Billions 5

La pandemia del coronavirus ha trastocado los planes de muchas series y, por ejemplo, ha obligado a detener en su séptimo capítulo la quinta temporada de Billions. La serie que cuenta el enfrentamiento entre el fiscal Chuch Rhoades (Paul Giamatti) y el inversor Bobby Axelrod (Damian Lewis) quedará interrumpida, hasta que las condiciones sanitarias permitan retomar su rodaje. Los siete capítulos que se han podido estrenar son suficientes para comprobar que la serie continúa a un nivel altísimo, muy por encima de la media, pero que empieza a mostrar ciertos síntomas de agotamiento, algo que hasta ahora no había percibido en ningún momento. 


Me siguen interesando las desventuras de los protagonistas, sus luchas de poder, esos diálogos teatrales de tanto poso, la falta total de maniqueísmo, la valentía a la hora de afrontar tramas complejas, los claroscuros de los personajes, sus motivaciones y sus secretos inconfesables, su ambición y sus contradicciones. Sigue siendo una historia atractiva y posiblemente con recorrido por delante. Pero en algún momento de esta quinta temporada he pensado por primera vez que quizá va tocando darle a la serie el cierre que merece, que puede ser arriesgado seguir estirando la historia. 

Decíamos en la crítica de la cuarta temporada que es extraño que una serie alcance ese punto en mejor estado que en sus comienzos, mostrando que hay ideas y nuevos caminos que explorar. Es perfectamente normal que, antes o después, las series vayan agotando la fórmula. Ocurre en las mejores familias. Desde luego, no digo que desaconseje esta quinta temporada, ni tampoco que vaya a dejar de seguir la serie, ni loco. Quizá es sólo que Billions nos tenía acostumbrados a tal nivel de excelencia, a tal capacidad de superación y reinvención, que ahora nos choca más encontrarle alguna fragilidad, por leve que sea. 

En cualquier caso, la serie mantiene muchas de sus virtudes. Desde luego, la complejidad de los personajes y sus ambiciones, todo entremezclado con los sentimientos. Encontramos al comienzo de esta temporada a Chuch y Wendy (Magie Siff) divorciados, empezando a vivir una nueva vida distanciados, mientras que Axelrod y Taylor Mason (Asia Kate Dillon) se reencuentran profesionalmente en Axe Capital, aunque la desconfianza mutua se mantiene.

Como suele hacer la serie en cada nueva tanda de capítulos, en esta quinta temporada también introduce nuevos personajes que aportan riqueza y variedad a las tramas. Bobby Axelrod encontrará en el inversor Michael Prince (Corey Stoll) a un nuevo enemigo. La suya será una batalla de egos, pero también una confrontación a la hora de entender el mundo de las finanzas: el uno, agresivo y especulador; el otro, comprometido con la inversión sostenible y partidario de un capitalismo más humano. Además de ese mundo de la inversión socialmente responsable, juega un papel importante en esta temporada el mundo del arte contemporáneo, con la entrada en liza del artista Nico Tanner (Frank Grillo), de quien Axelrod se convierte en mecenas. Billions, en fin, sigue explorando nuevas rutas y continúa mostrando una buena salud, mejor que la mayoría de las series actuales. El tiempo dirá hasta cuándo dura y si podrá mantener su excelencia acostumbrada mucho más tiempo. Ojalá así sea. 

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