Crónica del Sant Jordi más extraño de nuestras vidas

Lleida.com
Para mi sorpresa, me despierto ilusionado e ilusionado sigo durante todo el día, el 23 de abril más extraño de nuestras vidas. Esperaba estar de bajón, pero siento una ilusión que no sé definir bien, y que se impone sobre el resto de sentimientos. También me despierto con nostalgia, claro. Y lamentando más que nunca que este maldito virus esté poniéndolo todo en jaque. Y con pena por saber que La Rambla de Barcelona no está hoy llena de puestos de libros y rosas. Pero predomina la ilusión. Y, aunque sé que este Sant Jordi raro será muy distinto a cualquier otro, pienso por primera vez, a eso de las siete menos cuarto de la mañana, que puede ser un día de ilusión, hasta con momentos de Alegría, como la última novela de Manuel Vilas. ¿Por qué no? 


Enciendo el móvil. Veo que una persona a la que aprecio mucho ha respondido en Twitter a la crítica de Iacobus, de Matilde Asensi, que compartí ayer. Me cuenta que comparte la afición por las obras de la autora y me manda recuerdos. El mensaje me hace feliz, hay pocas cosas que me gusten más en la vida que hablar de libros. También por eso el día de Sant Jordi es tan especial. Comparto en Twitter el artículo del blog de ciclismo en el que recomiendo cuatro lecturas para el Día del Libro relacionadas con este deporte. Anoto dos recomendaciones que comparten conmigo en respuesta a ese tuit: Pirenaica, de Ander Izagirre, y El ciclista, de Tim Krabbe


El día no podía empezar mejor. Recuerdo, y vuelvo a ver unas cuantas veces entre una tarea y otra, el vídeo de la preciosa campaña de la Casa Batlló en la que se anima a celebrar Sant Jordi sacando rosas a los balcones y las ventanas. Como bien dice, cómo podemos quedarnos sin Sant Jordi si tenemos más amor que nunca, si estamos leyendo más libros que en toda nuestra vida y si lo daríamos todo por un beso , en estos tiempos de videollamadas y afectos a través de pantallas. 

Escucho en la radio que varias editoriales, como Planeta, han donado libros dedicados por sus autores para la biblioteca Resistiré del hospital improvisado en Ifema. Más tarde veré las imágenes de sanitarios y enfermos leyendo el Quijote en ese mismo espacio, y la de asociaciones entregando rosas a los profesionales de la sanidad en distintos hospitales de Cataluña, esas personas que nos están curando estos días de forma heroica. 


De vuelta a Twitter, encuentro la canción Un Sant Jordi diferent, hecha por varios autores, que animan a mantener viva la esencia de este día, el más bello del año, aunque sea desde casa y con una crisis sanitaria y económica devastadora ahí fuera. Otra red social, Facebook, me recuerda publicaciones antiguas, como una frase de Javier Cercas que compartí en 2017: "la fiesta de Sant Jordi es un milagro". Este mismo autor hablará horas después en el telediario de TVE, explicando lo que tiene de único e imprescindible esta fiesta, y hablando de cómo puede cambiar el mundo tras el drama del coronavirus. 

La prensa viene cargada de buenas informaciones sobre el Día del Libro. Qué injustas resultan ciertas generalizaciones sobre los medios, por cierto. Leo fascinado en El País, por ejemplo, el artículo Clavileños de papel, de Irene Vallejo, en el que la autora hace alusión al mágico caballo de madera montado por don Quijote y Sancho. En el artículo de Julián García en El Periódico, Un Sant Jordi raro y confinado, descubro que en sus 89 años de historia la Diada de Sant Jordi no se había dejado de celebrar ni en la guerra civil, aunque sí cambió ocho veces de fecha, y gracias a Sant Jordi: historia de una escalera, un muy interesante reportaje de Xavi Ayén en La Vanguardia, conozco la forma en la que los vecinos del número 51 de Rambla del Poblenou celebrarán este día, con un recital de poemas en los balcones desde las seis de la tarde, brindis en la distancia, compras online en las librerías del barrio o conciertos. 




Una buena amiga me regala un libro, con dedicatoria incluida. Es El mapa de los afectos, de Ana Merino, y me emociona su detalle. Igual que el de tanta gente querida que sabe lo importante que es este día para mí y que me felicitan el día y me mandan ánimos. Veo en Twitter que un mensaje de la periodista Anna Bosch en la que comparte una fotografía de Marc Garrida de la Rambla de Barcelona completamente vacía. Desgarra. Volveré a ver imágenes así en el día y serán los únicos momentos en los que la emoción y la tristeza le ganen el pulso a la ilusión. Es una imagen tristísima.

No tengo Instagram, ni tampoco demasiado tiempo, así que apenas puedo seguir las iniciativas de las editoriales en esta red social, como Casa Tomada, el especial de Penguin Random House para celebrar este día. Pero sí veo algún vídeo suelto en el que distintos autores recuerdan anécdotas de su primer Sant Jordi. En cuanto tengo un rato libro vuelvo a buscar artículos de prensa relativos a este día. Encuentro en El Cultural un muy interesante y detallado análisis de Nuria Azancot sobre el impacto del coronavirus en el sector del libro, y también un reportaje de Andrés Seoane titulado Firmas en cuarentena, un debut inesperado, sobre los autores noveles que no han podido estrenarse este año en Sant Jordi firmando libros en la calle, pero que celebran este día desde su casa con resignación e imaginación.



También leo que el Ayuntamiento de Madrid ha declarado la Feria del Libro, que este año se celebrará en octubre, como evento de especial significación ciudadana y de interés general. Todo lo que sea apoyar este evento me parece bien. Como me parece bien que se recuerde hoy en los medios a Joan Margarit, quien en condiciones normales debería estar recogiendo el Premio Cervantes en la Universidad de Alcalá de Henares, que vemos vacía en varias imágenes. Luz Sánchez Mellado, periodista de El País, comparte en Twitter una imagen de Ricardo Espinosa con la ciudad natal de Cervantes vacía, pero rindiendo el homenaje de cada año al autor del Quijote pese a todo. "Día de San Cervantes melancólico en Alcalá de Henares", escribe, tan atinada como siempre. 

Como es tradición, es precisamente el ganador del Cervantes quien comienza la lectura pública del Quijote, este año virtual, que podemos seguir a través del canal de YouTube del Círculo de Bellas Artes. Tras Margarit leyeron, entre otros, la princesa de Asturias y su hermana, la infanta Sofía, además de la presidenta de la Comunidad de Madrid, el alcalde de la ciudad, el ministro de Cultura y sanitarios que merecen todo el reconocimiento siempre, especialmente estos días. 

Veo más vídeos de la campaña La libertad es una librería, que ha nombrado así el Instituto Cervantes por un verso de Joan Margarit, y en el que distintas personas del mundo de la cultura comparten su experiencia lectora. De ahí voy a leer el artículo Joan Margarit, un Cervantes en cuarentena, de Javier Rodríguez Marcos, en el que el poeta catalán premiado con el máximo galardón de las letras españolas se lamenta con ironía de que se ha pasado la vida suspirando para que le confinaran para escribir tranquilo "y mira ahora". De ahí salto a la entrevista que le hace la revista ICON a Nando López, flamante ganador del premio Gran Angular por La versión de Eric, en la que el escritor defiende la literatura para jóvenes de los prejuicios.

Mi profesora de francés en el Institut Français de Madrid nos envía un mensaje recordando esta fecha y pidiéndonos que elijamos un libro especial para nosotros, que compartiremos en la próxima clase virtual. Repaso mentalmente, y gracias a las fotografías y los artículos del blog, recuerdos de años anteriores en Sant Jordi. Una amiga me envía a WhastApp un vídeo muy ingenioso en el que se cuenta, con títulos de libros, lo que estamos viviendo ahora. Me pregunto si será de verdad posible que el 23 de julio se celebre Sant Jordi este año, como en principio se espera. Y pienso que es tal la belleza de esta fiesta que, incluso sin celebrarse como es habitual, incluso con todo el mundo confinado en su casa, consigue que el 23 de abril sea un día especial. Terminaré el día de Sant Jordi más extraño de nuestras vidas de la única forma posible: leyendo. Esta vez, el tercer libro de 1Q84, de Murakami, regalo de Sant Jordi que llegó justo a tiempo, como todo lo que llega de quien me lo envió. 

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