1Q84, libro 3

Como siempre ocurre con la buena literatura, en 1Q84, de Haruki Murakami, importa poco el final. La trama de la novela es atractiva, por supuesto, pero lo es mucho más su estilo, el tono de la historia, el hipnótico discurrir del relato. Por eso, cuando terminé de leer los dos primeros libros de esta obra, reunidos en un solo volumen por Tusquets, me quedé con ganas inmensas de leer el tercero y último, no tanto por conocer el final, que es lo de menos, sino sobre todo por seguir disfrutando de la prosa del autor japonés. Gracias a un regalo de Sant Jordi, lo he podido leer y he seguido disfrutando de esta historia hipnótica. Y ahora, por si hay alguien leyendo, quiero espero volver a leer más novelas de Murakami, claro. 


1Q84 es quizá la novela más romántica del autor japonés, por supuesto, a su manera. Sobre todo, en este tercer libro. La novela tiene resonancias orwellianas y transcurre en medio de un escenario misterioso, con una secta religiosa persiguiendo a los protagonistas, y con sucesos difíciles de explicar, como siempre en las novelas de Murakami. Pero, entre medias, el amor. Leemos, por ejemplo, ya al final del libro: "les resultaba muy extraño, e incluso les parecía ilógico, que otras personas vivieran sus vidas en aquel mismo mundo”.

El mundo en el que transcurre la novela es 1Q84, porque sucede en 1984, pero es un mundo paralelo, alternativo, en el que, por ejemplo, hay dos lunas. En él han entrado, sin saber bien cómo, Aomame, una monitoria de gimnasio que asesina a maltratadores de mujeres, y Tengo, profesor de matemáticas y escritor, que en el primer libro de la novela reescribe La crisálida del aire, una novela de género fantástico, que quizá no lo sea tanto, y que termina conduciendo al personaje a una situación delicada. Aomame y Tengo no tienen, en apariencia, ningún vínculo, pero a medida que avanza la historia se descubrirá cuál. 

De nuevo, importa menos la historia en sí que su forma de transcurrir, la gozosa compañía de la prosa de Murakami. Pero, además, la trama gana en acción e intriga en este tercer libro. También en emoción. A los dos protagonistas del libro, Tengo y Aomame, se suma aquí el detective Ushikawa, que investiga a Aomame por encargo de Vanguardia, una secta religiosa. 

En este tercer libro de 1Q84, los personajes siguen fuera de sitio, desubicados, buscando explicaciones a lo que están viviendo y salidas de ese mundo extraño. Además, es una novela especialmente adecuada para estos días de confinamiento, ya que, por distintas circunstancias, buena parte de la trama transcurre con los personajes metidos en su casa, sin poder salir, bien porque están vigilando a alguien (como los policías de balcón que espían estos días a sus vecinos por si incumplen las recomendaciones sanitarias) o porque temen que alguien les encuentre. Igual que Tengo, escritor, crea un mundo, Murakami juega en sus novelas a crear mundos distintos, en los que cuesta saber qué es real y qué no. 

La novela cambia algo su tono respecto a los libros anteriores, sobre todo, por esa aparición repentina y fulgurante del amor, pero lo que se mantiene es el estilo del autor, el hilo conductor de todas sus obras, lo que convierte sus narraciones en un lugar misterioso y confuso, sí, pero del que uno desearía no salir nunca

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