Sentimos las molestias

 

Sentimos las molestias, la última serie de Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero, creadores de Vergüenza, me ha recordado en algunos tramos a Los vencejos, la novela de Fernando Aramburu. Aunque desde tonos y situaciones muy distintas, en la serie y en la novela los protagonistas son hombres de cierta edad a los que les cuesta entender el mundo en el que viven, el mundo posterior al Me Too. Una de las tramas de Sentimos las molestias, que puede verse en Movistar, está directamente relacionada con esta cuestión. No es, desde luego, el único punto de interés de la serie, ni siquiera es su centro de gravedad, pero sí es en cierta forma una historia sobre señores mayores que intentan comprender un mundo que ha cambiado de forma extraordinaria. 
La serie, siempre en clave de comedia, algo menos gamberra que la de Vergüenza, pero también atrevida, gira en torno a la amistas entre Rafael Müller (Antonio Resines), un prestigioso director de orquesta que goza de la admiración y del reconocimiento generalizado, y Rafa Jiménez (Miguel Rellán), un viejo rockero cuyos tiempos de gloria han quedado atrás, pero que sigue afrontando la vida con el mismo espíritu que cuando era joven, llenaba las salas de conciertos y sus canciones sonaban en la radio. Sólo por ver mano a mano a estos dos grandes intérpretes vale la pena la serie. Está escrita para su lucimiento, es un regalo para ellos y para los espectadores, porque es una gozada ver a dos actores con tanto oficio divirtiéndose frente a la cámara

Hay algo de cervantino en la relación entre los dos Rafas. El personaje de Resines es metódico, un tanto insoportable a ratos, vive volcado con su trabajo y quiere tenerlo siempre todo controlado. Mucho más Sancho que Quijote, el personaje de Miguel Rellán es todo lo contrario: vive al día, el estrés no va con él, fantasea constantemente y es mucho más alocado, no le da vueltas a nada. El contraste entre la forma de afrontar la vida de ambos es uno de los puntos fuertes de la serie. También esa complejidad, pero también esa solidez a prueba de cualquier malentendido o contrariedad, de las amistades de muchos años, esas en las que cada parte conoce a la perfección las virtudes y los defectos del de enfrente. Se hacen bromas pesadas, se tratan regular, pero es el código de muchos años en el que ellos se entienden y se relacionan. Es muy auténtico cómo capta la amistad madura de quienes han vivido tantas historias juntos. 

Entre bromas y chascarillos, la serie aborda temas importantes, como lo mucho que cuesta reconocer la edad real de cada uno en la vejez, el testamento vital o las relaciones con la familia. Pero, que nadie se asuste, la serie es una comedia ("comedia dramática"), fiel al sello de sus creadores, que no se pierde en ningún momento. Es una historia muy entretenida que afortunadamente tendrá segunda temporada.

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