Eurovisión evita por la mínima el troleo pro-israelí

Austria ganó anoche Eurovisión gracias a JJ, un cantante  de ópera con una voz impresionante y una canción, Wasted Love, hecha para su lucimiento. España terminó en el puesto 24, a pesar de la intensidad y la garra con la que Melody defendió su Esa diva. No convenció ni al jurado ni al público. En medio de los fuegos artificiales, el festival nos ofreció alguna que otra joya, con mención especial a la canción italiana, cuya letra es mejor que la de las otras 25 participantes en la final juntas, pura poesía. No están nada mal tampoco las canciones de Suiza, Francia y Países Bajos. 

De todo eso deberíamos estar hablando hoy, porque se supone que Eurovisión es un concurso de la canción. Sin embargo, el segundo puesto de Israel por su arrollador y llamativo triunfo en el televoto, así como la actitud censora de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) ante cualquier comentario en defensa de los Derechos Humanos y en contra del asesinato de civiles obligan a centrar el debate en otro lugar distinto al musical. El jurado profesional situó a Israel en una posición modesta, pero después logró más apoyo del televoto que ningún otro país antes. Por lo que sea.

Se diría que la canción israelí cautivó a media Europa. Habrá gente mal pensada que crea que ese apoyo masivo del televoto responde más bien a cuestiones políticas, a un troleo ultra de los palmeros del gobierno de Netanyahu, que está masacrando Gaza, y habrá gente muy, muy mal pensada que crea que semejante resultado arrollador no puede responder sólo a ciudadanos individuales dejándose los dineros para apoyar la canción israelí, sino más bien a algo más organizado. Hay que ver lo mal pensada que es la gente

In extremis, Austria superó a Israel y evitó una situación que hubiera resultado endiablada para la UER, la organizadora de Eurovisión, que reúne a las televisiones públicas europeas. Hace tres años, Ucrania ganó el festival gracias al masivo apoyo popular como gesto de solidaridad por ser víctima de la invasión rusa. Este año, Israel, país invasor de Gaza, ha recibido un apoyo arrollador del público. Todo un cambio, desde luego. En cualquier caso, ojalá se limitaran a enviar unos cuantos SMS para votar por la canción israelí en Eurovisión los palmeros de la política criminal del actual gobierno israelí, un gobierno autoritario, investigado por corrupción, denunciado ante la Corte Penal Internacional y responsable de una masacre sin fin en Gaza. Lamentablemente, van más allá y hacen mucho más daño con su inhumana postura ante lo que está ocurriendo en Gaza.

No sé si, como se suele decir, todo es política; quizá, sí. Desde luego, lo que tengo claro es que no hay nada más político que una pretendida postura apolítica ante cuestiones serias. No falla. Basta que alguien se defina como apolítico, se ponga de perfil y se declare neutral sobre un tema para que deje meridianamente clara su postura. Y no se trata de ser maniqueos ni de rechazar los matices o las dudas, así en general. Sucede que hay cuestiones que no parecen ser muy debatibles. Por ejemplo, bombardear a civiles inocentes está mal, lo haga quien lo haga. Punto final. No parece tenerlo tan claro la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadora de Eurovisión. 


En la semifinal en la que participó Israel, los comentaristas españoles aprovecharon para recordar la petición de RTVE de abrir un debate sobre la participación del país en Eurovisión. También recordaron que en Gaza Israel ha provocado ya la muerte de 50.000 civiles inocentes; 15.000 de ellos, niños. Algo que se parece demasiado a un genocidio como para que muchas personas no lo califiquen así. No llegaron tan lejos los comentaristas de Eurovisión en TVE, cuando dieron datos precisos de Naciones Unidas, recalcaron que no dirigían sus críticas a ningún país concreto y llamaron a la paz y al respeto de los Derechos Humanos. Que al actual autoritario gobierno israelí y sus palmeros europeos le siente tan mal que se defiendan los Derechos Humanos lo dice todo. 

A la UER le sentaron fatal esos comentarios y envió una carta a España diciendo que no osara volver a hablar de política si no quería ser sancionada con una multa. Incluso dice en esa misiva que no procede dar las cifras de víctimas en un programa como Eurovisión. Claro que sí. Afortunadamente, RTVE no se amilanó ante esta amenaza censora. Nada más empezar la retransmisión, rotuló un mensaje que decía “frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina”. Impecable

Cuando llegó el turno de la actuación de Israel en la final, los comentaristas, naturalmente, siguiendo el criterio de la UER, no mencionaron que la cantante israelí fue víctima de los atentados de Hamas, porque según su visión, eso sería politizar el festival, y se limitaron a hablar de ella y a decir que hasta hace poco su talento era desconocido. La presentación pretendidamente apolítica que quiere la UER. Mientras tanto, Israel continúa con los bombardeos, la invasión terrestre en Gaza y los asesinatos indiscriminados de civiles inocentes palestinos continúan día a día. Igual hasta hay quien cree que el segundo puesto de Israel en Eurovisión lanza no sé qué mensaje de apoyo a esa política criminal e inhumana que con tanta desvergüenza defienden no pocos palmeros en Europa, siempre dispuestos a confundir la crítica al actual gobierno de Israel con el antisemitismo o a señalar los crímenes de Hamas para justificar los de Netanyahu, como si fuera imposible condenarlos ambos con idéntica firmeza. 


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