Ozark. T4

 

Netflix ha tomado la costumbre de dividir en dos partes las temporadas finales de sus series más emblemáticas. Lo hizo con La Casa de Papel y ha vuelto a hacerlo ahora con Ozark. La serie en la que la familia de los Byrde blanquea dinero para un cártel de la droga llega a su final en esta cuarta temporada, pero la plataforma ha dividido en dos partes esta tanda final. La primera la estrenó en enero y aún no se conoce la fecha exacta en la que llegará la segunda y definitiva, aunque será en algún momento de este año. Vista la parte 1 de la cuarta temporada, los aficionados de esta historia podemos celebrar que Ozark llegue a su final en plena forma y no desfondada o sin rumbo, como a veces les ocurre a las series cuando se alargan más de lo debido.
La historia de la serie, en la que no hay buenos y malos, sino sólo malos y otros todavía peores, va a terminar teniendo aún algo que contar, manteniendo el interés que despertó en las tres temporadas anteriores y todavía más oscura que antes, con sus diálogos afilados, sus personajes complejos, las maniobras del imperturbable Marty Byrde (Jason Bateman), una cada vez más carente de escrúpulos Wendy (Laura Linney) y una atmósfera inquietante y perturbadora, como si siempre estuviera a punto de ocurrir algo terrible, porque siempre lo está, de hecho. 

Al comienzo de esta cuarta temporada, Navarro, el capo de la droga para quien trabaja la familia, les pide que alcancen un pacto con el FBI para poder tener libertad de movimientos en Estados Unidos. Quiere dejarlo, retirarse para vivir con sus hijos, dejar a un lado las guerras de las drogas. Se antoja una misión imposible, pero supondría la carta de libertad para los Byrde, que podrán volver a Chicago y seguir con su proceso hacia la respetabilidad a través de su fundación, cuyos fondos proceden de las drogas, pero que les sirve para aparecer como empresarios comprometidos con la sociedad porque, como dice Wendy, "esto es Estados Unidos, aquí no importa de dónde sale el dinero". 

Tarda poco esta cuarta tanda de episodios en demostrar que el final de la serie estará a la altura, elevadísima, de las tres anteriores. Vuelve a enganchar. Vuelve a ser una serie muy madura, en la que todos los personajes tienen sus debilidades y vulnerabilidades, pero también su lado salvaje, sus ambiciones descarnadas. En este caso, Wendy aparece del todo desencadenada, decidida a beneficiarse de todo, incluso de la muerte de su hermano que ella misma propició en la temporada anterior. Desde el principio de la serie ha sido uno de los personajes más potentes, pero esta vez da un paso adelante y su falta absoluta de escrúpulos da mucho juego. También Darlene (Lisa Emery), que cada vez que aparece en pantalla genera una gran tensión. 

Otro de los alicientes de esta temporada, en la que de nuevo el personaje de Ruth (Julia Garner) vuelve a ser icónico, es la ruptura de Jonah (Skylar Gaertner) con sus padres. Rompe con la familia, mientras su hermana CHarlotte (Sofia Hublitz) está más entregada que nunca al "negocio" familiar. También aparece una compañía farmacéutica acuciada por las deudas, políticos dispuestos a entregarse al mejor postor, agentes del FBI con disposición a llegar acuerdos opacos... En fin, Ozark en estado puro. 

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