Mountainhead


La película del creador de Succession. No puede tener mejor reclamo Mountainhead, de Jesse Armstrong, recientemente estrenada por Max. La película comparte en cierta forma estilo narrativo y temáticas con la serie, aunque en este caso se entrega abiertamente a la sátira más descarnada. Si en la serie los protagonistas son los miembros de una familia que controla un imperio mediático en Estados Unidos, aquí la acción gira en torno a unos empresarios tecnológicos con evidentes parecidos con tecnomagnates reales, en especial, el que se presenta como el hombre más rico del mundo que es también dueño de una poderosa e influyente red social

Ahora que la realidad es distópica y delirante hasta límites insospechados, la sátira es la mejor forma de hacer un retrato del tiempo que nos toca vivir. Y esta película lo consigue con muchos más aciertos que errores. Claro que es todo muy exagerado y que más que un retrato al natural lo que vemos es una caricatura, pero las caricaturas que convencen son las que tienen un poco de verdad, las que recalcan eso que hace único al personaje. Y aquí la película da bastante en el clavo al retratar a cuatro millonarios patéticos, obsesionados con el dinero, egocéntricos y más bien desequilibrados

Desde luego, no cuesta nada creer que que lo que muestra la película se asemeje a la realidad. La irresponsabilidad de los dueños de las redes sociales que permiten, o incluso alientan, la difusión de bulos; la Inteligencia Artificial sin control que dificulta cada vez más distinguir la realidad de la mentira, sin que eso les preocupe lo más mínimo; los delirios de grandeza de estos magnates tecnológicos; su obsesión enfermiza con el dinero, que hace que la cifra de su fortuna sea para ellos la medida de todas las cosas; el desprecio manifiesto de la democracia y su desconocimiento profundo sobre casi todo; la perversión de la Historia y la filosofía, con cuatro frases y anécdotas mal entendidas que les hacen verse a sí mismos como gente sabia; la más elemental falta de sensibilidad y educación… En fin, digamos que el retrato robot no parece demasiado alejado de que transmiten según qué personajes. 

La película comienza con un encuentro en una mansión en la montaña de cuatro empresarios, a quienes dan vida Cory Michael Smith, Ramy Youssef, Steve Carell y Jason Schwartzman. Sus interpretaciones, al servicio de esta sátira que muestra la vaciedad y estulticia de sus personajes, contribuyen a engrandecer la película. También el diálogo, marca de la casa y sello característico de los trabajos de Jesse Armstrong. Uno de ellos es el hombre más rico del mundo, que tiene comportamientos extraños, alardea de tener en el bote al presidente estadounidense, fanfarronea con comprar empresas de la competencia y quiere conquistar el espacio. Otro es una especie de mentor de todos ellos, que tiene una enfermedad muy avanzada pero se niega a aceptarlo y, en su delirio, cree que alcanzará algo así como la vida eterna tecnológica antes de morir. 

Completan el singular cuarteto de la élite tecnológica un pobrecito que se siente deslumbrado por los otros y que es el menos rico de los cuatro, por un lado, y otro empresario joven que dirige una IA que quiere comprarle el rico desequilibrado, y que resulta ser el único medio normal, sólo medio, de los cuatro. Van allí a pasar un fin de semana de fiesta y relax con amigos, aunque en realidad se traicionan y detestan entre ellos. Todo se tuerce cuando empiezan a recibir noticias del desmoronamiento en muchos países del mundo por culpa de la desinformación masiva difundida por la plataforma del ricachón estúpido y desquiciado

No es que la sutileza sea una virtud de la película, pero tampoco lo pretende. Lo más audaz de esta producción es que plantea, aunque sea de forma exagerada y siempre desde un prisma satírico, una realidad que no está en absoluto tan alejada de la realidad. Ya hemos visto actos de violencia propiciados por bulos difundidos y amplificados de forma interesada por redes sociales. Conocemos todos a personajes extravagantes que se creen superiores, que citan corrientes filosóficas que no entienden, se presentan como gurús de una especie de nuevo mundo y se mueven por mero interés económico, gente más bien ignorante por lo demás, profundamente egocéntricos. 

Así que la película permite echarse unas risas a cuenta de estos millonarios entregados a sus podcasts de motivación, a sus apps de salud mental y a sus frasecitas del estoicismo que son incapaces de comprender, sí, pero la sátira bien hecha, y esta lo es, permite meter el dedo en la yaga y termina retratando la realidad mejor que las noticias o los documentales. Y, en efecto, como dice el cartel promocional de la película, tras terminar de verla uno se pregunta en qué manos estamos, qué tipo de personajes, tan ricos como vacíos por dentro, están en la cúspide de la sociedad. Así nos va. 

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