Los besos en el pan

 

Tras la muerte de Almudena Grandes, varias de sus novelas de agotaron en las librerías de Madrid, tal fue la demanda de sus libros. Los lectores supieron darle a la autora la despedida y el reconocimiento que por puro sectarismo político le negaron las autoridades locales y municipales de su adorado Madrid. El tiempo pasará y se llevará consigo los nombres de esos concejales que no tuvieron a bien nombrar a la escritora hija predilecta de su ciudad, pero las novelas de Almudena Grandes seguirán siendo esenciales para conocer el pasado de nuestro país. Incluido el pasado más reciente, como el de la última crisis financiera, que retrató en Los besos en el pan, una historia coral que reúne muchas de las virtudes como narradora de la añorada escritora.


La novela, editada por Tusquets en 2015, se sitúa en un barrio madrileño y cuenta cómo la crisis sacudió la vida de sus vecinos. Con un estilo ágil y muy vivo, porque la autora siempre supo captar bien el lenguaje de la calle, la forma de expresarse de la forma corriente, Grandes reparte el protagonistmo del libro entre decenas de personajes. La novela cuenta con tres partes (Antes, Ahora y Después), aunque en realidad se trata más bien de un prólogo, el desarrollo mismo de la historia, a lo largo de un año de la vida de esos vecinos de barrio, y un epílogo en el que se nos cuenta cómo continúa la historia de esos personajes. 

“En España, hasta hace treinta años, los hijos heredaban la pobreza, pero también la dignidad de sus padres, una manera de ser pobres sin sentirse humillados, sin dejar de ser dignos ni de luchar por su futuro”, escribe la autora en ese prólogo, en el que explica el sentido del libro. Sin duda, cuando pasen los años y el olvido haya caído sobre aquella crisis, será muy útil volver a las páginas de este libro para saber qué ocurrió y cómo esa crisis puso patas arriba la vida de millones de personas. También, claro, cómo no impidió que la gente siguiera enamorándose o intentando encontrar la felicidad en pequeños gestos del día a día. 

Por las páginas de la novela circulan jóvenes que ven sufrir a sus padres en paro, una peluquera que nota cómo sus clientas cada vez se pasan menos por allí, una trabajadora de un centro de salud amenazado con el cierre, una asociación vecinal que se organiza para ayudar a los niños de las familias más precarias, ancianos dependientes, otros que encuentran en un videojuego online la forma de volver a ilusionarse con la vida tras la muerte de su esposo, un bar de barrio, familias que viven en casas de protección social vendidas a un fondo buitre... La vida, en suma. La vida de un barrio, que no se llega a nombrar, porque no importa, porque podría ser cualquier barrio de cualquier ciudad. Y, entre esas historias, la de un joven trans que se cuenta con mucha sensibilidad. 

Uno de los personajes de la novela acude al médico y se teme un diagnóstico de cáncer. Esa página, tras la muerte de la autora, sobrecoge. En ella, Almudena Grandes escribe: "Tiene que decirle a mucha gente que la quiere, y tiene que decírselo muchas veces. (...) Tiene que volver a leer algunos libros, volver a ver algunas películas, escuchar de nuevo algunas canciones muchas veces. No puede marcharse sin las palabras, sin las imágenes, sin el ritmo y los colores de su vida. Tampoco son comerse un merengue de fresa. Han pasado tantos años desde que se comió el último. (...) Estaría bien que el Atleti ganara algún título (...)". 

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