“Vivíamos por estos años en una casa en la calle Santo Domingo, con un patio de losas encarnadas y un gran naranjo en el centro”, escribió Rafael Alberti en La arboleda perdida cuando evocaba el hogar el la que pasó su infancia y adolescencia en El Puerto de Santamaría. Hoy en esa casa tiene su sede la Fundación Rafael Alberti, que ofrece un recorrido por la vida del genial poeta, nacido en 1902 y fallecido en 1999, por lo que hablar de su vida es hablar de la historia del siglo XX español.
Esta casa vital del poeta muestra su legado, con una cuidada atención a su obra literaria y pictórica, y también con una detallada cronología de su vida. Una vida, desde luego, fascinante, atravesada por los principales acontecimientos históricos del siglo pasado. Su paso por Madrid y la Residencia de Estudiantes, donde trató al resto de componentes de la Generación del 27. Su exilio en París por culpa de la Guerra Civil y su posterior marcha a Buenos Aires cuando los nazis cercaban la capital francesa. Años después, cuando se le permitió viajar, su mudanza a Roma y, ya en democracia, su regreso a España, cuando, abrazando la reconciliación nacional, dijo aquello de “me fui con el puño en alto y vuelvo con la mano abierta”.
La trayectoria de Alberti es de las que cuestiona la diferencia entre vida y obra, porque sus poemas están impregnados de su propia historia, de sus vivencias, amores e ideas. Su compromiso político de izquierdas fue una constante a lo largo de toda su vida. En la Fundación Rafael Alberti se pueden visitar varias exposiciones temporales, una de ellas, preciosa, reúne varias de sus liricografías, que es como llamaba a sus poemas gráficos, dibujados, en los que los versos vienen y van por recovecos entre sus dibujos. También está muy presente el recuerdo de Lorca, con quien Alberti trató en su época en Madrid y cuya muerte le provocó una gran conmoción.
Fotos, vídeos y objetos como los premios recibidos por el autor completan la cuidada muestra de la fundación que lleva su nombre en su ciudad natal. Una visita más que recomendable para cualquier amante de su obra o para cualquiera que disfrute viendo cómo se celebra y conmemora la literatura. Soy de los que no deja de visitar una casa museo de cualquier escritor o escritora cuando estoy de viaje, porque, más allá de lo que lo haya leído mucho o poco, me encanta sumergirme en su vida, ver cómo es recordado y también el equilibrio entre la vida y la obra, la forma en la que se plasman sus libros, su creación literaria. Me gusta especialmente cuando no se muestra al autor en cuestión como una deidad de una sola pieza, o el todo caso, como un dios griego, es decir, humano, con contradicciones, imperfecto. Quizá de Alberti muchos tenemos el recuerdo de una cierta sobreexposición en sus años finales. Lo importante es celebrar su talento, su poesía, de las más reconocidas y valoradas de su generación. Y es lo que hace su fundación.
Precisamente al buscar información sobre la Fundación Rafael Alberti tras visitarla encontré algunas polémicas que desconocía. En 2023, Anna Caballé publicó en El País una reseña de las memorias de María Asunción Mateo, viuda de Alberti, en la que daba pábulo a las quejas de ella sobre los ataques de amigos del poeta como el propio Prado o Luis García Montero. Este último, director del Instituto Cervantes, escribió un artículo en respuesta a esa reseña en el que se defendía y tildaba de feminismo manipulado las críticas de Caballé. La polémica siguió con un extenso artículo de Caballé en Jot Down en el que insistía en tildar de machista la posición de Montero y el resto de amigos de Alberti sobre su viuda. Más allá de esta polémica, triste, desde luego, y que seguro que el autor no hubiera querido por nada del mundo, de lo que se trata es de preservar su legado, de defender y celebrar su literatura. Y quien visite la sede de la Fundación Rafael Alberti en El Puerto de Santamaría seguro que saldrá de ahí con ganas de volver a sus versos.
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