Sorogoyen arrasa en los Goya de Saura

 

A veces la vida ofrece giros de guión que no nos creeríamos en una película. La muerte el pasado viernes de Carlos Saura, Goya de honor de este año, marcó la ceremonia de los premios del cine español celebrada ayer en Sevilla. El momento más emotivo de la noche llegó nada más empezar la gala, con una primera media hora consagrada a recordar a uno de los mejores cineastas de la historia de España. Más de tres horas después de ese emocionante inicio de la ceremonia, Rodrigo Sorogoyen dijo al recoger el Goya a menor dirección que la clave para ser un buen director es rodearse del mejor equipo, además de fijarse en todo momento en lo que hizo Saura. Buena parte del equipo de la última película de Sorogoyen, As Bestas, salió del Palacio de Congresos de Sevilla con un cabezón bajo el brazo, ya que fue la película más galardonada con nueve premios, mientras que Alcarràs, Oso de Oro en el Festival de Berlín, se fue de vacío. 


Como es lógico, la ceremonia cambió el guión a última hora tras la muerte de Saura. Fue bello el comienzo musical al son de Cantares, interpretada por Manuel Carrasco, aunque me resultó inevitable pensar en lo magnífico que hubiera sido tener a Serrat en el escenario. Después, Carmen Maura habló con su habitual espontaneidad del cineasta fallecido y se encargó de entregar el Goya de honor a título póstumo a dos de sus hijos y a su mujer, Eulalia Ramón. Los tres compartieron bellas palabras y su mujer leyó el discurso de agradecimiento que había dejado escrito Saura, en el que afirmaba que "la imaginación es más rápida que la velocidad de la luz" y en el que decía que esperaba haber influido en la brillante generación de directores y directoras jóvenes que llegan tras él. 

La noche de ayer versó sobre el legado. Nadie surge por generación espontánea, todo artista cuenta con unos referentes, y eso también se celebra en los Goya, que siempre mira hacia atrás, porque antes otros abrieron el camino, porque no hay que dejar de innovar e inventar, por supuesto, pero sin caer en el adanismo de pensar que antes de nosotros no hubo nada. Otro gran cineasta recordado ayer, que murió justo un día antes de los Premios Gaudí, fue Agustí Vilaronga, de quien habló saltándose el guión Fernando Esteso y a quien también recordaron emocionadas Blanca Portillo y Nora Navas al presentar el Goya a mejor actriz protagonista. 

¿Qué decir de los premios? Quizá, para empezar, la misma obviedad de todos los años: las películas no se pueden poner a competir entre sí, no son atletas que disputan por ver quién cruza antes la meta. Este año ha sido tan espléndido en el cine español, hay tantas grandes obras, que era casi imposible que alguna no se fuera de vacío. Es más, otras grandes películas directamente se quedaron fuera de las nominaciones. Este año los académicos lo tenían especialmente difícil. Al final, se han rendido ante la excelente y perturbadora As Bestas, que se llevó los Goya a mejor película, dirección, guión original (qué increíble creativo forman Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña), actor de reparto (incomensurable Luis Zahera, "chico Sorogoyen"), mejor sonido, dirección de fotografía, montaje, música original y actor protagonista (Denis Ménochet, quizá, la gran sorpresa de la noche).

Nada que objetar al triunfo arrollador de As Bestas, aunque tampoco habría objetado nada si semejante aluvión de premios se lo hubiera llevado Carla Simón y su extraordinaria Alcarràs, personalmente, la película que más me gustó el año pasado. Hoy se habla mucho de cómo es posible que un filme que ganó el Oso de Oro en Berlín no se haya llevado ni un solo Goya. A mí también me da cierta rabia, pero en realidad es más sencillo que todo eso: los Goya no tienen un jurado que reparta premios o intente reconocer a todas las películas más destacadas que se presentan al certamen, sino que sus galardones son fruto de los votos anónimos y libres de cientos de académicos. Les ha gustado más As Bestas y ya está. No hay mucho más que debatir, insisto, a pesar de que Alcarràs era mi favorita.  Nadie podrá negar que As Bestas es un filme extraordinario también. Es lo bueno del cine, no hay por qué poner a competir unas películas contra otras, podemos disfrutarlas y alabarlas todas. 


Otra película que se llevó una buena cosecha a casa es Modelo 77, de Alberto Rodríguez, que vi justo ayer por la tarde horas antes de la gala y me gustó mucho. Triunfó en las categorías de  maquillaje y peluquería, efectos especiales, dirección de arte, diseño de vestuario, dirección de producción. Celebré mucho los tres Goya que se llevó Cinco Lobitos a mejor dirección novel (es prodigioso lo que consigue en esta película Alauda Ruiz de Azúa), mejor actriz de reparto (enorme Susi Sánchez) y mejor actriz protagonista (formidable Laia Costa). Completaron la nómina de vencedores en las categorías interpretativas Telmo Irureta, mejor actor revelación por La consagración de la primavera, a quien entregó el premio su tía, Elena Irureta, y que dejó una de las frases de la noche ("las personas con discapacidad también existimos y también follamos") y Laura Galán, mejor actriz revelación por Cerdita

Me hicieron especial ilusión otros premios como el de mejor canción para Sabina (ausente anoche en la gala) y Leiva por Sintiéndolo mucho, la canción del documental sobre el maestro de Fernando León de Aranoa; el Goya a mejor película latinoamericana para la soberbia Argentina, 1985; el de mejor guión adaptado a Un año, una noche, esa sensacional película de Isaki Lacuesta sobre los atentados de la sala Bataclan en París, y el de mejor película europea a la portentosa La peor persona del mundo. También se llevaron un cabezón a casa el corto de ficción Arquitectura emocional 1959, el corto documental Maldita. A love song to Sarajevo, el corto de animación Loop, la película de animación Unicorn Wars (de Alberto Vázquez, igual que el corto anterior), el documental Labordeta, un hombre sin más, y la actriz francesa Juliette Binoche, Goya internacional que recibió de manos de Isabel Coixet y quien hizo quizá el mejor discurso de la noche. 

En cuanto a la gala, fue una demostración práctica de que el ritmo y la duración son dos cosas distintas. Fue una gala larga, de más de tres horas, como siempre en los Goya, pero tuvo buen ritmo. Muchas actuaciones musicales, como el Pena, penita, pena que cantó Lolita tras un vídeo de homenaje a su madre o las dos canciones que se interpretaron durante el In memorian: Me cuesta tanto olvidarte, interpretada por Bely Basarte y, sobre todo, Qué bonito, que sonó preciosa en la voz personalísima de Guitarricadelafuente. Los conductores de la gala, Clara Lago y Antonio de la Torre, estuvieron bien. No fue, desde luego, una gala de autor o de autora, todo lo contrario, ya que prácticamente desaparecieron. Es más, tras la presentación inicial, Lago no volvió a aparecer en el escenario hasta la una menos veinte de la madrugada. Pero estuvieron bien, correctos. 

La gala funcionó bien en audiencia, con 2.680.000 espectadores y un 23,4% de cuota de pantalla.


20 años después de los Goya del no a la guerra, anoche hubo más bien pocas alusiones a la política, y eso que fue nutrida la representación de responsables políticos entre el público. Los presentadores mencionaron la tragedia de la valle de Melilla o la forma en la que el gobierno ha dado la espalda al Sáhara en su apertura y después hubo varias menciones a la sanidad pública. También fue maravilloso el montaje de personajes y escenas LGTBI en películas españolas. Por cierto, Rodrigo Sorogoyen llevó pintadas las uñas del color de la bandera trans para mostrar su apoyo a las personas trans que tanto odio reciben. Fue una gala, en fin, más que correcta en cuanto al ritmo, con momentos de gran intensidad, marcada por el recuerdo a Carlos Saura, por el triunfo de As Bestas y por la sensación general de que el 2022 fue un año histórico para el cine español. Que siga la fiesta en las salas de cine. 

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