Lucha y metamorfosis de una mujer

 

Desde que publicó el conmovedor y catártico libro Para acabar con Eddy Bellegeule, en la que contaba su infancia y cómo necesitó huir de su pueblo natal para ser él mismo y aceptar su homosexualidad, Édouard Louis ha construido una obra literaria extraordinaria centrada en su propia vida. Son libros que demuestran que escribiendo desde lo íntimo se puede hablar de lo universal, porque el autor rememora su infancia y se centra en su familia, sí, pero a la vez aborda desde prismas poco frecuentes en la literatura cuestiones como las diferencias de clase. 


Tras el tremendo impacto de aquella primera obra, he quiero leerlo todo del autor. En Historia de la violencia toma como punto de partida una violación sufrida por él mismo para reflexionar sobre las desigualdades sociales, el perdón y la redención social. En Quién mató a mi padre, más allá del dolor por el rechazo que siempre recibió de su progenitor por ser diferente, el autor intenta comprender quién era realmente su padre, cuál era su historia y cómo las penurias sociales y el abandono de las autoridades públicas marcaron su vida. En Cambiar de método reflexiona sobre uno de los puntos centrales de su obra, el desclasamiento, y habla con mucha honestidad de cómo buscó distanciarse del entorno social y de la clase de la que procedía. 


Tenía pendiente leer Lucha y metamorfosis de una mujer, publicado en 2021, que el autor dedica a su madre. Es uno de sus mejores libros. En su primera obra, Édouard Louis contaba el ambiente opresor en el que él creció, lo mal que todos alrededor le hacían sentir por ser diferente, cómo su madre le decía que ojalá él no fuera así, la mala situación económica en la que vivían. A raíz de la publicación de ese libro, el autor se distanció de su familia. En las entrevistas contaba que lo que más le dolió a su madre era que contara que eran pobres, por esa vergüenza de clase, ese miedo de ser vistos como gente sin recursos. Con el paso del tiempo, la madre del autor dejó a su marido y se reencontró con su hijo, incluso se fue a vivir a París como él. El libro está escrito desde ese punto, desde la mirada del hijo que tras mucho dolor y mucha distancia ha vuelto a encontrarse con su madre, una mujer que ha luchado para ser libre. 


La obra, que tiene en estilo crudo y directo habitual en el autor, empieza con el refiero de una foto de su madre cuando tenía veinte años. Era una mujer joven, feliz, radiante, nada que ver con la mujer triste que él siempre conoció, una mujer de clase baja condenada a una vida al servicio de su marido y sus hijos. El autor busca darle voz, contar su historia, porque “han construido eso que llaman literatura contra la vida y los cuerpos como el suyo. Porque ahora sé que escribir sobre ella y sobre su vida es escribir contra la literatura”.


La historia, común a muchas mujeres de su época, es tremenda. Su padre murió cuando ella tenía diez años. Se apuntó a una escuela de cocina, pero a los 16 años se quedó embarazada. Dejó a su primer marido y conoció a otro hombre, el padre del autor, con el que se casó como única forma de escapar, de salir adelante. Resultó ser un hombre violento y con problemas de alcoholismo. Cuando se quedó embarazada de mellizos, ella quiso abortar pero él la obligó a tenerlos. Tardó mucho en reunir el valor de buscar una nueva vida, de huir y reinventarse como hizo su propio hijo. Y gracias a ese reencuentro, afirma el autor, ahora él es capaz de recordar instantes felices y tiernos de su infancia. “Nuestro acercamiento no sólo ha cambiado su futuro, también nuestro pasado”, escribe. 


Hay varios pasajes muy impactantes en el libro, como uno en el que el autor cuenta que de niño estaba tan acostumbrado a ver su madre triste y apesadumbrada que cuando la  veía feliz y risueña le parecía escandaloso. O cuando reconoce que, tras entrar él en el instituto, se avergonzaba de su familia y usaba adrede un lenguaje más elaborado, para marcar distancias con ellos. “Entré en el universo de los que siempre habías llamado burgueses y de inmediato quise ser uno de ellos”, cuenta. Las diferencias de clases están de nuevo en el centro del libro, como ocurre en toda la obra del autor. Es impactante la historia de la amistad de su madre con Angélique, de clase media, que era como una extraña en casa de su madre, una anomalía. 


El libro, en fin, es conmovedor, tierno e impactante. También vitalista, porque aunque no todo es de color de rosa en la vida de su madre, sí ha podido ser una mujer más libre que en el pueblo. Pudo encontrar otra vida, esa que casi al comienzo del libro cuenta el autor que si madre siente buscó, porque “estaba segura de que merecía otra vida, de que esa vida existía en alguna parte, de forma abstracta, en un mundo virtual, que no habría hecho falta casi nada para alcanzarla, y que su vida sólo era la que era en el mundo real por accidente”.


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