Los Feroz de Eduard Sola

En sólo una veintena de categorías, cuatro series y ocho películas se llevaron anoche al menos un Feroz. De los premios de la crítica cinematográfica española se puede decir este año más que nunca eso de que han caído muy repartidos, como el gordo de la lotería. Ayuda a ello la división en las categorías de comedia y drama, y también el espíritu un tanto iconoclasta de estos galardones. A diferencia de lo que ocurre muchas veces en los Goya, en los Feroz no suele haber películas que arrasen. Desde luego, con diferencia, quien más tiempo estuvo anoche encima del escenario recogiendo premios fue Eduard Sola, guionista de varias de las mejores series y películas del año, como Querer y Casa en llamas, las producciones más exitosas en la ceremonia de anoche en Pontevedra, con tres premios cada una. 

Sola, que protagonizó el discurso más comentado en los Forqué, reivindicándose como charnego integrado en Cataluña gracias a la educación pública, fue también el indiscutible gran protagonista de los Feroz. Lo merece como nadie, porque se lo ha escrito todo este año. Además, con estos reconocimientos se pone en valor el imprescindible y muchas veces minusvalorado trabajo de los guionistas. Como bien dijo Eduard Fernández, ganador del Feroz a mejor actor protagonista por su excelso papel en Marco, para que existan buenos personajes, hay que escribirlos. Bien está que se reconozca. La de anoche fue, en gran medida, la noche de los guionistas, la noche de Eduard Sola. 

Un peculiar homenaje al papel de los guionistas hicieron Yolanda Ramos y Daniel Guzmán en una introducción deliberadamente caótica y muy loca a la entrega de los Feroz a mejor guion, precisamente para poner en valor la importancia de un buen guión, o eso supongo que pretendían, porque quedó muy confuso y demasiado largo, y no sé no logró el efecto deseado. Eduard Sola, contó en otro bello discurso que su padre le contaba cuentos para despertarlo, no para dormirlo, y remarcó que las ficciones son generadores de empatía. Sólo la cultura impedirá la deshumanización que nos acecha. Sólo la cultura nos salvará de la barbarie”, afirmó. 



Sola apenas se había bajado del escenario cuando se entregó el premio a mejor guión de una serie, que ganó él mismo junto a Alauda Ruiz de Azúa y  Júlia de Paz por la espléndida Querer. El guionista volvería a subir al escenario con el último premio de la noche, pasada ya la medianoche, cuando Ruiz de Azúa agradecía el premio a mejor serie dramática para esta excelsa producción que en cuatro capítulos narra con maestría una historia de abusos dentro del matrimonio. Sola, por cierto, también ha ganado este año el premio El Ojo Crítico de cine y está nominado en los Goya, así que ya puede ir pensando nuevos discursos bellos con los que cautivarnos. La serie Querer redondeó la noche con el merecido Feroz de mejor actriz para Nagore Aranburu



Celeste, de Diego San José y Elena Trapé, fue reconocida como la mejor serie de comedia. San José, siempre genial, reivindicó el pago de impuestos (“viva el IRPF”). Habló también la directora Elena Trapé, que fue otra de los grandes protagonistas de la noche, ya que también nominada a la vez a mejor serie de comedia y mejor serie dramática, por Yo, adicto. Esta última se llevó dos Feroz: el de actriz de reparto con Nora Navas y el de actor protagonista con Oriol Pla. Como él estaba haciendo teatro, recogió en su nombre el premio Javier Giner, el creador y director de la serie, en la que Pla es su alter ego. Por su parte, Pol López ganó el Feroz de mejor actor de reparto por Nos vemos en otra vida, basada en el libro de Manuel Jabois sobre el 11-M.

En el capítulo de las películas, Casa en llamas, dirigida por Dani de la Orden y escrita, claro, por Eduard Sola, se llevó además el premio a mejor película de comedia y mejor actriz protagonista, por el fantástico trabajo de Emma Vilarasau.



Cómo habrá sido la calidad del cine español producido este pasado año que el Feroz a mejor dirección para Pedro Almodóvar por La habitación de al lado sorprendió a muchos, quizá incluso al propio director manchego. El mejor director español vivo, como se escuchó anoche, dedicó el premio a Marisa Paredes y a las dos intérpretes de esta película, Julianne Moore y Tilda Swinton. Dijo de ellas algo precioso, que no fue consciente de estar rodando en inglés gracias a la increíble química entre ellas. La película de Almodóvar también se llevó el Feroz a mejor música original, este sí, más que cantado, porque es ya el cuarto Feroz de Alberto Iglesias. El compositor dijo que cada vez disfruta más trabajando con Almodóvar.

En la categoría de mejor película dramática, la vencedora fue Salve María, de Mar Coll, que también ganó el Feroz a mejor cartel, obra de Octavio Terol y Lluís Tudela. Dos premios se llevó también Polvo serán, el musical sobre la eutanasia de Carlos Marqués-Marcet, ganadora en la categoría de mejor tráiler con Miguel Ángel Trudu y del premio Arrebato de no ficción. Por cierto, los Arrebato son quizá la gran aportación de los Feroz cada año, al ser premios que se entregan la película independiente y atrevida que a sus ojos merecía haber tenido más recorrido comercial. En la categoría de no ficción ganó The Human Hibernation, de Anna Cornudella. 

Dos de las más encantadoras películas del año, El 47 La casa, no se fueron de vacío gracias a los premios de mejor actriz y actor de reparto para Clara Segura y Óscar de la Fuente



La gala, presentada con frescura y descaro por La Dani, cumplió con el punto canalla y loco que se espera de los Feroz. Tuvo varios momentos especialmente acertados, como el divertido vídeo de comienzo con guiño a Los años nuevos y a Casa en llamas, en el que empiezan matando a María Guerra, presidenta de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España. Empezó La Dani con un monólogo bastante cañero, con alusiones, entre otros, a Carlos Vermut, Mazón y Errejón, pero también muy entretenido. También lo fue su segunda intervención, en la que bromeó sobre la cantidad de historias sobre la muerte de este año. “En lugar de Legado ibérico, esto debería patrocinarlo Prozac o Kleenex”, dijo, antes de dar un zasca a los críticos por la falta de nominaciones a Segundo premio, de Isaki Lacuesta, un olvido un poco imperdonable

Fueron  cuestionables las recurrentes bromas sobre las drogas, algunas de ellas, justo después de un premio a la serie Yo, adicto, en la que Javier Giner cuenta precisamente su proceso para salir de las adicciones. Uno de los momentos de la noche fue el de la periodista Rosa María Calaf bromeando sobre los dramas del primer mundo de los periodistas cinematográficos. Volvió a estar genial Nacho Vigalondo, emulando la broma sobre el tamaño desmesurado de la estación de tren de Zaragoza, pero hablando esta vez del reducido tamaño de la estación de Pontevedra. También estuvo brillante al bromear sobre el saludo nazi de Musk y aquel episodio de su pasado con una broma suya que se sacó de contexto. 

Jaime Chávarri recibió el Feroz de honor y protagonizó un muy ingenioso discurso que empezó diciendo que cuando te dan un premio y eres joven te asalta el síndrome del impostor, pero cuando te lo dan con 80 años, te consta ya que lo eres. Sostuvo que su trayectoria como maestro en la escuela de cine es el encuentro de dos ignorancias, la del maestro y la del alumno. Se trata, contó, de encontrar un lenguaje a partir de la ficción, de encontrar una impostura que nos acerque un poco a la verdad y a esa decencia que tanto echamos de menos. Porque quizá, en el fondo, lo más importante de este tipo de premios no sea quién se lleva los galardones ni los mejores looks, sino recordarnos el valor de la cultura como refugio, algo que, en estos tiempos de fanatismos y odio, muchos sentimos más necesario que nunca. 

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