La catedral del mar

Ha tenido que llegar un confinamiento para que lea al fin La catedral del mar, de Ildefondo Falcones, en la que, por cierto, también aparece una epidemia, en este caso, la peste. Había oído hablar mucho y bien de esta novela, por supuesto, uno de los mayores best seller de los últimos años, pero no la había leído, por ninguna razón en particular. Rebuscando estos días en casa encontré por casualidad una edición de 2006, el año en el que se publicó. Por cierto, constato que entonces no existía la aversión al spoiler de hoy en día, porque en el lomo se cuenta prácticamente toda la historia del libro.



He disfrutado mucho la novela, cuyo mayor acierto es la recreación minuciosa de la Barcelona del siglo XIV. Tiene La catedral del mal las virtudes y defectos habituales de las novelas históricas que recorren varias décadas con el objetivo de retratar una época a través de una historia intensa de superación, drama, amor y desventuras. La balanza se inclina sin duda del lado de las virtudes. En ocasiones, el libro adolece de una cierta falta de profundidad en algunos personajes. Parece mucho más cuidada la recreación histórica de las calles, las costumbres y las tradiciones de aquel tiempo que el retrato de las motivaciones de los personajes.

No ocurre eso con Arnau Estanyol, el gran protagonista de la novela, a quien sí llegamos a conocer a fondo. Lo conocemos desde niño, desde el momento en que nace, hijo de un payés que se ve forzado a abandonar sus tierras camino de Barcelona, en busca de la libertad de la gran ciudad. Allí, en Barcelona, conocerá a una familia política que le tiene más bien poco cariño y a Joan, que será como un hermano para él. Conocerá a muchas personas y, sobre todo, a la iglesia de Santa María del Mar, la que da título a la novela y a cuya construcción asistimos con el paso de los años.

Como sucede habitualmente en este tipo de novelas, en el libro pasa de todo. Al ser una época dura, asistimos a una epidemia de peste, a la terrible persecución a los judíos, a la ausencia absoluta de libertad para las mujeres, al comercio de esclavos y a la necesidad que fuerza a las personas a actuar de un modo poco ejemplar, sólo por sobrevivir. A Arnau le sucede todo, toda clase de peripecias y desventuras, que sirven para mostrar aquel tiempo desde distintos ángulos. Como digo, a algunos personajes les falta cierta humanidad, matices. Pero compensan, con creces, los méritos del libro. Se aprecia un monumental trabajo de documentación, muy buen explicado por el autor en la nota al final de la novela, que es, sobre todo, un libro sobre la libertad en tiempos en los que era un privilegio al alcance de pocos, por el hambre y los malos usos de los nobles. Una historia bella y entretenida, aunque también dura, una de esas historias más grandes que la propia vida que regala unas cuantas horas de disfrute y viaje en el tiempo con un libro en las manos. 

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