A estas alturas, con tanta ingente cantidad de series que se estrenan cada semanas, es cada vez más difícil centrar la conversación, que todo el mundo hable de una serie, aunque sea por un rato. Es lo que sucedió hace unos meses con la extraordinaria Adolescencia, para mí y para muchos, la mejor serie del año sin discusión. La serie, que puede verse en Netflix, impresiona por la historia que cuenta, la de un chaval de 13 años acusado de asesinar a una compañera de clase, y por cómo lo cuenta, con cuatro capítulos en plano secuencia que son un prodigio.
Todo en la serie, que es muy dura de ver, funciona a la perfección. Visualmente apabulla y el recurso del plano secuencia, tantas veces empleado por hacer alarde técnico, pero sin sentido en la trama, encaja aquí a la perfección con la historia narrada. La portentosa interpretación del joven Owen Cooper y el modo en el que se cuenta todo eso que los adultos desconocemos de la vida de los adolescentes son otros de los puntales de una serie de impacto que debería verse en todos los institutos y que también harían bien en ver los padres y madres, aunque sea una historia de terror para cualquier familia con chavales en la adolescencia.
Cada año cuando escrito esta serie de artículos me gusta matizar que ni he visto todas las series estrenadas en 2025, más bien una milésima parte, ni todas las series que he visto este año son de 2025. De hecho, una de las que más me ha gustado, de largo, es The Newsroom, que tiene más de una década. Me fascinó esta serie de Aaron Sorkin ambientada en un canal de noticias en Estados Unidos en la época del surgimiento del Tea Party, ese movimiento radical al que Trump ha dejado casi en un juego de niños. La serie retrataba con inquietante precisión la deriva de bulos, irracionalidad y radicalismo en la que han caído nuestras sociedades. Es una serie idealista sobre la imperiosa necesidad del periodismo riguroso y serio que resulta más imprescindible que nunca. Una joya con personas adorables, encantadoramente humanos.
El podio de las mejores series que he visto este año lo cerraría Mariliendre, la serie de Javier Ferreiro producida por los Javis que emitió Atresplayer. Ya desde el título, es una serie que busca hacer justicia con las mujeres que son amigas, cómplices y salvadoras en la vida de muchos hombres homosexuales. Con mucho petardeo, actuaciones musicales de fantasía y un reparto en estado de gracia encabezado por Blanca Martínez, la serie es irresistible. Ojalá sea verdad lo que dejó caer hace unas semanas Martin Urrutia y tengamos una segunda temporada.
Este año también he disfrutado mucho con la capacidad permanente de reconvención y de sorpresa a la hora de retratar a ricos excéntricos y con problemas del primer mundo de The White Lotus; la retorcida y ambigua historia de La novia; el costumbrismo hilarante de de Muertos SL; la intriga política de Rehén; la acción trepidante de El agente nocturno; el tono distópico de Paradise, una serie que resulta adictiva, y el encanto incansable de Sólo asesinatos en el edificio en su quinta temporada. Mi 2025 seriéfilo también ha estado marcado por el tierno final de Big Boys, esa deliciosa serie sobre la amistad improbable entre un joven gay muy apegado a su familia y un aparente machote pero muy sensible y con problemas de salud mental. Una serie hemos que siempre tenía una broma o un comentario irreverente para restar trascendencia a la historia que cuenta, que es todo un dramón, en realidad, ya que se basa en la historia real del suicidio de un amigo del creador de la serie.
Este año también vi y me gustaron mucho El colapso, que empecé a ver poco después del apagón en España, y Día Cero, que vi algo antes, pero que recordé mucho aquel día loco. Afortunadamente, eso sí, la realidad se pareció poco a ambas series y lo que vi a mí alrededor aquel día sin electricidad fue calma y civismo.
Terminó con un puñado de muy buenas series españolas que me han encantado este año como La canción, sobre la victoria de Massiel en Eurovisión y toda la intrahistoria de aquel empeño de Franco de destacar en Europa; Su majestad, que se atreve a reírse de la monarquía y de otros poderes del Estado como la justicia; Celeste, que consigue con una gran Carmen Machi y gracias al talento de Diego San José y Elena Trapé algo que jamás habríamos imaginado, hacer apasionante una investigación de Hacienda; Los años nuevos, que es el Normal People del siempre talentoso Rodrigo Sorogoyen, que cuenta la historia de una pareja a lo largo de los años centrada siempre en el día de año nuevo, y, sobre todo, Yo adicto. Esta última serie, basada en el libro homónimo autobiográfico de Javier Giner, cuenta una desgarradora, honesta e inspiradora historia de superación personal y desintoxicación. Todo ello con un Oriol Pla inmenso al frente de un elenco en estado de gracia. Una serie imprescindible que nos recuerda que todos tenemos algún tipo de adicción y que siempre hay algo más profundo detrás de ellas.
Mañana: las mejores películas que he visto en 2025.





Comentarios