Fundación Venancio Blanco


Impresiona la lista de museos que exponen la obra de Venancio Blanco. Los Museos Vaticanos, el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid el Reina Sofía, el Museo Nacional de El Cairo, el Museo Nacional de Oslo, el Midelheim de Amberes, la sede de las Cortes de Castilla y León en Valladolid, la catedral de la Almudena de Madrid… Da una idea del reconocimiento de la obra del escultor salmantino, cuyo legado preserva la Fundación Venancio Blanco, creada en 2009 y que reúne parte de su obra en el centro de exposiciones San Francisco, un lugar precioso en Salamanca, en el que las esculturas no sólo se encuentran en el interior, sino también, y muy singularmente, en sus jardines. 


Es esa convivencia del arte con la naturaleza, con esa fuente mansa en la que corre el agua, con los árboles, la hierba y las flores, lo primero que cautiva de este espacio. Allí, en el jardín, y con unas impresionantes vistas a la catedral de fondo, se exponen esculturas como bustos de distintos personajes históricos como Isabel la católica, figuras alusivas al mundo del toreo o, en especial, una impactante escultura en bronce de la última cena. Es un lugar muy agradable, en el que uno se pasaría las horas, abierto al público de forma gratuita, al igual que la exposición en el interior. 



La Fundación explica la vida y obra de Venancio Blanco, que nació en una finca en Carrascalino, entre encinas y reses bravas, y que estudió en Italia, primero, y en la escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. Cuando regresó a Italia en 1959 perfeccionó la técnica de la fundición artística en bronce, que pasa a ser su preferida desde entonces. Abraza la escultura neofigurativa y la abstracción. Entre otras muchas instituciones culturales, fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid y director de la Academia de Bellas Artes en Roma. Nunca dejó de trabajar en el taller, del que decía que es “ese lugar de encuentro diario con las ideas para darles forma, un lugar de trabajo donde se viven sueños y cobran realidad tus ilusiones”, pero también se dedicó a la labor docente.  



Gracias a la fundación que lleva su nombre, la obra de Venancio Blanco sigue viva, se preserva su legado y también esa vocación docente y didáctica del escultura, ya que la fundación pruebe cursos artísticos para niños en verano. En el interior del centro de exposiciones de San Francisco hay muestras temporales cada ciertos meses que permiten ir descubriendo su extensa obra. Ahora, y hasta el mes de julio, se expone una muestra llamada Algunas madres, dedicadas a la mujer, y singularmente a la maternidad. Hay esculturas de bronce, cera, cemento y barro cocido, además de bocetos, con la figura de la mujer y la maternidad en el centro. 



Afirmó Blanco que “el primer gran taller es la familia y, dentro de la familia, la figura de la madre. Su aliento, su devoción, su consejo serán fundamentales. Siempre nos conformará esa suave y profunda huella maternal, ese taller dulcísimo en el que empieza tan decisivamente a moldearse nuestra personalidad”. Qué bello eso de “ese taller dulcísimo”, que deja claro la importancia de la familia para el escultor salmantino. Algunas de las esculturas que se exponen en esta muestra retratan, de hecho, a su mujer embarazada. La Fundación que lleva su nombre, en fin, hace una inmensa labor para preservar y dar a conocer el legado de este salmantino universal cuyo arte nos apela y emociona, y que podemos encontrar por las calles de Salamanca y de muchas otras ciudades, porque es un arte vivo y callejero, un arte muy emocionante. 

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