso, no sé si de forma deliberada o no, desde entonces he descubierto a grandes autoras que lamentaría profundamente no haber leído, no porque sean mujeres, sino porque son excepcionales novelistas. 
Más allá de esa cuestión, creo que lo importante hoy, Día de las escritoras, es recomendar lecturas y agradecer a tantas creadoras de historias las reflexiones, alegrías y buenos ratos que nos han regalado con sus obras. Me dejaré muchas, pero en este artículo quiero nombrar alguna de esas obras que más me han impactado y conmovido. Sin duda, La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, creo que el libro que más a menudo recomiendo a la menor ocasión. Su sensibilidad, su manera de entrecruzar la historia de Marie Curie con la de la propia autora, su estilo ligero e inteligente, su vitalista canto a la vida a pesar de estar hablando de la pérdida y la muerte... Todo en esta novela es excepcional. 

También habla de la pérdida, y también desde una mirada lúcida y vitalista, También esto pasará, de Milena Busquets. Es una obra luminosa, honesta y bellísima en la que la autora recuerda a su madre, la editora Esther Tusquets, de quien también recomiendo, por cierto, Habíamos ganado la guerra, y de quien empiezo a leer Confesiones de una editora poco mentirosa, que reseñaré en unos días. 

Descubrir a la Carmen Martín Gaite novelista ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en los últimos tiempos. De ella había leído el sensacional ensayo Usos amorosos de la posguerra española, pero ninguna novela, hasta que el año pasado leí fascinado Nubosidad variable. Después me han encantado también Retahílas y Entre visillos

Semejante fascinación sentí al descubrir los relatos de Lucia Berlin, reeditados hace años, tras el fallecimiento de la autora, que está teniendo un reconocimiento generalizado del que no gozó en vida. Manual para mujeres de la limpieza es otro libro que recomiendo con los ojos cerrados a todo el mundo. Tras él llegaron Una noche en el paraíso y Bienvenida a casa, donde la autora habla de sus distintos hogares y conocemos más sobre su vida. Demuestra Lucia Berlin cómo se puede hacer literatura de la vida cotidiana, de las rutinas y las pequeñas miserias y alegrías del día a día. Su prosa es formidable. 

Me dejo muchísimos nombres, claro. Es imposible nombrar a todas las autoras que recomendaría en este día dedicado a ellas y todos los demás días del año. Nombraré sólo algunas más. Por ejemplo, Alice Munro, cuyos relatos son también magnéticos y tienen una carga de profundidad extraordinaria, como puede comprobarse en Amistad de juventud o en la más reciente ¿Quién te crees que eres?, mitad libro de relatos, mitad novela. Y, por supuesto, Edurne Portela y su soberbia Formas de estar lejos. Y Margaret Atwood, autora de El cuento de la criada y su secuela Los testamentos

Y, naturalmente, Irene Vallejo, autora del fascinante El infinito en un junco, un canto de amor a los clásicos y al libro, donde leemos que "el libro ha superado la prueba del tiempo, ha demostrado ser un corredor de fondo. Cada vez que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes humanas, el libro seguía ahí". Afortunadamente, el libro siempre sigue ahí. 

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