Como cada año, los Forqué, que entregan los productores, abren la temporada de premios. Esta vez, en diciembre, antes que nunca. Fue una gala, por cierto, muy divertida y distinta a lo que estamos acostumbrados a ver en este tipo de ceremonias. Presentada por Marta Hazas y Elena Sánchez, la gala planteó un viaje a los 80, con una buena cantidad de actuaciones musicales de artistas que triunfaron en aquella época. No hubo ni rastro de política, tampoco demasiados lamentos sobre la baja asistencia a las salas. Fue una fiesta para celebrar el talento del cine español. Y, en líneas generales, fue todo un acierto.
Desde hace unos años, los Forqué premian no sólo a las mejores películas, sino también a las series. En este último apartado la gran triunfadora fue Hierro, que se llevó dos reconocimientos: el de mejor serie, muy merecido por esa temporada final que incluso supera a la primera, y el de mejor interpretación femenina en serie, para la inmensa Candela Peña. En su discurso, por cierto, dejó caer que era la primera vez que acudía a una ceremonia de los Forqué y sólo la segunda vez que era nominada, y lanzó un mensaje a los productores. Reina siempre. El Forqué a mejor interpretación masculina de serie se lo llevó Javier Cámara por Vamos, Juan. Dedicó casi todo su discurso a elogiar a los actores que estaban nominados en la misma categoría. Eso se llama grandeza.
Lo mismo hizo Blanca Portillo, ganadora en la categoría de mejor interpretación femenina por la forma insuperable en la que da vida a Maixabel Lasa en Maixabel, de Icíar Bollaín. Citó a Almudena Grandes para recordar que no existe el amor sin admiración y afirmó que admira y quiere al resto de nominadas. Nada que objetar a este y a todos los premios que se lleve Portillo por este papel, tan difícil, en el que siempre está en el tono preciso. Maixabel también fue reconocida con el premio al cine y educación en valores.
El buen patrón, de un ausente Fernando León de Aranoa, se llevó dos premios: el de mejor película y el de mejor actor, como estaba cantado y no podía ser de otra forma, para Javier Bardem, tampoco presente anoche en la ceremonia de premios en Madrid. La interpretación de Bardem en esta película es de lo más salvaje que recuerdo haberle visto nunca a un actor. De otro planeta. La mexicana Noche de fuego ganó el premio a la mejor película latinoamericana, mientras que 100 días con la tata, de Miguel Ángel Muñoz, se llevó el Forqué a mejor documental, en una categoría en la que estaba nominada la excelsa Quién lo impide.
La ceremonia tuvo varios guiños a los vecinos de La Palma, incluido un mensaje de Antonio Resines, que después se reencontró con Víctor Elías, Guille en Los Serrano, que estaba al piano en la banda de música que actuó durante toda la noche. Fue uno de los momentazos de la noche. Elías dejó caer la posibilidad de un reencuentro, algo deseado por los fans de aquella serie, entre los que me encuentro. A Resines no se le vio muy por la labor, pero en estos tiempos de reencuentros de todo tipo de series, de Friends a Física o Química, de Los hombres de Paco a Los Protegidos, por qué no soñar con un regreso de Los Serrano, aunque sea, para cambiar ese final onírico.
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