Rocketman

Resulta inevitable hacer comparaciones entre Rocketman y Bohemian Rhapsody. Estrenadas con poco más de un año de diferencia, ambas películas comparten director (Dexter Fletcher), en las dos la música juega un papel esencial en la trama y sendas películas repasan la vida de un artista legendario, mostrando las mieles del éxito, pero también los sinsabores que acarrea la fama, como la soledad, la necesidad de sentirse querido cuando el artista se baja del escenario y los excesos. Naturalmente, hay semejanzas entre ambas películas, pero bastan los primeros cinco minutos de Rocketman para percatarse de las diferencias entre los dos filmes. Rocketman es un musical con todas las la de la ley, para empezar. En los carteles promocionales de la película se anuncia que está "basada en una fantasía real" y, en efecto, la fantasía y las coreogafías (maravillosamente) imposibles forman parte de la trama desde el comienzo. Musical desacomplejado, pues, más similar en ciertos aspectos a La la Land y su resurrección del género que a Bohemian Rhapsody


Además, la película comienza con Elton John entrando en una clínica de desintoxicación y reconociendo sus adicciones al alcohol, a las drogas, al sexo y a las compras. En ese sentido, Rocketman es una película muy honesta, que no esconde ni edulcora el viaje a los infiernos del virtuoso pianista. "He sido un gilipollas desde 1976 y se me olvidó parar", dice el artista, interpretado por Taron Egerton, en un momento del filme. Desde ese momento en el que Elton John toca fondo y pide ayuda, la película viaja atrás en el tiempo para contar la infancia de Reginald Dwight, un niño tímido que añora el cariño que su padre no le da, que se apoya en el amor de su abuela y que descubre de forma casual el piano, que le salva la vida y ante el que muestra un talento fuera de lo común

La película, de la que Elton John es productor, es fiel al artista. Hay purpurina, sensibilidad, excentricidades, amor por la música, excesos y libertad a raudales. Las canciones del genial artista sirven de hilo conductor de un relato que muestra mucho más que Bohemian Rhapsody las adicciones y la vulnerabilidad del artista. Algunos de los números de la película son tan grandiosos y genialmente excesivos como se espera de Elton John. Por ejemplo, Rocketman, que muestra de un modo fantástico uno de los momentos más bajos en la vida del artista. Realidad y fantasía van de la mano en esta película, algo que es marca de la casa de Elton John, que ha marcado todo lo que ha hecho en su vida. 

La cinta combina bien las dos facetas de su protagonista, la profesional, en la que se aprecia cómo Elton Jhon comparte su talento al piano y su voz personal con la capacidad de Bernie Taupin (Jamie Bell) de componer canciones inmortales. Es especialmente bella la escena en la que se ve a Elton Jhon poniendo música por primera vez a la excepcional Your song, de la que el productor del artista dice, sin atisbo alguno de exageración, que es lo mejor que ha escuchado desde Let it be. Es sencillamente imposible escuchar este tema sin conmoverse. En la escena se aprecia cómo todos alrededor se miran asombrados, fascinados, conscientes de que están asistiendo al nacimiento de una de esas pocas canciones que ponen banda sonora a millones de vida, que justifican por sí sola una carrera musical. 

Rocketman también tiene paralelismos con Bohemian Rhapsody. El primero es que es una cinta que se disfruta mucho como espectador, que se entrega a celebrar el talento de un artista genial y deja en tu mente sonando en bucle sus grandes canciones. Por caminos distintos, Rocketman llega a lugares similares a Bohemian Rhapsody. En ambas los actores protagonistas despliegan un talento colosal a la hora de dar vida a sendas leyendas de la música. También hay un parecido claro en cómo se muestra a un agente como la influencia negativa que conduce a todos los excesos y errores al artista. Aquí ese rol lo juega John Reid, a quien da vida Richard Madden, y que no sale nada bien parado, porque no sólo se le presenta como alguien autoritario y nada empático con Elton John, sino que además aparece como alguien que nunca amó de verdad al artista, quien quiso mantener vivo con él un amor que en realidad nunca llegó a nacer. 

En ambas películas, los protagonistas tienen momentos en los que sienten que están solos, aunque se vean rodeados de mucha gente. Y en las dos, entre alcohol, drogas, dinero, fama y éxito, lo que ambos buscan, en el fondo, es amor, el que no sintieron de niños, cuando se sabían raros, distintos, especiales, el que tardan mucho en encontrar. En las dos hay también un momento en el que los protagonistas toman conciencia de que son homosexuales y eso les puede pasar factura como artistas, aunque ambos hacen mucho por la visibilidad LGTBI, sólo por su forma de estar en el mundo, por su libertad irrenunciable a la hora de componer temas y de ser ellos mismos encima de un escenario.  Dos talentos geniales y absolutamente libres. Rocketman, por tanto, es tan parecida como distinta a Bohemian Rhapsody, tiene tantos parecidos como diferencias, pero sobre todo se parece en lo más importante: es una muy buena película, de las que recomiendas sin el menor atisbo de duda, porque está hecha para gustar y lo consigue con creces. 

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