La Caza Tramuntana

 

Uno de los mejores premios que conceden los Feroz es el que se le entrega a la película que habría merecido un mayor éxito comercial. Si tuvieran esa misma categoría con las series, sin duda La Caza. Tramuntana sería una firme candidata al galardón No ha tenido éxito de audiencia la serie de TVE, que es continuación de La Caza. Monteperdido. Aunque el éxito y la calidad no van necesariamente juntas, siempre entristece un poco ver que una serie de la que disfrutas mucho y cuya calidad aprecias no triunfa entre la audiencia, o no tanto como crees que merece
Aquella primera temporada de la serie era una historia cerrada, basada de hecho en un libro. Pero funcionó bien y se decidió renovarla por una segunda tanda de episodios. A veces, cuando se decide alargar una historia ya cerrada, las series pierden su encanto, pero no ha sido el caso de La Caza. Es más, creo que La Caza. Tramuntana supera en algunos aspectos a su antecesora. En aquella primera temporada, la agente Sara Campos (Megan Montaner) investigaba la desaparición de dos niñas. Ahora, años después de la historia inicial, acude a Tramontana (pueblo ficticio, pero situado en la real sierra de Tramontana) para investigar el asesinato de Bernat Cervera, que es una persona muy querida en el pueblo, pero sobre el que pronto se cernirán dudas sobre su comportamiento con un grupo de adolescentes que viven en un centro de acogida del pueblo. 

La serie se reinventa por completo, también en las formas, porque desde el primer capítulo transcurre en dos tiempos. Por un lado, la llegada de Sara a la isla para investigar el caso y conocer qué se esconde detrás. Del lado, el sargento Selva (Félix Gómez) investiga la desaparición de la propia Sara. Poco a poco, con cuentagotas, se irá desvelando lo que hay detrás de aquella muerte inicial y también de la desaparición de Sara. 

Al igual que ocurría en Monteperdido, uno de los grandes aciertos de La Caza. Tramuntana es la forma en la que integra en la trama las tradiciones locales. Se repite aquello de "pueblo pequeño, infierno grande". En la línea de Hierro, por ejemplo, las relaciones entre los habitantes del pueblo, donde todos se conocen, donde hay secretos susurrados y los investigadores no terminan de tener claro el terreno por el que pisan. Esto enriquece mucho la trama, porque da pie al espectador a hacer sus propias pesquisas, a sospechar de este o aquel, a creer que uno es culpable en un capítulo y víctima en el siguiente. En los ocho capítulos de la serie, La Caza. Tramuntana cumple a la perfección con lo que se espera del género: intriga, giros de guión, emoción y tensión hasta el final, ligados aquí, además, al pasado de Sara Campos, que guarda algún tipo de relación con los sucesos investigados. 

Además, de nuevo, los problemas mentales de la agente dan pie a escenas que no son reales, a los pensamientos y las obsesiones de la investigadora, siempre al límite de perder la cordura. Es, ya digo, una serie muy atractiva, de las que uno querría que tuvieran más éxito pero, más allá de eso, que he disfrutado mucho. Una serie de alta calidad. 

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