La Unidad Kabul

 

Homeland anticipó en su soberbia temporada final con una asombrosa precisión que resultó premonitoria cómo podría ser la vuelta al poder de los talibanes en Afganistán tras la salida de las fuerzas occidentales del país. Aquello fue un año antes de la desbandada occidental, cuyo parecido con lo que contaba la serie fue realmente impresionante. Dos años después de aquel dramático hecho real, la temporada final de La unidad, una serie con no pocos parecidos con Homeland (el primordial, su enorme calidad), se ambienta precisamente en aquellos días de furia y angustia en Kabul. Se trata también de la última tanda de episodios de la serie y es posiblemente la mejor de todas. 

La Unidad, creada por Dani de la Torre y Alberto Marini, ya alcanzó un nivel extraordinario en su primera y en su segunda temporada. Ahora se confirma como una de las mejores series de los últimos años. No digo una de las mejores series españolas, digo series a secas, porque no tiene nada que envidiar a grandes producciones internacionales. Su despedida no puede ser más impactante. 

Hay series de éxito que repiten su fórmula una y otra vez hasta el infinito. Saben que es lo que funciona, lo que les hará atraer a los espectadores, y no arriesgan. Es respetable. Pero hay otras series que sí se atreven, que cambian y experimentan, que arriesgan en cada temporada. La Unidad, sin duda, está en esta categoría. Y es un auténtico lujo para los espectadores. Esta tercera tanda comienza con parte del equipo en Afganistán siguiendo la pista de un posible atentado futuro en Europa, por lo que parece que puede seguir las sendas marcadas en las temporadas anteriores, pero nada de eso. De pronto, la atropellada salida de las tropas estadounidenses del país, el violento regreso al poder de los talibanes, los enfrentamientos de éstos con los muyahidines y el caos en el aeropuerto para intentar evacuar a los colaboradores con países occidentales, cuyas vidas están amenazadas. 

Uno de los muchos aciertos de La Unidad Kabul, quizá el mayor, es que incluye personajes afganos. Al elenco habitual (impecables una vez más Nathalie Poza, Marián Álvarez, Michel Noher y Fariba Sheikhan) se suman intérpretes que dan vida a personas de Afganistán (Mehdi Regragui, Shabnam Rahimi y Reyhane Noon, entre otros). Esas historias son muy valiosas y llevan la serie a otro nivel y permiten darle voz a los dramas de tantas y personas afganas que ven a su país volver a la Edad Media con el regreso al poder de los talibanes. Es especialmente impactante la historia de una mujer cirujana cuyo marido es policía y colaborador de la unidad antiterrorista española que, de pronto, ve su vida amenazada al asistir al regreso de los bárbaros que creen que las mujeres son ciudadanas de segunda. Todo ello, mientras su marido está en paradero desconocido, al igual que parte del equipo español. 

La Unidad Kabul, que tiene un guión preciso, una ambientación perfecta y unas interpretaciones naturales llenas de verdad, estremece y nos recuerda el inmenso poder de la ficción para rememorar hechos históricos, en este caso, bien recientes y bien vergonzosos, porque se muestra cómo Occidente dejó atrás a millones de personas. Hay imágenes pavorosas de la entrada de los talibanes en la ciudad. Asistimos a la angustia de quienes buscan una plaza en los vuelos que salen del país. La serie incluye historias personales en medio del caos y la acción, marca de la casa en la serie, está presente, pero aquí queda en un segundo plano, convive con esa otra historia de fondo. De hecho, hay una gran escena de acción casi como única concesión a la espectacularidad que está muy bien rodada, pero que incluso desentona un poco con la línea del resto de la temporada. 

Los seis capítulos de La Unidad Kabul concentran una abrumadora cantidad de aciertos y buenas ideas. La serie sabe en todo momento lo que quiere contar y hacia dónde se dirige. La acción va in crescendo, se mantiene la tensión hasta el final. Por la forma en la que está rodada, permite al espectador una inmersión en aquellos días, es como si estuviéramos allí. Contribuye a ponernos en la piel de los personajes la acertada decisión de subtitular sólo las conversaciones cuando los propios personajes se enteran de lo que les están diciendo gracias a que alguien lo traduce o a que se habla en inglés. Esto ayuda a sentir lo mismo que sienten, por ejemplo, los agentes cuando a su alrededor se habla en árabe. Es una pena que La Unidad no vaya a tener más temporadas, pero es un alarde extraordinario poder despedirse de esta forma, con una temporada perfecta que en tiempo récord ha plasmado en la ficción un relato de un hecho histórico muy impactante del que también nos olvidamos en tiempo récord. Para eso también está la ficción. Se va, en fin, una serie excelsa. 

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