1Q84

“La verdadera realidad no existe más que si la inventamos”. El otro día escuche en La estación azul, el muy recomendable programa de libros de RNE, esta frase de Mohamed Chukri y pensé automáticamente en el libro que acaba de terminar de leer, 1Q84, de Haruki Murakami, editado por Tusquets. Es verdad que las dos primeras partes de la novela (tengo pendiente la tercera) me han fascinado tanto que casi cualquier cosa me recuerda a ella, pero esta reflexión de Chukri le encaja a la perfección, porque en este libro, como en otros del autor japonés, se refleja el poder de la ficción como creadora de mundos, como inventora de realidades. 


Hacía mucho tiempo que no ralentizaba tanto la lectura de un libro a medida que me acercaba al final, por no querer terminarlo nunca. Sumergirse en el estilo de Murakami, esa especie de realismo mágico, es siempre recomendable y se vuelve especialmente liberador y grato en estos días raros. Tiene 1Q84, como es habitual en las obras del autor japonés, eterno candidato al Nobel, el irresistible encanto de la mejor literatura. No me importa mucho lo que pasa, aunque pasan muchas cosas, y no digamos ya cómo termina la historia, sólo el placer de ir adentrándome en la historia, en los universos que crea Murakami, con el mismo asombro con el que lo hacen sus personajes.

Porque en esta obra, publicada en tres libros (los dos primeros suman 737 páginas que se hacen cortas), los personajes están siempre fuera de sitio, desubicados, sorprendidos. Como en anteriores novelas del autor japonés, en el libro se cuenta la historia de dos personajes sin aparente conexión entre ellos, cuyos vínculos iremos descubriendo muy poco a poco, paladeando cada descubrimiento. Los protagonistas son Aomame, una instructora de gimnasio con una doble vida algo truculenta, y Tengo, profesor de matemáticas y novelista, al que le encargan reescribir una misteriosa novela, La crisálida del aire, escrita por Fukaeri, una adolescente con una imaginación extraordinaria, o quizá no tanta, y es más bien realista. 

La descripción de Tengo y Aomame, sus mundos, sus anhelos, sus miedos, sus secretos, se van relatando poco a poco, sin prisa. Tengo ama a partes iguales la literatura y las matemáticas. En estas últimas encuentra respuestas lógicas, mientras que en las novelas halla justo lo contrario, la incertidumbre, el misterio. Así es como describe Murakami lo que siente Tengo al leer una novela: “era como un pedazo de papel en el que había escrito un conjuro incomprensible. Algunas veces resultaba incoherente y no tenía ninguna utilidad práctica inmediata. Pero albergaba una posibilidad. Quizá algún día pudiera descifrar el conjuro. Esa probabilidad lo iba reconfortando poco a poco, hasta lo más hondo del corazón”.

A Aomame la conocemos entrando en un taxi, camino de una de sus misiones. En la radio del taxi  escucha la Sinfonietta de Janáček, que reconoce inmediatamente, aunque no es experta en música clásica ni creer tener recuerdos asociados a este compositor. Con todo, "en el momento mismo en que escuchó las notas del inicio de la obra, diversos conocimientos le vinieron a la mente de forma automática. Como si una bandada de pájaros entrara volando en una habitación por una ventana abierta". 

El título del libro remite a Orwell. En japonés, la letra q y el número 9 se pronuncian igual, así que 1Q84 suena igual que ese año en el que Orwell situó su historia distópica. La novela se adentra en el mundo de las sectas religiosas y también aborda otras cuestiones sociales como la violencia machista. Esos temas, y otros más, están de fondo del libro, cuya historia avanza entre el misterio y la confusión, tal vez porque, como leemos en las primeras páginas de la obra, "la enseñanza más importante que la Historia ofrece a las personas tal vez sea que en cierto momento nadie sabía lo que sucedería en el futuro". 

Hay un pasaje en el que Tengo habla con Fukaeri, la misteriosa adolescente autora del libro que le han encargado reescribir, en el que Murakami bien podría estar hablando de su propia obra. Es el mejor resumen de su forma de entender la literatura, del realismo mágico de sus novelas, en el que espero seguir adentrándome en breve, con el tercer y último libro de 1Q84

-Oye, ¿hasta qué punto es verdad lo que se cuenta en La crisálida de aire? 
-Qué quiere decir verdad- preguntó Fukaeri sin entonación interrogativa. 
Naturalmente, Tengo no tenía respuesta. 

Naturalmente. 

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