Todos mienten T2

 

La segunda temporada de Todos mienten, la serie creada por Pau Freixas que puede verse en Movistar, hace algo que me suele irritar bastante: reescribir en cierta forma la temporada anterior, jugar de forma un tanto tramposa con el espectador, decirle que este o aquel plano, en realidad, no contaba lo que parecía, o que justo antes o justo después pasó algo que no se mostró y lo cambia todo. No me gusta ese recurso, no, y sin embargo aquí lo aprecio. Es más, la segunda temporada de Todos mienten me ha gustado más que la primera. Quizá porque, desde su propio título, esta serie va precisamente de eso, de las mentiras o las medias verdades que cuentan todos sus personajes. La serie se presenta, con razón, como un enredo, y es exactamente eso, tanto en la trama como en los constantes saltos temporales. 


Aparentemente, la trama quedó más bien resuelta al final de la primera temporada. Sin embargo, aquí todo se pone en duda. La nueva temporada comienza justo donde terminó la anterior y recorre una semana, de lunes a sábado, con saltos adelante y atrás en el tiempo. Al igual que en los anteriores capítulos, uno de los puntos fuertes de la serie es su estelar elenco. Esta vez, a Natalia Verbeke, Irene Arcos, Leonardo Sbaraglia, Ernesto Alterio, Miren Ibarguren, Juan Diego Botto, Eva Santolaria, Amaia Salamanca y Jorge Bosch, entre otros, se suman Alberto San Juan y Kiti Mánver. Más madera. 

Creo que el gran acierto de la serie en esta nueva temporada es que abraza sin complejos el tono de comedia, casi humor del absurdo. Había ya mucho humor en la primera temporada, en forma de personajes un tanto patéticos y reacciones delirantes a situaciones que en teoría invitan a cualquier cosa menos a la risa, pero creo que en esta segunda temporada se opta de forma mucho más clara por el humor más loco vinculado a crímenes, un poco a lo The White Lotus. Hay muchas más risas en estos capítulos, sobre todo por unos diálogos impresionantes en algunos de los momentos teóricamente más tensos de la trama. 

Eso sí, quien quiera intriga y giros de guión hasta el final, también lo encontrará. Se mantiene esa mezcla de géneros y tonos, reforzado y mejorado. Hasta el final no conocemos la verdad, o lo que parece la verdad, porque todo hace indicar que la serie deja la puerta abierta  a una tercera temporada en la que, quién sabe, quizá se le dé otra vuelta más a la historia. 

Si algo hemos aprendido de las historias de investigación de crímenes por resolver es que es muy importante que el escenario en el que transcurran tengan personalidad. Esta ficticia urbanización de ricos de Belmonte en la que se ambienta Todos mienten cumple con creces. Si a eso se suma la mucha variedad de los personajes y los secretos que todos arrastran, las frivolidades, mezquindades y rarezas de todos ellos, junto a un guión que busca y consigue el más difícil todavía en cada capítulo el resultado es más que disfrutable

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