La chica de nieve 2: El juego del alma

Tras una convincente primera temporada, La chica de nieve, la serie sobre la novela homónima de Javier Castillo, Netflix estrenó hace unos meses la segunda tanda de episodios de la historia, que adapta la segunda novela de la saga, El juego del alma. Aunque aún no está confirmada, se da por hecho que la plataforma también rodará la tercera y última temporada de esta historia, que ha triunfado, y no es de extrañar, porque cumple con todo lo que espera del género, es una serie con intriga, giros de guion, buenos diálogos y personajes con aristas y sombras

El día que terminé de ver esta segunda temporada de la serie vi también una entrevista a Javier Castillo en la Feria del Libro de Madrid en la preguntaban que imaginara el comienzo de una novela ambientada en este evento maravilloso en torno a los libros que cada año convierte al Retiro en un paraíso borgiano. Sin dudarlo, el escritor malagueño dijo que un gran inicio para un libro ambientado en la Feria sería que un lector aparentemente fan de un escritor se acercara a su caseta y lo matera. Queda clara la querencia de Castillo por el género negro, que es el que tantos éxitos le ha dado y en el que se maneja con notable soltura y maestría

En la segunda temporada de La chica de nieve, continuamos la historia de Miren Rojo (estupenda una vez más Milena Smith) por donde la dejamos al final de la primera. La periodista, atormentada y traumatizada por la violación que sufrió años atrás, acaba de escribir un libro en el que cuenta el caso que investigó en la anterior tanda de episodios. No tiene mucho tiempo para saborear las mieles del éxito, porque recibe una carta en la que le invitan a seguir otro caso, en este caso, el de la muerte de una alumna de un colegio religioso y elitista de la ciudad, que pronto relaciona con un caso de otra alumna del mismo centro años atrás. 

De nuevo, el punto fuerte de la serie es la forma en la que la protagonista relaciona su trabajo como periodista de investigación con su herida aún abierta. Esta vez contará como aliado en su investigación con Jaime (Miki Esparbé), un periodista que viene de Madrid tras un escándalo no del todo aclarado y que también arrastra sus propios traumas y problemas personales, y que además fue alumno de ese mismo centro escolar en el que estudiaba la víctima.

Ese colegio opaco, elitista y ultraconservador, es el escenario principal de la serie. Pronto se intuye que algo extraño sucede. Contribuye a disparar todas las sospechas la personalidad más bien fanática y con apariencia un tanto siniestra de su director, Garrido, a quien da vida con su maestría habitual Luis Callejo. También destacan en el elenco Aixa Villagrán, que repite en el papel de la inspectora Millán, y Marco Cáceres, que da vida a su compañero Chaparro. Entre las novedades de esta temporada, sin duda, sobresale Hugo Welzel, quien interpreta a Nacho, hermano de la chica cuya muerte años atrás podría tener alguna relación con el caso que ahora se investiga. Es un personaje que adquiere más y más peso a medida que avanza la serie. 

Al igual que sucede en la primera temporada, la serie plantea reflexiones sobre las víctimas, en este caso, de la violencia machista. Se incide de nuevo en la idea de que “las víctimas no tienen que ser perfectas, no podemos pedirles eso. Una víctima es una víctima”, y también se escucha a la madre de Miren decirle que no deje que la definan por lo que le ocurrió, que ella es mucho más que eso. La chica de nieve 2, en fin, vuelve a ofrecer una historia bien construida y con intriga hasta el final. 

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