"El buen patrón" triunfa en una olvidable gala de los Goya

 

El buen patrón, de Fernando León de Aranaoa, fue la película más premiada anoche en los Goya, con seis galardones (película, dirección, guión original, actor protagonista, música original y montaje). Por su parte, Las leyes de la frontera se llevó cuatro (vestuario, dirección artística, maquillaje y peliquería y mejor actor revelación), mientras que Maixabel, de Iciar Bollaín, ganó tres (actriz protagonista, actor de reparto y actriz revelación) y Mediterráneo, de Marcel Barrena, sumó tres (producción, canción original y fotografía). La Academia también reconoció a la excepcional Quién lo impide, de Jonás Trueba, la mejor película que vi el año pasado, mientras que Madres Paralelas, de Pedro Almodóvar, que está nominada a dos Oscar, se fue de vacío. 


Criticar la gala de los Goya es deporte nacional, pero me temo que este año lo han puesto demasiado fácil. Duró más de tres horas y no tuvo ritmo ni, lo que es peor, personalidad, algo especialmente sangrante viniendo de la impecable gala del año pasadoSe decidió que este año no habría nadie que presentara la gala de forma fija, sino que sería una labor coral. En teoría, para darle mejor ritmo a la ceremonia. Lo que ocurrió es que fue demasiado deslavazada, con transiciones que no se entendieron. Demasiado fría. Los Goya acudieron a Valencia, al imponente Palau de les Arts, con motivo del centenario del nacimiento de Berlanga, pero tampoco se explotó como hubiera merecido esta efeméride. 

El comienzo, con una versión de Libre a cargo de Jedet, Cristina Castaño y Bebe, no prometía demasiado. La gala tuvo aciertos, claro, pero la balanza se descompensó demasiado hacia el lado de la falta de ritmo y de emoción. Los organizadores de este tipo de ceremonias no deberían perder de vista que se dirigen a un público que las sigue por televisión. Los Goya son para el sector del cine, pero no sólo, también deben intentar atraer al público. Creo que ayer no lo lograron. El discurso del presidente de la Academia, Mariano Barroso, estuvo muy bien, pero llegó ya casi a las doce de la noche. Fue un detalle magnífico que la cineasta afgana Sahraa Karimi entregara el premio a mejor dirección y hablara de la situación de su país tras la toma de control por parte de los talibanes, pero llegó ya a la una de la madrugada. No sé cuántas personas llegamos hasta ese punto, quizá sólo los muy cafeteros de los Goya. 

Entre una falta de ritmo inquietante, sí hubo algún que otro gag que funcionó bien, como el que criticaba los prejuicios con los intérpretes de otro color de piel o de otras procedencias, siempre encasillados en el mismo tipo de personajes, o el vídeo de Pantomima Full. También fue muy divertida la broma sobre los guionistas de Ana Milán, Arturo Valls y Marta González de Vega. De lo mejor de la gala fueron las actuaciones musicales de Sabina, que reapareció dos años después, justo el día que cumplía 73 años, acompañado por Leiva, y de Luz Casal, que interpretó Negra sombra en memoria de los fallecidos este último año. Sin embargo, no entendí, literalmente, la actuación de Te venero a cargo de C. Tangana y Rita Payés

Se suele achacar la excesiva duración y la densidad de la gala de los Goya a los largos discursos de los premiados, pero creo que, por una parte, hay que entender que ése es su momento y es normal que se extiendan algo más de lo debido y, por otra parte, sobre todo, el problema no es que los discursos sean largos, es que sean planos, que estén mal construidos, carentes de emoción o de interés. José Sacristán, que recogió el Goya de honor a toda una carrera, demostró con una intervención impecable, que esto de los discursos de agradecimiento es un género en sí mismo y que, en esto también, él es un maestro. 



También estuvo magnífica Cate Blanchett tras recoger el primer Goya internacional. No era yo muy partidario de este nuevo premio, pero todo lo que sea reconocer el talento de Blanchett me parece bien. Recogió el galardón de manos de Pedro Almodóvar y Penélope Cruz, a quien deseó mucha suerte. También habló del talento de Almodóvar, con quien trabajará próximamente, y contó que se enamoró del cine de Buñuel cuando estaba en el instituto. Otro discurso lleno de alma y talento fue el de Blanca Portillo, mujer de teatro, actriz colosal, que ganó por dar vida a Maixabel Lasa, presente en la gala de ayer, en una intervención vibrante a la que no le sobró ni medio segundo.  

Las personas responsables del casting de Maixabel pueden estar muy satisfechas por el gran elenco que reunieron. Además de Portillo, ayer también recibieron un merecido Goya María Cerezuela, mejor actriz revelación, y Urko Olazabal, como mejor actor de reparto, por su descomunal interpretación de un etarra arrepentido. Ya que hablamos de los premios de interpretación, también vencieron ayer Chechu Salgado, mejor actor revelación por Las leyes de la frontera, y Nora Navas, mejor actriz de reparto por Libertad. La directora de este filme, Clara Roquet, se llevó el Goya a mejor dirección novel. 


Quizá el premio más cantado de la noche era el de mejor actor para Javier Bardem por la salvajada que hace en El buen patrón. Una locura, una lección interpretativa en cada plano. En su discurso de agradecimiento se acordó de su mujer, de sus hijos y de su madre. Completan la lista de premiados el Goya a mejor sonido para Tres, en la que precisamente el sonido juega un papel clave; el de mejores efectos especiales para Way Down; el de mejor corto de ficción a Tótem Loba, de Verónica Echegui, quien pidió a Pedro Sánchez que viera el corto con su mujer y sus hijas; el de mejor corto documental para Mama; el de mejor corto de animación para The Monkey; el de mejor película europea para Otra ronda; el de mejor película latinoamericana para la chilena La cordillera de los sueños y el de mejor documental de ficción para Valentina

Antonio Banderas, que fue maestro de ceremonias en la gala del año pasado, intervino desde su teatro El Soho de Málaga, para dar paso a Ángela Molina, la encargada de entregar el Goya a mejor película. Para entonces, dado que León de Aranoa había ganado en guión original y en dirección, parecía claro que la victoria sería para El buen patrón. Así fue. Jaume Roures, por parte de Mediapro, la productora del filme, hizo un buen discurso sobre el poder de la cultura, pero fue inevitable recordar cómo se portó Roures con los empleados del diario Público hace una década, ríete tú del patrón de la película que ahora él protagoniza, enviándolos al Fogasa. 


La gala terminó pasada la una de la madrugada y, sin duda, la ausencia total de premios para Madres paralelas es uno de los temas de conversación más recurrentes. Creo que es difícil admirar más a Almodóvar de lo que yo lo hago, pero me da la impresión de que mucha gente interpreta que su último película no se haya llevado ningún premio como una especie de ataque personal al director, como un cierto ninguneo. Reconozco que llama la atención que un filme que atrae tanto a Hollywood como para tener dos nominaciones a los Oscar se vaya de vacío de los Goya, pero no podemos olvidar que Dolor y gloria, el anterior trabajo de Almodóvar, arrasó en los Goya hace sólo dos años, con siete cabezones. Poner a competir a películas entre sí no tiene sentido. Quizá sólo este año a los académicos les ha gustado más otros trabajos. Sinceramente, a mí también me gustaron más El buen patrón y Maixabel que Madres paralelas, sin que eso reduzca un ápice mi veneración absoluta por Almodóvar. 

Por cerrar con un toque positivo, creo que la lista de ganadores de los Goya recoge una gran variedad de temáticas y de historias. No están todas las que son, pero sí son todas las que son. El cine español, el cine en general, no lo está pasando bien. La pandemia ha acelerado una tendencia que ya se veía observando de menor asistencia a las salas. La riqueza y la diversidad de las historias narradas deben hacernos ser optimistas. Se sigue haciendo muy bien cine en nuestro país. Por cierto, algo que sí me encantó de la gala de anoche, como todas las anteriores, es la variedad de acentos e idiomas que se escuchó en los discursos. Escuchamos español, valenciano, catalán, gallego, euskera y, de propina, portugués, inglés e italiano. Porque así de diversa y variada es la vida. Porque así es el cine. 

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