Bohemian Rhapsody

Polémicas no le han faltado a Bohemian Rhapsody, la película sobre Freddie Mercury y la legendaria banda Queen, incluidos sendos cambios de actor protagonista y de director en distintos momentos del proyecto. También ha habido unas cuantas críticas cejijuntas, que han cuestionado el retrato de la vida del genio, y no han faltado tampoco quienes han señalado los errores, imprecisiones o licencias a la hora de llevar a la pantalla la biografía de Freddie Mercury, como el hecho de que no se le diagnosticó el sida antes del concierto de Live Aid en Wembley, como aparece en el filme. Todas estas críticas y polémicas son lógicas. Las leyendas son material altamente inflamable y es imposible salir indemne del intento de atraparlas en una película. Dicho esto, Bohemian Rhapsody me fascina. Tendrá todas esas inexactitudes, no lo niego, pero caigo rendido a los pies de un film que celebra a Queen y a una de las mayores leyendas de la historia reciente de la música. 

Cualquiera, más o menos experto, más o menos conocedor de su obra, puede tararear en su cabeza unos cuantos temas de Queen, de ese grupo inclasificable, atrevido, diferente, único. La película tiene como banda sonora permanente las canciones de Queen y hay momentos en los que al espectador le cuesta mantenerse sentado en la sala de cine. Bohemian Rhapsody es una fiesta para celebrar a Queen, para celebrar la vida, y cumple con nota ese propósito. Uno sale del cine con ganas de más. 


Ya sólo por cómo recrea esta película el mítico concierto de Live Aid, en solidaridad con África, en el estadio de Wembley, vale muchísimo la pena este proyecto. Es impresionante. Si no sonara a tópico diríamos que nos traslada a ese estadio, a ese día histórico, a ese recital descomunal. Se recrea el director, y hace bien, con este concierto. Escuchamos los temas que cantó Queen, asistimos al momento preciso en el que Fredie Mercury y los suyos incendiaron Wembley y agitaron al mundo entero, ante la mirada de 1.500 millones de espectadores que seguían el concierto en directo. No pocos afirman que aquel recital incendiario y febril de Queen es el mejor de todos los tiempos. Y Bohemian Rhapsody nos traslada a ese concierto con maestría. Y sólo por eso, esta película será siempre recordada. Ese instante es uno de los mejores que he vivido en el cine este año. Podemos ser durante un rato uno de esos 75.000 privilegiados que asistieron al concierto en el estadio de Wembley. "Vamos a hacer un agujero en el techo de ese estadio", le escuchamos decir a Freddie Mercury antes del concierto. "En Wembley no hay techo", le responden sus compañeros de grupo. "Pues entonces haremos un agujero en el cielo", responde. 

La película, en la que Rami Malek cumple de forma notable la misión imposible de meterse en la piel de Freddie Mercury, se adentra en la creación de algunos de los himnos de Queen, esos que hoy siguen haciendo vibrar igual que ayer, y que seguirán despertando idénticas emociones mañana. Se percibe cómo Queen era una maquinaria creativa perfectamente engrasada, en la que todos los miembros aportaban. En el filme, en un momento en el que Freddie Mercury empieza a trabajar con otros músicos, éste les cuenta a los componentes de Queen que "contraté a unos músicos y les decía que hicieran algo y lo hacían", a diferencia de ellos, que discutían, aportaban, mejoraban el tema, cambiaban las letras, sugerían alguna nueva locura, promovían la enésima revolución del  sonido. Eso fue Queen. "Nadie sabe lo que es Queen porque Queen no es sólo una cosa", escuchamos en otro momento de la película, en la que también se aprecia la libérrima forma de entender su trabajo, su arte, de todos los miembros del grupo. En especial, su batalla por convertir a Bohemian Rhapsody, esa brillante rareza de más de seis minutos de duración, como single de su disco, aunque en las radios sólo sonaban temas de tres minutos. 

Como decíamos arriba, los expertos en el grupo encontrarán mil inexactitudes en la película, pero me importa lo justo, la verdad. Importa más la emoción que transmite, la celebración de esta leyenda. Es esa emoción, con la omnipresencia de la música de Queen y su proceso creativo, la que me hace disfrutar y entregarme sin condiciones a esa película, o al menos, a lo que me transmite, que básicamente es lo mismo. Tendrá defectos, seguro. Enervará a quienes sepan todo de la vida del grupo, no tengo duda. Habrá quien critique que el filme se centre más en la relación de Freddie Mercury con Mary Austin que las relaciones homosexuales que tuvo, de acuerdo. Y tampoco faltarán quienes echen en falta más escenas de la caída a los infiernos del artista, quienes querrían haber visto más oscuridad en el relato de su historia. Pero a mí me basta y me sobra con esta vibrante celebración de Queen y de la vida de Freddie Mercury, electrizante, intensa, apasionante, genial. Sus más de dos horas de duración se hacen cortas. 

Le escuchamos a Freddie Mercury en un momento del filme que quiere dedicar lo que le queda de vida a hacer aquello para lo que nació: ser un artista que da a su público lo que quiere. Y creo que eso es exactamente lo que hace este filme, que consigue captar la energía del alma de Queen. O, al menos, todo lo que puede hacerlo una película. En la cinta no sólo vemos al artista genial, a la leyenda consciente de su talento, que se emociona por la grandeza de sus composiciones y por la genialidad de sus creaciones, que vive por y para la música. También aparece la persona que hay detrás de la leyenda. Una persona que vivió una historia preciosa con Mary Austin, su primera novia, de la que lo quiere "casi todo". Y ese "casi" lo resume bien un diálogo entre ambos, en el que el artista le cuenta a ella que cree que es bisexual y ella le responde, contundente: "eres gay, Freddie". Pero eso no rompió nunca su especial relación, a la que cantaba el genio en Love of my life. Vivió rápido Freddie Mercury, con necesidad de un cariño que no recibió durante parte de su vida. Y probablemente no fue feliz, tuvo momentos de tormento y de vacío, pero sí vivió libre. La vida de la persona que había tras la leyenda, la de quien siempre será recordado como uno de los mejores cantantes, artistas en toda la extensión de la palabra, de todos los tiempos. 

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