El final de "The Crown"

 

Terminó The Crown. En estos tiempos de grandilocuencia y exageración sobre las series, en los que hay una mejor serie de la Historia cada cinco minutos, creo que es justos señalar a esta producción sobre la familia real británica como una de las mejores de los últimos años. Sin duda, ha sido en sus seis temporadas, con algún que otro altibajo, ejemplo de lo que se espera de una serie británica de época: impecable, primorosa, sencillamente perfecta, con interpretaciones excelsas, visualmente perfecta. Pocas series se despiden con un historial tan incuestionable de calidad. 
Como suele ser habitual últimamente con sus series más emblemáticas, Netflix decidió dividir en dos su temporada final. Estrenó la primera parte en noviembre pasado, con cuatro capítulos centrados en los meses finales de vida de Lady Di, y la segunda en diciembre, que cubre desde el fallecimiento de la princesa hasta 2015. En esa primera tanda de la temporada final ocurría lo que pasó en la vida real, que Lady Di se adueñó de todo, lo que en parte dañó al principal atractivo de la serie, que siempre fueron sus viajes al pasado, sus historias secundarias y sus enfoques sorprendentes, centrándose en pequeños detalles o anécdotas. No hubo espacio para casi nada ni nadie más que ese trágico final de la exmujer del hoy rey Carlos. Los seis últimos capítulos de la serie logran alzar el vuelo y recuperan la más fiel esencia de The Crown, con lo que se pone un buen broche a la historia

Supongo que el final de la serie ha sido muy debatido, incluso quizá hasta criticado. Lo contrario habría sido un fracaso. Es lógico que una serie que ha tenido tanto seguimiento y tanto reconocimiento, y que además ha condicionado en cierta forma la imagen de la familia real británica en millones de espectadores de todo el mundo, genere debate en su desenlace. Sobre todo, por la muerte de Isabel II el año pasado. La serie sólo llega hasta 2005, pero la reina está muerta en la vida real. ¿Cómo darle un aroma de despedida al final de la serie sin poder llegar a contar la muerte de la reina, que se produjo 17 años después del desenlace? Creo que la solución que encuentran los creadores de la serie es acertada, creativa. Naturalmente no haré spoiler, pero creo que es un final potente, que encaja con el tono de la serie y que despide al personaje principal con la grandeza esperada. Es una pena que no haya seguido más. Nos quedamos, por ejemplo, a las puertas del Brexit, y habría sido muy interesante ver cómo lo contaba la serie. 

Como digo, en los seis capítulos finales la serie recupera el pulso, su mejor esencia, algo difuminada en los episodios anteriores por el protagonismo absoluto de Diana desde la temporada 5. Volvemos a ver capítulos dedicados a distintos personajes de la familia, la mezcla tan exitosa de historia familiar y de la política británica y mundial que ha sido siempre una de las sellas de identidad de la serie y también recuerdos de momentos pasados. Lo mejor de The Crown es que, aunque seguía un orden cronológico, se permitía el lujo de detener la acción en capítulos concretos para contar sucesos en apariencia menores o historias pretéritas de miembros de la familia. Esa libertad narrativa, esa originalidad, esos lujos que se permitía la serie a menudo, ha sido sin duda uno de sus mayores valores.  

La serie, que abarca casi todo el reinado de Isabel II, ha conseguido a lo largo de sus seis temporadas hacer un retrato de la familia real británica sin caer en la caricatura, mostrando a personas de carne y hueso. Las entrevistas de la reina con los primeros ministros, desde Churchill hasta Blair, también han permitido mostrar la evolución de la historia en todo este tiempo. The Crown ha propiciado debates sobre el papel de la monarquía en una sociedad moderna como la actual. También sobre la familia, de la que la serie le hace decir a Carlos en la temporada final esta contundente frase: "los psicólogos están bastante divididos entre los que creen que un niño nunca debe separarse de su familia y los que piensan que cuanto antes sea apartado de su familia, mejor". 

Creo que la serie, aunque ha mantenido siempre un gran nivel, tiene más interés en sus primeras temporadas que en las últimas. Y es lógico que así sea. No es ningún demérito de las temporadas finales, es sólo que a medida que la trama se acercaba al presente, más y más espectadores recordábamos haber vivido lo que se contaba en la pantalla. No puede tener el mismo impacto un suceso relativamente reciente que esas historias de otro mundo del comienzo del reinado de Isabel II. Es inevitable. También sucede que, cuanto más reciente es lo narrado, más polémica surge por los diálogos que, naturalmente, son ficticios, porque nadie pudo estar ahí escuchando lo que se decía en palacio. Hasta cierto punto es lógico, aunque no deja de ser irracional, que nos importe más la verosimilitud de sucesos más cercanos y de personas vivas que de hechos mucho más alejados en el tiempo. Nadie cuestiona los diálogos en una película de romanos o sobre la Edad Media. 

El ministro de Cultura británico llegó incluso a pedir a la serie que indicara expresamente al comienzo de cada capítulo que lo que se iba a ver era una ficción y que los diálogos no eran reales. Fue una polémica un tanto absurda, porque es evidente que la serie es ficción, pero sí dio lugar a debates interesantes sobre qué se puede exigir a una serie de ficción, sí, pero sobre sucesos y personajes reales. Entre otras cosas, porque la ficción tiene un poder inmenso y, sin duda, la imagen de la casa real británica en su país y en el resto del mundo se ha visto condicionada por The Crown. Sin ninguna duda. Dicho esto, creo que la serie más bien ha ayudado a mejorar su imagen. Más allá de ese debate, lo cierto es que la serie ha sido impecable en muchos sentidos. Claro que este o aquel episodio estará más o menos alejado de la realidad, por supuesto que tendrá sus defectos o excesos, pero el balance general es muy positivo, tanto como para considerarla sin la menor duda una de las mejores series de los últimos años.  

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