Lorca

Lorca. Es asombroso cómo cinco letras pueden provocar semejante magnetismo. Todo lo que esté relacionado de algún modo con el poeta y dramaturgo granadino nos atrae a muchos de forma irresistible. Allí donde vamos, si encontramos algo relacionado con él, nos sobresaltamos de forma inmediata. Creo que muchos amantes de la literatura (tal vez, todos) sienten lo mismo. Por eso, conocer Buenos Aires fue especial por muchas razones, pero también porque en esa ciudad fue feliz durante un tiempo Lorca. De la capital argentina escribió el poeta: "Buenos Aires tiene algo vivo y personal; algo lleno de dramático latido. Yo sé que existe una nostalgia de la Argentina de la cual no quiero librarme". Por eso, también, este 2019 es muchas cosas, pero sobre todo, el año Lorca en Madrid, porque se cumple un siglo de su llegada a Madrid, a la Residencia de Estudiantes. 


Lorca es fuente inagotable de arte. Todo lo que inspira su obra se impregna del lirismo que respiraba el poeta. Por ejemplo, una de las mejores películas de los últimos tiempos fue la maravillosa La novia, de Paula Ortiz, que recrea con exquisita sensibilidad la historia de Bodas de Sangre, con esos versos deliciosos llenos de fuerza (Ay qué sinrazón! No quiero/ contigo cama ni cena, / y no hay minuto del día/ que estar contigo no quiera,/ porque me arrastras y voy,/ y me dices que me vuelva/ y te sigo por el aire/ como una brizna de hierba). Por eso, La piedra oscura, de Alberto Conejero, que se acerca a la vida de Rafael Rodríguez Rapún, compañero sentimental de Lorca, es una de las obras de teatro más inspiradoras que se han representado sobre las tablas últimamente. Y qué decir de la monumental obra Palabra de Lorca (Malpaso), en la que se recopilan sus declaraciones y entrevistas. Lorca no se acaba nunca y ese magnetismo irresistible que genera en otros creadores hace que su memoria siga viva y su arte crezca y se transforme, manteniendo la esencia pura e insuperable de su obra original. 

Por eso, cuando vi un libro con una imagen de Lorca en su portada en una librería de segunda mano en Zaragoza hace unas semanas, fue a comprarlo inmediatamente. Después me di cuenta de que era parte de una "colección de obras biográficas de los grandes personajes del siglo XX" del Club Internacional del Libro, en la que al poeta granadino se le hizo acompañar de Ernest Hemingway. Me resultó algo extravagante y peculiar, porque, de entrada, poco tienen en común el rudo escritor estadounidense y el sensible poeta granadino. Tampoco se parecen sus estilos, directo y de frases cortas, el del primero; puramente poético, el del segundo. Me resultó curiosa esa combinación, lo que me terminó de decidir por comprarlo. 

He disfrutado mucho la obra, que en realidad son dos diferentes, una biografía de Lorca escrita por María Luisa Celaa y otra de Hemingway, a cargo de Ignacio Guzmán Sanguinetti. Federico García Lorca nació el 5 de junio de 1898 en el pueblo granadino de Fuentevaqueros. Fue un niño sensible, que jugaba a hacer misas con sus amigos, hasta que vio un espectáculo de títeres que le deslumbró y empezó a escribir sus propias ficciones, esas que, más de un siglo después de su nacimiento, siguen conmoviendo y fascinando a millones de personas. 

De niño y de joven, a Lorca le apasionaba la música. Lorca fue amigo de Fernando de los Ríos, que lo protegió y acompañó siempre, y quien fue profesor suyo de Derecho. Nunca le interesó lo más mínimo esa carrera y tampoco atendió a los reclamos de sus padres para que se dejara de versos y buscara un trabajo de verdad. Afortunadamente. Siempre tuvo una sensibilidad especial, defensor a ultranza de la libertad, el gran tema de toda su obra, pero a la vez reconocedor de la belleza de algunos ritos religiosos. “Hay que ser religioso y profano, reunir el misticismo de una severa catedral gótica con la maravilla de la Grecia pagaba. Verlo todo, sentirlo todo”, escribió. 

Su primer libro, Impresiones y paisajes, recogía su visión de Castilla, que recorrió gracias a un viaje cultural. Apenas tuvo tirada, casi nadie lo leyó. Lorca tiene claro que Granada le asfixia, que necesita crecer y da el salto a Madrid, a la Residencia de Estudiantes, epicentro de tantos grandes creadores. “Quiero ser poeta por los cuatro costados, amanecido de poesía y muerto de poesía”, escribió.  Y fue fiel a ello el resto de sus días. No tarda en entablar amistades en Madrid, con su atractivo personal innato. Gracias, en parte, a esa habilidad social, estrenó en 1920 en el Teatro Eslava de Madrid El maleficio de la mariposa, que fracasó. Su primer  éxito fue Libro de poemas, que reunía algunos de sus versos. Nunca abandonó su pasión por la música. En 1922 organiza en Granada la Fiesta del Cante Jondo, con Manuel de Falla, otra de sus ilustres amistades. 

Poco a poco, Lorca se va volcando más hacia el teatro, aunque su desbordante talento encuentra múltiples formas de expresión, incluido el dibujo. En junio de 1927 estrenó Mariana Pineda en el Teatro Goya de Barcelona, ciudad en la que se hizo un hueco gracias a su amigo Salvador Dalí. Con todo, tuvo una fría acogida, aunque esa misma obra logró más éxito en octubre en Madrid. Después llegará Romancero gitano y su viaje a Nueva York. Según la autora, "la inmensidad de aquella ciudad le hace comprender su importancia humana". 

Una de las grandes misiones de Lorca, además de sus poemas y sus obras teatrales, será La Barraca, ese romántico y bellísimo proyecto que consiste en llevar el teatro a los pueblos más recónditos, a los lugares con menos posibilidades de acceder a la cultura, a eso que hoy llamamos la España vacía. “La Barraca es para mí toda mi obra, la obra que me interesa, que me ilusiona, más todavía que mi obra literaria”, declaró Lorca. En 1933, estrena Bodas de sangre, inspirado en un sucedido real, que es para muchos su mejor obra. En Buenos Aires "se gana al pueblo en los escenarios y a los intelectuales en los ateneos". 

Lorca era para entonces alguien reconocido a nivel internacional, pero también odiado por una parte de España, siempre tan cainita. El teatro de Lorca no tiene alusiones políticas directas, él vive el arte como algo superior a la realidad. Pero termina comprometiéndose. Declara que él siempre estará al lado de los pobres, de los que nada tienen. Estalla la Guerra Civil y Lorca, en el finl que todos conocemos, es asesinado por los sublevados. Muere así un genio cuya obra sigue retumbando. En la biografía se habla de su vida, pero sobre todo de su obra. Faltan, desde mi punto de vista, alusiones a la vida sentimental de Lorca. No porque sea lo más importante del genio, que no lo es, pero sí porque es algo relevante, también en su obra. Ahí están los impresionantes Sonetos del amor oscuro, para atestiguarlo. En cualquier caso, es una biografía que consigue en unas pocas páginas dar cuenta de la vida de un genio que no se acaba nunca y cuyo magnetismo no hace más que crecer. 

Mañana continúo con la biografía de Hemingway. 

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