La Mesías

 

Ya admiraba a los Javis antes de La Mesías.  Sentí La Llamada tres veces en el teatro, entregado a ese musical personalísimo sobre ser uno mismo. Me encantó su adaptación al cine, que mantuvo y amplió la esencia de la función teatral. Rara es la semana que no vuelvo a ver por enésima vez algún clip de Paquita Salas, esa serie petarda, divertida y genial, absolutamente icónica, única en su especie, que ojalá de verdad tenga continuación. Me emocionó Veneno, una serie con la que Javier Ambrossi y Javier Calvo demostraron su talento para entremezclar géneros y contar historias atractivas centradas en la cultura popular. Y ahora, en efecto, llega La Mesías, una serie justamente aclamada por la crítica que roza la perfección, en la que todo, absolutamente todo, está en su sitio. Es otro nivel. De las mejores series que he visto nunca.


La serie, que puede verse en Movistar que y que fue señalada de forma unánime como la mejor serie española del año pasado, es impresionante. Por la historia, por cómo está contada, por las magnéticas interpretaciones de todo su elenco, por la forma en la que la historia fluye entre sus tres tiempos narrativos, la selección de la música, los diálogos con lo que se dice y no se dice... Es una serie impecable. Muy dura de seguir, porque la historia es terrorífica, pero imposible de abandonar, incluso aunque a veces se pase mal viéndola por lo que está contando

La Mesías es también una serie extraordinariamente ambiciosa. Asume riesgos en cada capítulo, casi en cada plano. Aborda cuestiones muy profundas como la fe, el fanatismo religioso o las relaciones familiares. Mezcla sin miedo y sin parar géneros y referencias. Sigue la historia de Montserrat, una mujer más bien perdida a la que la vida no trata bien de joven que termina empujando a sus hijas a formar un grupo de música cristiana cuyas canciones se hacen virales para salvar el mundo. Como suena. Entre medias, vídeos de esas propias actuaciones con el lenguaje viral de las redes sociales, apariciones de toda clase, secretos, heridas del pasado, vidas rotas, manipulación, ataduras familiares... Todo tiene cabida, todo está en su sitio. 

Impresiona que todo el elenco está perfecto. Todos. Desde los más protagonistas hasta los esporádicos. Los niños, cómo actúan los niños. Todos impecables. Es hipnótica Ana Rujas dando vida a Montserrat de joven, con esa mezcla de ternura y delirio. Impacta Lola Dueñas en uno de los mejores papeles de su carrera. Y remata el terceto estelar una siempre intachable Carmen Machi. Siendo las tres muy distintas, la continuidad que logran darle al mismo personaje que comparten es otro de los grandes aciertos de la serie. Las tres son Montserrat. Sin ninguna duda. Sin necesidad de imitaciones ni recursos baratos. Lo son. Es alucinante. 

También son deslumbrantes las interpretaciones de Macarena García (qué barbaridad de personaje, cuántos matices, qué soberbia lección interpretativa) y Roger Casamajor dando vida a los dos hijos mayores de la protagonista. Y luego está Albert Pla, que directamente se sale del mapa. Es alucinante lo que hace el cantautor catalán. Pero es que por ahí también está, y está perfecta, Amaia Romero, aunque lo de que ella esté perfecta en lo que haga no es tampoco noticia, claro. 

Por más que mucha gente haya visto la serie y se haya escrito sobre ella del derecho y del revés, es una de esas historias en las que conviene contar lo menos posible. No porque un spoiler pueda deslucir el talento que transmite la serie en cada plano, en cada personaje, en cada situación, pero sí porque conviene llegar a ella lo más virgen posible. Es impecable en la forma y en el fondo. La fotografía de la serie es arte. El modo en el que vamos conociendo poco a poco el pasado de esta mujer y sus hijos, dosificando la información, justifica el formato serie, le da todo el sentido, porque permite ir mostrando con tiempo el desarrollo de los personajes. Además, cada capítulo es redondo. Quizá destaca especialmente el tercero. 

La Mesías, en fin, es una serie extraordinaria que invita a la reflexión y que aborda cuestiones como la fe o las relaciones familiares que ya estaban en obras anteriores de los Javis, pero que aquí alcanzan un nivel de excelencia absolutamente descomunal. Sí, La Mesías es tan buena como todo el mundo dice. Un auténtico prodigio. 

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