El futuro de la radio

 

La semana pasada se publicó la tercera oleada del EGM y, como es habitual, todas las radios informaron de los resultados del estudio según tuvieron a bien, incidiendo en aquellos datos que les beneficiaban. Me interesó especialmente el análisis que hizo Gorka Zumeta en su blog, espacio de referencia sobre radio. Allí señaló que la visión global del EGM es preocupante para la radio en su conjunto, porque ha perdido 681.000 oyentes, con una caída especialmente pronunciada en las emisoras musicales. Zumeta pedía en el artículo que la radio dejara de mirarse al ombligo e innovara, en definitiva, que mirará al futuro. 

Me cuesta ser objetivo con la radio, porque es el medio que más quiero, el que más disfruto. Quizá por esa falta de objetividad, siempre he pensado, y sigo pensando, que la radio es el medio que de forma más natural puede aliarse con Internet y con los smartphones. Creo que es un medio con mucho futuro por delante, como demuestra el auge de los podcast y la forma en la que medios y empresas confían cada vez más en este formato. Pero, claro, para hablar del futuro del medio lo primero es definir de qué hablamos cuando hablamos de la radio. ¿Incluimos en la categoría radio sólo a las emisoras comerciales? ¿Sólo las emisiones dentro de una programación convencional? ¿Se tiene en cuenta a la hora de medir la audiencia de la radio todos esos podcast que, procedentes de las emisoras o no, cada vez ocupan más tiempo en el tiempo de ocio de muchos? 

Si al hablar de radio lo hacemos desde una perspectiva clásica, es decir, los contenidos que emiten en directo las emisoras tradicionales, entonces sí parece claro que el medio afronta un envejecimiento de sus oyentes (o escuchantes) y es dudoso que esté siendo capaz de atraer a un público más joven. El formato audio, digamos, los contenidos que son radio, aunque no lo emitan las radios, todos los podcast especializados que proliferan por Internet y las distintas plataformas como Spotify o Ivoox, ese fomato audio, digo, sí tiene futuro. Mucho futuro. Y ya tiene, de hecho, un gran presente. 

Cada vez son más los medios, incluidos medios impresos, y las empresas que optan por crear podcast. También confían en los podcast las plataformas audiovisuales como Movistar o HBO, para acompañar los estrenos de sus series, como ocurrió con el espléndido podcast de La línea invisible, que fue el complemento perfecto para la serie sobre el comienzo de ETA. El reciente lanzamiento de Audible en España es otra prueba de ello. 

Los contenidos de audio, es decir, la radio en cualquiera de sus formas, viven un momento de auge más que de crisis. Incluso puede que haya cierta sobreabundancia. Por lo general, el público joven no está escuchando programas en FM, y puede que ni siquiera en las apps o en las webs de las emisoras, pero sí disfruta de sus podcast preferidos, sobre temas muy específicos, porque otra de las cualidades de los podcast es que se dirigen a nichos de mercado muy concretos, abordan temáticas muy especializadas. Por ejemplo, el ciclismo. El amante a este deporte encuentra en podcast como El Maillot espacios de debate que no halla en medios tradicionales.

Lo que le sucede a la radio, entendida como el medio tradicional, no difiere en exceso de lo que le pasa a la televisión. Son pocos los programas que el público joven sigue en directo en la tele, en su horario de emisión habitual. Y es mucho más fácil que sigan con fidelidad a su youtuber preferido o que conozcan todos los secretos de Twitch antes que encontrarlos a una hora concreta viendo un programa televisivo tradicional. ¿Significa eso que la gente va a dejar de consumir espacios audiovisuales sobre cuestiones que le interesan, ya sea la política, la cultura o el deporte? Naturalmente que no. Significa que esos contenidos se están buscando en otros lugares distintos a los tradicionales. 

El futuro de la radio, entendida como contenidos de audio, como alguien que por medio de la voz transmite algo a otra persona, independientemente de cuál sea el medio elegido, es esplendoroso. Lo creo de verdad. Pero los tiempos cambian y, con ellos, los hábitos de consumo de la audiencia. No es fácil que cierta parte del público, sobre todo los más jóvenes, se acerquen a la radio como lo hacían generaciones anteriores. Ellos pueden adorar un podcast sobre cierta afición concreta u otro analítico sobre la actualidad, pero posiblemente se les resistan más las tertulias radiofónicas convencionales. ¿Qué deben hacer ante esto las emisoras de radio? No hay respuestas sencillas, pero sí parece claro lo que no deben hacer: no deberían permanecer quietas, sin innovar, dejando pasar el tiempo. Si hay un contexto favorable a los contenidos de audio, como parece claro que lo hay, tendría delito que las radios no sacaran partido de ello. 

Las escaletas de las principales radios, para empezar, son demasiado parecidas unas a las otras. No se percibe innovación ni apuestas rompedoras. El espacio de muchas horas de duración por la mañana, con un primer tramo informativo y otro más de entretenimiento después. La información regional. El informativo de mediodía. Los programas de la tarde y la noche. El deportivo nocturno. Los maratonianos programas deportivos del fin de semana. El espacio más sosegado de las mañanas del fin de semana... Todo demasiado parecido, sin mucho margen para la creatividad y la innovación, sin riesgo. Donde sí han dado más pasos las emisoras tradicionales es en la promoción de podcast, aunque ahí también queda recorrido por delante. 

Los amantes de la radio seguimos estando ahí y este medio tiene algo que atrapa, pero las grandes emisoras no deberían tener miedo al futuro, a subirse a la ola de los cambios de hábitos de los oyentes, en vez de resistirse a escucharlos. De un modo o de otro, en directo o en diferido, por medios tradicionales o por vías alternativas, la radio y su magia podrán con todo, no tengo ninguna duda. Es tiempo de jugar, de inventar, de arriesgarse. El contexto financiero por culpa del Covid-19, es verdad, no ayuda, pero es tiempo de valientes, de los que la radio anduvo siempre sobrada. Si hoy damos por canónicos e incuestionables ciertos formatos es porque alguien los inventó, alguien pensó que era buena idea crear un programa carrusel que siguiera los partidos del fin de semana o poner en pie un programa magazine que cubriera toda la mañana. ¿Quién dará el primer paso ahora? ¿Quién se atreverá a arriesgar? Lo veremos o, mejor, lo escucharemos. 

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