Otro Sant Jordi diferente

 

Al contrario de lo que le ocurría a Borges con Buenos Aires, por la que sentía “un amor así, celoso”, yo encuentro del todo natural que muchas otras personas sientan lo mismo que yo por Barcelona y por su fiesta grande, Sant Jordi. Las Ramblas no estarán vacía hoy (aunque serán otros 11 espacios de la ciudad donde se situarán los puestos) y no negaré que echaré mucho de menos estar allí y envidiaré a quienes sí puedan reencontrarse con el día de los libros y las rosas, de la literatura y del amor, con el mejor día del año en Barcelona. Pero estaré contento, porque aunque yo no pueda viajar a Barcelona, las calles de la ciudad volverán a llenarse de la emoción de cada 23 de abril. Me tocará vivirlo en la distancia un año más, pero esta vez feliz por saber que sí hay puestos de libros y rosas en las calles, que Sant Jordi vuelve a ser lo que era (aunque nunca dejó de serlo del todo ni siquiera con todo el mundo confinado en su casa en 2020), que esta fiesta callejera, febril y maravillosa ha regresado, con todas las restricciones, con cambios, algunos de los cuales, quién sabe, tal vez hasta que se queden ya para siempre, como la extensión a las zonas de la ciudad de los puestos de libros. Pero vuelve a celebrarse Sant Jordi en las calles, vuelve una de esas fiestas que daban sentido a la vida. 


Como el año pasado, seguiré en la distancia cada noticia de Sant Jordi y me refugiaré en los recuerdos de otros años, esos tiempos prepandémicos que no sabíamos que echaríamos tanto y tan pronto de menos. Aquellas firmas de autores, ver a Eduardo Mendoza tras haber recibido el Premio Cervantes o a Fernando Aramburu triunfal tras la publicación de Patria, constatar la convivencia perfecta y natural entre todo tipo de autores, rebuscar sin prisa y con deleite en los puestos de libros de segunda mano, elegir la mejor rosa, detenerse un rato a disfrutar de alguno de los programas de radio o televisión en directo en plena calle, contemplar la Casa Batlló repleta de rosas, volver fugazmente al hotel para descargar los libros comprados en la sesión de mañana, comer un menú especial de Sant Jordi en algún restaurante, negarme a que el tiempo pase tan rápido y dar un último paseo, siempre resistiéndome a que el día termine.... 

De recuerdos viviré hasta que pueda construir otros nuevos, pero no sólo, porque el poder de esta fiesta es tan inmenso que puede disfrutarse y cambiar el ánimo incluso en la distancia. Y, a falta de viaje a Barcelona, tan añorado, que tanto echo en falta, al menos sí quedan las noticias, los detalles de personas queridas, la rosa en el salón de casa, los tuits, las entrevistas, los programas literarios... Todo me recuerda a Sant Jordi desde hace días, semanas, incluso. Leí hace tiempo, por ejemplo, que Irene Vallejo, la autora del maravilloso El infinito en un junco, sería la pregonera de Sant Jordi. Se antoja la mejor elección posible, porque esta fiesta va, sobre todo, de amor a los libros, y eso se encuentra a raudales en cada página de este delicioso ensayo. 

Como otros años, como siempre, las editoriales lanzan algunas de sus más atractivas novedades cerca de Sant Jordi, este Día del Libro en el que celebramos la existencia de Cervantes y Shakespeare, aunque ninguno de los dos murió un 23 de abril, como recordamos convenientemente cada año. Por ejemplo, Transbordo en Moscú, de Eduardo Mendoza, que es el final de la trilogía de Rufo Batalla, el alter ego del autor, con el que recorre el siglo XX. Irremediablemente, incluyo el libro en mi pedido de Sant Jordi en Todos tus libros, la plataforma en la que se reúnen muchas librerías independientes y cuyo servicio es excelente. No es mal día hoy para decirlo. Es muy de agradecer el esfuerzo de las librerías independientes para sumar fuerzas y ofrecer de un modo tan sencillo la posibilidad de comprar toda clase de libros. Se puede recoger en la librería que se seleccione o recibir los libros en casa por un coste bajo, del entorno de los cuatro euros.




Conocía las ventajas de Todos tus libros, desde hace meses, mi única forma de comprar libros, pero no sabía nada de Bookshop.org, que conocí la semana pasada gracias entrevista a su creador, Andy Hunter, en La Vanguardia. Es una web que también busca acercar a los lectores a las librerías independientes, que hacen recomendaciones de lectura. Hablando de descubrimientos, no sabía que La Sexta tenía las mañanas de los sábados un breve programa dedicado a los libros, Crear Lectura. He empezado a ponerme al día en Atresmedia. Y, claro, hoy también me acuerdo de Página Dos, La estación azul y de La grande librairie, donde todo el año es 23 de abril.

Leo en Twitter, y me encanta, que el Palau de la música catalana estrena el miércoles 21 una obra de música clásica inspirada en la novela Yo confieso, de Jaume Cabré, uno de los mejores libros que recuerdo haber leído. 

Hoy imagino que escucharé el bucle Un Sant Jordi diferent, la canción que varios artistas compusieron el año pasado para festejar este día desde casa. Y también dedicaré cada rato libre que tenga a buscar noticias de libros, a seguir la cobertura de los medios y las iniciativas de las editoriales en este día precioso. Por ejemplo, la noticia de la apertura de la librería Finestres que va directa a la larga lista de lugares pendientes de visitar en cuanto pueda volver a Barcelona. O la de las firmas de libros en diferido organizadas por la librería Cálamo, en Zaragoza, de la que me entero por un tuit de Sergio del Molino. Para evitar aglomeraciones, los lectores pueden solicitar de antemano las firmas, para pasar luego a recogerlas a la librería. 

Sant Jordi siempre es propicio para debatir sobre literatura y uno de esos debates clásicos, aunque quizá cada día más felizmente superado, es el que distingue entre alta literatura y literatura popular. Hay quienes creen que el hecho de que un libro sea muy leído lo convierte automáticamente en malo y otros, tan equivocados como aquellos, que piensan precisamente lo contrario, que si un libro se vende mucho es que es bueno. Es interesante escuchar opiniones al respecto, sobre todo, de autores de best sellers, precisamente, los que más atención suelen atraer en las firmas de Sant Jordi. Leo, por ejemplo, una entrevista con Juan Gómez Jurado en la web de El Cultural, en la que reivindica los best sellers y cuenta que valora más la opinión de los lectores que las críticas, o las entrevistas con María Dueñas con motivo de la publicación de Sira, la segunda parte de El tiempo entre costuras

El de este año, en fin, será otro Sant Jordi diferente, sí, pero seguro que será un día emocionante, incluso en la distancia. No necesitamos un día concreto para celebrar lo mucho que nos aporta la lectura, pero precisamente por lo mucho que nos aporta, qué menos que dedicarle un día íntegramente. El mejor día del año, además. Ya falta menos para el Sant Jordi de 2022, que ojalá sea el de la recuperación definitiva del sector editorial, de esta fiesta y de nuestra vida en general. Lo esperaremos de la mejor forma posible: leyendo.

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